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Silvio Caiozzi: “La cultura es la locomotora de la sociedad”

Por Alvaro Medina Jara.- La cultura, al frente del proceso de cambio constitucional. Eso es lo que postula el cineasta Silvio Caiozzi, quien integra el Movimiento de Creadores de Arte y Cultura (CREAC) que intenta llevar representantes a la Convención Constituyente como independientes.

El director de premiadas películas (Julio Comienza en Julio, La Luna en el Espejo, Coronación, Y de pronto el Amanecer, entre otras) está intentando llevar un mensaje en este proceso que considera histórico, convencido de que “la cultura es la locomotora de la sociedad” y de que la inserción de la cultura como pilar fundamental de la constitución es un paso que debe darse. A su juicio, la cultura se debe apoyar sobre todo ahora, en crisis, tal como hizo Winston Churchill en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuando se negó a sacrificar el presupuesto cultural para aumentar la producción bélica.

En conversación con ElPensador.io, Caiozzi explica las razones profundas para dar un paso al frente e intervenir, así como los alcances de una propuesta cultural que, está seguro, va a proliferar.

– ¿Cómo nace esta inquietud ciudadana para meterse desde la cultura a tratar de intervenir en lo que puede pasar en un país? Lo pregunto porque la gente suele sentir que los artistas por un lado y la política por el otro…

En el caso mío, yo nunca quise meterme en política ni en nada como esto, aunque sí participé de muchas cosas que tuvieron que ver con la ley de cine, pero siempre como cineasta. Lo que pasó es que un colega, Jorge López, me llamó un día y me dijo: “Tú tienes que estar en la convención para meter el arte y la cultura”. Y yo le dije: “No, yo no soy para eso”. Luego me volvió a llamar, como tres días, y me terminó diciendo: “Esto es un hecho histórico que no va a volver a ocurrir, que podamos nosotros, como artistas, como cineastas, meter en una nueva constitución el tema de la cultura”. Eso me dejó a mí pensando y me dije: “Tiene razón, no va a haber otra oportunidad nunca más”. Y ahí dije, bueno, muy a pesar mío y de mi forma de ser, voy a meterme en esto. Sentí de que había una necesidad de hacerlo. A mí no me interesa estar sentado en el “poder”, así entre comillas, o recibiendo la plata que van a pagar. No me interesa para nada todo eso. Pero sí sentí que era una situación histórica que uno tenía que aportar, lo que uno ha vivido, lo que uno ha sabido, la sensibilidad propia de quien no ha estado nunca en la política, la sensibilidad de los artistas y la importancia de que esta visión de la cultura como pilar fundamental de la constitución esté metida. Eso no es algo que haya pensado ahora, es algo que he pensado toda la vida, no es nuevo para mí. Por eso me metí en esta aventura loca.

– ¿Cuáles son los principios que podrían insertar en la nueva constitución los creadores de arte y cultura?

El fundamental es lograr que la nueva constitución ponga a la cultura como uno de los pilares. La cultura incluye el arte, incluye todo en realidad, es transversal. Mucha gente cree que cultura es ver ópera, leer libros, etc. La cultura es todo, es nuestra forma de ser, es nuestra forma de ver la vida, nuestras ganas de hacer cosas. Y la anticultura es lo opuesto a todo eso. Nuestro principal objetivo es lograr eso, que la cultura esté en la constitución, destacada, en primer plano. Si uno ve la constitución actual, cultura creo que tiene cinco líneas. Porque lo único que habla relacionado con cultura dice: “Hay derecho a la libre expresión”. Y hay derecho a que los autores artísticos tengan derechos sobre sus obras. Sería todo. Te están hablando de dos cosas que son importantes pero que no es cultura. Es una parte de la cultura. Pero no solo eso. Te está dando el derecho a que hagas lo que tú quieras, hablar lo que tú quieras y crear lo que tú quieras. Pero la constitución no dice cómo vas a dar a conocer lo que tú creas, cómo vas a lograr que tú crees tenga alguna importancia dentro de la sociedad. Tampoco se lo dice a los niños, no incentiva a los niños para que tengan más cultura, más capacidad creativa, más necesidad de hacer cosas, más necesidad de ser parte de una sociedad en la cual todos tenemos mucho que aportar y todos unidos podemos aportar muchísimo. La actual constitución no dice nada al respecto. Tú tienes derecho a hablar lo que quieras, pero hazlo solo. Tienes derecho a crear lo que tú quieras, pero créalo solo. Y esto no es menor. He vivido la experiencia toda la vida, y a muchos cineastas les ha pasado lo mismo. Uno pasa años haciendo una película, y después la película no tiene acceso en ninguna parte, que va más allá de que sea mala o buena. Mis películas han tenido premios internacionales, y la última película, por ejemplo, prácticamente no se dio, y si se dio, fue sin mayor promoción o acceso. No nos daban pantalla, y si se daba nos sacaban inmediatamente, o daban la película a última hora del día, en la noche, a partir de las 23.00. Una sola sala la dio en horario normal, y estuvo pegada la película por siete semanas.

