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La crisis de la democracia

Por Hugo Cox.- El profesor Agustín Squella en su último libro “¿Crisis, decadencia o colapso?” da una mirada bastante profunda a este fenómeno contemporáneo, lo que amerita leerlo, sobre todo por lo jóvenes.

Pareciera ser que la democracia es un sistema político que nunca se pierde. Ya es tal la costumbre que ésta se asume como lo normal, pero existen momentos en la historia que se derrumba y se nota su falta sólo cuando las dictaduras o gobiernos autoritarios asumen el poder.

Uno de los hechos objetivos es que se asiste a una pérdida de sentido de la democracia, y está perdida de sentido se ha globalizado.

La democracia liberal enfrenta serios conflictos: los partidos tradicionales han perdido sus apoyos, existe una falta de interés en la política en amplios sectores de la sociedad, cada vez las personas votan menos, lo que hace que la democracia entre en crisis por falta de legitimidad de los gobiernos.

Una de las variables a considerar es que la democracia, y por tanto la política, se tiene que hacer cargo de las desigualdades que provoca el modelo de economía neoliberal, ya que este busca a ultranza transformar todo al mercado, y esto llega inevitablemente a la política, fenómeno se puede ver como por ejemplo en el financiamiento privado de la política. Por otra parte, los gobiernos están copados por ejecutivos privados, que hacen cada vez más parecido al Estado y las empresas privadas, dejando instalada una mentalidad de mercado, con una consecuencia inmediata que es un Estado mínimo y la centralidad del mercado.

Y bien sabemos que el Estado tiene un objetivo distinto, que es velar por el bien común, el bienestar de la sociedad en su conjunto, mientras la empresa tiene como objetivo central maximizar sus rentabilidades. Como se ve, ambos tienen visiones y misiones distintas.

La democracia debe desarrollar una lucha constante por la coexistencia pacífica, en una sociedad plural de poblaciones muchas veces antagónicas y en la cual la democracia debe funcionar como cortapisa al racismo y la intolerancia, coordinar la iniciativa personal necesaria para el progreso sin que por ello llegue a violentar la cohesión social que garantiza la supervivencia de la democracia.

En democracia se deben pensar sistemas alternativos al neoliberalismo, ya que hoy existe una deformación en el entramado social, que resulta de la radicalidad de aplicar la lógica del capitalismo neoliberal a todas las relaciones sociales, sin dejar de tocar ninguna dimensión de la vida humana, esta mercantilización la vemos expresada en la salud, la cultura, la educación, las relaciones personales y profesionales y las política cada vez más   mediatizada  por las redes sociales y en el otro extremo la mercantilización del individuo.

La radicalización del proceso neoliberal se sustenta en dos pilares:

  1. Dan prioridad a un gobierno centrado en normas legales y arraigadas en el derecho privado y penal.
  2. La gestión del entramado legal queda conducido por una oligarquía neoliberal que actúan en forma simultánea en los gobiernos y el mundo privado, pasando con mucha facilidad de un lado a otro; aquí se encuentran los dirigentes de gobiernos y las organizaciones internacionales junto a los que gestionan el sistema financiero y las grandes empresas.

En síntesis: A la democracia hay que cuidarla y es necesario realizar un ejercicio profundo de análisis y construcción de un nuevo modelo económico que cambie la centralidad del Estado y de la sociedad, y colocar la economía al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía, es la base para que la democracia se revitalice.