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Neurociencia del Cambio: ¿Cómo Vivir en una Realidad que muta a diario?

Por Andrés Cantón.- El 2020 se inscribirá en la historia, sin duda, como el año en que la palabra Cambio salió de la oscuridad y nos vimos obligados a vivirla, sentirla, respirarla pese a que la sociedad se ha esmerado en ocultarla por siglos.

Más de una vez hemos escuchado que algunas personas tienen «una vida, una pareja o un trabajo estable», siendo que la tendencia evolutiva ha sido la mutación.

Desde la biología, cada 11 meses renovamos el 100% de nuestras células; el día y la noche, las estaciones, nuestro crecimiento, todo está en continua transformación y son ejemplos claros de que la estabilidad es sólo una ilusión.

Entonces, llegó el 2020 y nos lanzó a la cara una realidad que nos hemos esmerado en negar por años.

En varias oportunidades, a lo largo de mi trabajo como Consultor, Coach y Formador, me han preguntado si las personas cambian. Mi respuesta ha sido la misma en todos los casos, Sí, aunque quizás no cambian como nosotros queremos que lo hagan. Esa es claramente otra historia con un final distinto. Lo importante es que Sí podemos adaptarnos, ser más flexibles, aunque para ello es necesario comprender el mecanismo que nos lleva a ser distint@s.

En este artículo quisiera mostrar una visión científica de este proceso, en el que la Neurociencia plantea que a nuestro cerebro le molestan los cambios, pues los percibe como una alerta de peligro. Si pudiéramos hacer una caricatura de nuestro principal órgano rector, éste sería como Homero Simpson sentado en un cómodo sillón, con una cerveza en la mano derecha y en la izquierda el control remoto de la televisión que está mirando. Es decir, poco o nada querrá salir de este espacio de comodidad. Por ello, cualquier hecho que genere una modificación en esa paz mental, como un taladro a las 8 de la mañana de un domingo, será percibido como una agresión neurológica.

Hasta hace 15 años, nuestros niveles conscientes llegaban a 20%, mientras que los inconscientes, a 80%. La psicología lo ha explicado con la metáfora del iceberg, donde la porción de hielo que está sobre el agua corresponde a nuestros procesos conscientes, todos aquellos que requieren de nuestra atención focalizada (manejar un vehículo, tejer, cocinar, entre muchísimos otros), mientras que las acciones inconscientes están debajo del agua en esa imagen (respirar, la operación de nuestros órganos o realizar cualquier tarea en automático).

El asunto es que hoy la Neurociencia nos dice que esa relación consciente-inconsciente cambió de 20% a 5% en lo consciente y de 80% a 95% en lo inconsciente. Los niveles de atención están más bajos que nunca. Conducir un vehículo mirando el celular, es equivalente a manejar con 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre, es decir, según la Ley de Tránsito, en estado de ebriedad.

¿Por qué bajó tanto la conciencia, de 20% a 5%?

La irrupción de tecnologías y la cantidad creciente de estímulos externos que secuestran nuestro cerebro (teléfonos móviles, redes sociales, videojuegos, uso de drogas legales e ilegales…) ha hecho que tomemos de manera muy negativa el cambio, pues implica un gran esfuerzo el reconectarnos con nuestra realidad, que ha estado en mutación desde que nacemos, y preferimos evadirnos de lo que pasa allá afuera. Mirar hacia otro lado o negar han sido las clásicas actitudes frente al cambio. Abrazarlo, aceptarlo, confiar en el proceso de la vida, es a lo que quiero invitarlos en las siguientes líneas.

Es conocido por la psicología, que ante el quiebre definitivo en una pareja, el Ciclo del Duelo comienza a vivirse desde la negación. «Esto no está pasando, esto se puede arreglar, es mentira que me está ocurriendo esto». Es el mismo mecanismo que vivimos cuando nos llevaron a una estricta cuarentena desde marzo del 2020. De ahí, que un nuevo «encierro social», que aparece como inminente, lo que hará es revivir el trauma, el dolor, la tristeza, el miedo y la rabia individual, familiar, laboral y social. «Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando 

resultados diferentes». Entonces, cambiar es inminente y aunque no quieras, tendrás que hacerlo, pero la resistencia genera sufrimiento, que creo es totalmente innecesario.

¿Cómo cambiamos entonces?