– Eso, a tu juicio, ¿es parte de una política o de una falta de política de Estado?

Es una falta de política de Estado que fomente la creatividad y que fomente la posibilidad de que lo que hacen los creadores, se exhiba. Ese drama afecta a la mayoría de los artistas chilenos y es lo que nos separa de tantos países. Y lo curioso, al mismo tiempo, es que cuando hay alguna obra, algún creador, algún poeta -Gabriela Mistral, por ejemplo- que logra tener éxito a pesar de Chile, porque la verdad es esa, es a pesar de Chile… Gabriela Mistral en Chile era ninguneada, el premio nacional se literatura se lo dan seis años después del Nobel… Hay una tendencia en este país a menospreciar la creatividad y aspecto cultural de nuestro Chile, en vez de desarrollarlo, se minimiza, se toma a los artistas como… “bueno, los artistas son todos bohemios, son todos comunistas, son todos gente rara, gente floja que no trabaja”. He vivido al lado de gente de cine que veo que trabajan, te lo garantizo, mucho más que el gerente de cualquier banco, que se supone que trabajan mucho. De verdad, a los artistas chilenos los veo trabajar muchísimo más que mucha gente que se autodefine como grandes trabajadores. Las cosas están atravesadas, es un problema cultural. Todo eso debiera ser enseñado en los colegios. El respeto del uno por el otro, el respeto por lo que hace el otro. Por ejemplo, el caso de la violencia. Uno está viendo que todos los días hay balaceras y matanzas, todos los días, hemos llegado a ese nivel. Con hombres que matan a sus mujeres a golpes. Y uno se pregunta «qué pasa en este país». Y bueno, es cosa de mirar en las escuelas, los papás que buscan que sus hijos sean muy agresivos para que así sean más “machos”… se imponen todos esos valores, que son anticulturales, mientras que los valores culturales no están. ¿Dónde está en las escuelas la enseñanza de cómo comportarse unos con otros? Hay algunas pocas escuelas, muy caras, que lo hacen, pero en general no hay una enseñanza que oriente a los niños para ser futuros padres. No existe. No enseñan a cosas que parecen tontas pero que son importantes… a cocinar, que es algo muy importante para la vida diaria; a descubrir tu capacidad creativa cocinando a tejiendo. O lo que sea. Curiosamente, cuando yo era chico, recuerdo que algunas de esas cosas sí se hacían, pero se han cortado. En general ya no se enseña nada que sea humanismo, no se enseña filosofía, arte ni hablar… cero o poquísimo. De verdad, hemos ido para atrás. Y la idea no es que volvamos al pasado, sino que de verdad vayamos hacia adelante, como son los países más desarrollados y más admirados del mundo, como los nórdicos.

– ¿Qué le dirías a aquellos que argumentan que en tiempos de crisis no deberíamos preocuparnos tanto de la cultura, sino que nuestras prioridades debieran estar en aquellas cosas que nos permitieran el desarrollo económico?

