Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Carta de un patipelado

Por José María Vallejo.- Señora Van Rysselberghe: le escribo directamente a usted para hacerle ver mi sentimiento ante sus dichos. No basta ahora una disculpa, que usted ya no quiso ofrecer. Y no fue usted malinterpretada ni sacada de contexto. Usted lo dijo claramente y se lo agradezco, porque con ello, revela una cultura política campechana, de un grupo de personas que se cree de elite y que vive en paz con sus privilegios.

Dijo usted que “cualquier patipelado se siente con derecho a criticar a los servidores públicos”. Usted, señora senadora, no es una servidora pública. Es una persona que ha vivido de cargos públicos, lo que es distinto, y no gracias a una labor personal, sino a la capitalización de la herencia política de su abuelo, que fue un alcalde competente en Concepción.

Dicho sea de paso, los patipelados son los que pagan impuestos y pagan su abultado sueldo. Tienen todo el derecho de preguntar y criticar. Y ha habido algunos patipelados a los que usted ha ayudado de manera interesada, como el caso que la obligó a renunciar en 2010 a la Intendencia del Biobío, cuando se reveló un audio en que usted prometía repartir parte de los fondos de reconstrucción a otros patipelados que no habían resultado afectados por el terremoto de ese año. Pero esos eran patipelados relagones.

En resumen, usted no es una servidora pública, sino una persona que a través del clientelismo de los cargos que ha ostentado ha logrado formar redes de poder.

Pero si no fuera por eso y la herencia de su abuelo, usted sería una patipelada más.

¿Podemos saber sus méritos curriculares? ¿Sus notas en el colegio o en la universidad? ¿Ha escrito algo que la haya destacado en lo intelectual o en lo empresarial? ¿Ha creado usted alguna empresa con sus propias manos y su propio esfuerzo y dado trabajo a otros, siendo responsable de sus destinos? ¿Le ha costado llegar a fin de mes alguna vez?

Sabemos que es médico siquiatra. ¿Cuánto alcanzó a ejercer?

Entiendo que su carrera política la haga sentirse una persona superior. Partió “desde abajo”, coordinando la campaña del Sí, la de Büchi y luego siendo concejal. Ha “escalado” en su partido, la UDI.

Pero usted es siquiatra, y puede entender de dónde vienen los complejos de superioridad. Pero está en política y no corresponde que saque en cara diferencias sociales y menos cuando el paradigma de una persona cristiana como usted es que todos somos iguales a ojos de Dios, ¿no?

De modo que, por favor, y como un humilde llamado de un patipelado, por favor bájese los humos. Creer que tiene derecho a menospreciar a otros por sus privilegios no la hace distinta del guatón de Gasco. Es lamentable.

Usted no es especial. Ha tenido la suerte de su herencia, de su apellido, de una educación pagada. Y en su carrera política, ha tenido la suerte de contar con cargos y relaciones que le permiten poder repartir recursos y favores y consolidar redes. Es suerte. En ninguna de esas cosas se esforzó, estaban dadas en su vida.