La Neurociencia dice que para cambiar debes conocer el mecanismo de la pérdida y la recompensa. Un ejemplo: Si Pedro llega jueves, viernes y sábado en estado de ebriedad, en forma semanal, a su casa, y nadie se queja de ese comportamiento, seguirá haciéndolo hasta el infinito. Porque nadie cambia algo que le acomoda y siente que está bien. Ahora, si un día esta persona, aparece igual, intoxicado, y se encuentra con una nota que dice: «Nos cansamos de ti, claramente prefieres las cervezas a nosotros. Hemos decidido abandonarte, tu familia». Al momento de leer la carta la adrenalina causada por el miedo a perder lo único realmente importante en  su vida baja hasta los índices de alcohol en la sangre o en buen chileno «se le pasa hasta la curadera». Este es el punto de inflexión, que gatilla la transformación.

En tanto, la recompensa que obtendremos por hacer un cambio, nos lleva a abrirnos a la posibilidad y a valorar los efectos positivos de esta nueva forma de actuar. Les doy otra analogía para que puedan visualizar el mecanismo. Me reconozco búho, cuando llega la noche mi creatividad se despierta y mi productividad raya en la eficiencia. Sin embargo, el mundo opera con

otros tiempos. Por ello, que siendo tan nocturno, me cuesta y me desagrada levantarme temprano. Lo hago, aunque está lejos de ser mi hobbie. Estudiando la Neurociencia del Cambio descubrí que si cambiaba mi foco a una recompensa, podría mutar mi actitud frente a las mañanas. Entonces prepararme mi desayuno favorito para estimular mi salida de la cama (más aún en invierno) y resignificarlo. Es decir, cambiar la sensación y las emociones asociadas a ese evento que antes era mirado con desagrado y que hoy está anclado en mi mente como levantarse temprano es igual a un delicioso desayuno.

Cambia, todo cambia, cantaba en los 70, Mercedes Sosa, cual amplificador de un mensaje que viene desde muy lejos, desde los tiempos griegos y más allá. El filósofo del siglo VI A.C., Heráclito de Efeso dijo “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”. Modificar algo en nuestra vida es un acto de conciencia. Porque si no percibes en el aquí y ahora lo que necesitas hacer distinto, para ser feliz (recordemos que es el objetivo último de nuestra existencia) y excelente, difícilmente lo podrás hacer en la mitad de un torbellino de emociones, de estrés, del día a día que se vive como si fuéramos eternos.

Entonces, al darte cuenta qué y qué no necesitas, o qué te gusta o no, qué te hace feliz y qué te aparta de ese camino, comienzas a descubrir la flexibilidad, como una herramienta emocional, que termina en un camino increíble llamado Resiliencia, tema del cual el director de este medio digital sabe muchísimo, lo que ha quedado reflejado en su libro «Resiliencia, Levantarse Mil Veces y Seguir Adelante» , editado el 2005, por Ética Sur Ediciones.

La rigidez mental es el principal enemigo del cambio, pues es incapaz de adaptarse a la realidad subjetiva que percibe. Por ejemplo, si alguien ha planificado un picnic con su familia y el día elegido y el plan escogido se caen, debido a una lluvia fortuita que anula toda posibilidad de salir. De ser resistente al cambio, sufrirá él y su entorno, tras escuchar berrinches, enojos, insultos en algunos casos y lo que sería un gran recuerdo, termina convertido en otra pesadilla más. Ahora, la flexibilidad hace toda la diferencia, pues ante un clima poco favorable para

una actividad outdoor, el picnic se hace en el living de la casa o departamento, porque la actividad es un medio, donde el fin es realmente es disfrutar con alegría junto a tu familia.

Transformar, modificar hábitos y costumbres, requiere de un nuevo cableado y de voluntad, por cierto, pues nadie cambia si no desea hacerlo. Mire su vida, sus actos, sus palabras y sus efectos sobre los otros. Tome conciencia de cómo afecta al otro, positiva o negativamente, refuerce lo bueno y observe aquello que vale la pena hacer distinto. La vida los hará salir de su espacio de comodidad, los enfrentará a decisiones duras y habrán episodios que harán una inflexión, que serán un antes y un después.

Prepárense, porque esta Pandemia nos vino a enseñar que los planes ya no sirven y que la nueva habilidad es aprender a surfear en nuestra mente en olas pequeñas, medianas, gigantes y épicas, que aparecen una tras otra. 

Andrés Cantón es Periodista, Coach, Practitioner y Master Practitioner en PNL, Diplomado en Neurociencia del Cambio, Facilitador certificado en la metodología LEGO Serious Play.