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En la Primera Línea

Señor Director:

Con paciencia he visto cómo han surgido liderazgos de calle que, sin estrategia, credo ni proyecto, se han tomado nuestras avenidas imponiendo la violencia precisamente a quienes esperan defender. Se hacen llamar la “Primera Línea”, aunque nadie sabe a ciencia cierta qué significa eso. ¿Es un movimiento? ¿Responde a una organización (pareciera que sí, pues se les dio el espacio para expresar una opinión institucional en un foro de derechos humanos)?

Permítame, a través suyo, poder decirle algo a esa primera línea: yo sí soy de la Primera Línea. He trabajado por más de 40 años para dar de comer a mis hijos y criarlos creyendo que vivir en sociedad es lo que nos hace seres humanos completos. Viví la represión brutal de la dictadura militar, soporté un estado de sitio permanente y un toque de queda en que primero se disparaba y después se preguntaba. En las protestas duras de 1983 y 1987 salía a la calle a protestar, nunca a destrozar. Y, al mismo tiempo, me las arreglaba para cumplir con mis obligaciones, mantener un trabajo (o varios).

Mis protestas siempre fueron con respeto por mi semejante, aquel que va en micro conmigo, el que tiene que trabajar y cumplir con sus obligaciones igual que yo. Y teníamos todos claro quién era el “enemigo”. El enemigo es el sistema que concentra la riqueza en unas pocas manos.

Yo he estado toda la vida en la primera línea: en la primera línea de trabajo, en la primera línea estudiando y analizando, en la primera línea forjando nuevas conciencias para que entiendan lo importante de creer en nuestro semejante, en el trabajador que tenemos al lado, en el vecino, en el esfuerzo de la señora a la que le damos el asiento en la micro.

Si la actual “Primera Línea” entendiera lo que es ser verdaderamente de “Primera Línea”, no dañaría a sus semejantes y respetaría su esfuerzo diario. No destruiría lo que sirve a todos, sino que se concentraría -con mucho análisis y estudio- en los sitios donde palpita el sistema. El sistema no palpita en Plaza Italia ni va a cambiar porque la rebauticen empecinadamente. Si alguien va a justificar que no hay otra forma de hacer entender al poder que la violencia y la “revolución”, debe darse cuenta de que no ha cambiado nada, no ha logrado nada, porque no está haciendo otra cosa -todavía- que botar su rabia. Y la pura descarga de rabia no ha sido nunca revolución. Era entendible quizás cuando estalló.

Yo sí soy Primera Línea. Y seguiré en mi posición en el plebiscito de abril, una instancia en que tenemos la oportunidad de -por fin- construir algo entre todos: una verdadera casa de todos (tomando la metáfora de la derecha) porque en la actual sólo unos privilegiados viven en la pieza grande y tienen la tele, y al resto -la mayoría- nos dejan en la piecita de atrás, como allegados, y nos cobran un arriendo gigante que no podemos pagar, y más encima tenemos que dar las gracias. La única forma de lograr eso es estar en la primera línea electoral, haciendo gritar a la mayoría con su voto.

Gracias

Sergio Gallardo