Te lo voy a responder con una anécdota de Winston Churchill. Estaban en medio de la guerra contra los alemanes, los nazis. Inglaterra estaba entera bombardeada. Los ministros estaban obviamente desesperados, no tenían tanta plata para seguir defendiéndose y un día se le acerca un grupo de ministros y le piden a Churchill que se suspendan los presupuestos destinados a cultura y artes para poder seguir financiando la guerra, fabricar más armas, porque los tenían completamente destruidos. Inmediatamente Churchill dice: “Si vamos a sacrificar nuestra cultura, ¿para qué estamos haciendo la guerra?”. Es brillante la respuesta. Es la respuesta a lo que me estás preguntando. El resultado de eso lo vemos hoy día. Vemos que Inglaterra logra ganar la guerra y no sólo eso, se mantiene su identidad como país, su cultura como país, que es fuertísima, Y hoy, respecto al arte, a la creatividad, siguen siendo los mejores teatros del mundo en Londres; las mejores series de televisión las hace la BBC, una entidad estatal, la mejor del mundo; los mejores programas de Netflix suelen ser ingleses. Todo eso gracias a Churchill y gracias a esta mentalidad de visión de futuro, y no del momento. Es mucho más importante mantener la cultura para salir de una crisis que sacrificarla para resolver un problema puntual. Nunca hay que destruir la cultura, porque la cultura es lo que arrastra todo, es la locomotora de una sociedad. Esa es la verdad. Uno mira los países nórdicos y uno ve que son los países más felices del mundo, y los más admirados, son todos nórdicos. Y me dije… ¡bah! Quizás tengan una economía, un sistema político que los une a todos para ser tan extraordinarios. Pero no, son todos distintos, hay socialdemocracias, hay parlamentarismos, hay monarquías, hay de todos los tipos de sistemas de gobierno, pero lo que tienen en común que los hace extraordinarios es la cultura. Hace 40 años tomaron la decisión de apoyar la cultura de la sociedad y esa sociedad empezó a surgir, y hoy son los países más admirados, más extraordinarios, con mejor calidad de vida y con mayor alegría de vivir. Eso es lo más importante, la alegría de vivir, de sentirse orgullosos de donde estás, con tu identidad y con tu mundo y feliz de tener ese mundo. Estamos muy lejos de eso.

– En la constitución de Estados Unidos hay un principio subyacente que podría ser tomado como parte de la armonía que nos trae el desarrollo de la cultura. Es esa frase que señala que las personas tienen derecho a perseguir su felicidad. ¿Deberíamos apuntar a una forma parecida en la redacción de la nueva constitución, en términos de que a la cultura no solo la veamos como un ciclo de creación y consumo, sino como un medio para alcanzar nuestra felicidad?

Estaría totalmente de acuerdo con una redacción de ese tipo. Por supuesto, sin duda. Cuando se desarrolla la cultura, todas las personas de la sociedad se sienten cada vez más felices, más seguros y con más ganas de hacer cosas. Cuando digo “hacer cosas” es general, por eso es que la cultura es transversal. Hacer más arte, producir más, el empresario; el trabajador, especializarse más. Eso es cultura, involucra todo eso, y si tú sumas todos esos puntos, hace que toda la sociedad den su conjunto avance. Cultura también es una sociedad en la cual hay respeto por el otro y hay conciencia de que todos estamos unidos, todos tenemos que ver unos con otros. Por ejemplo, en Islandia hace años apareció un presidente que se coludió con los bancos y estableció leyes que fomentaban esos bancos. Bueno, los ciudadanos, al darse cuenta de eso, empezaron a tener serios problemas económicos, empezaron a pararse todos los días en la nieve con un letrerito: “Váyase”, o “Renuncie”. Y no hacían nada más. Se daban el trabajo de estar todos los días recordándole al presidente que ellos ya sabían lo que él estaba haciendo. Ellos ya sabían todas las cochinadas que él hacía. Y se paraban a la entrada de la casa de gobierno, con su letrerito, con la nieve hasta las rodillas en la mañana, y el presidente los veía cada vez que llegaba a la casa de gobierno. Después de un mes de eso, renunció. Ahí tenemos una reacción ciudadana con cultura. Porque cuando logras tener una ciudadanía culta, no hay quien los pare. Y si logras tener un nivel de cultura grande, los ciudadanos pasan a controlar a quienes gobiernan. Los que nos gobiernan hacen lo que quieren, se pasan ellos mismos las leyes, se arreglan entre ellos, aparentemente son oposición, pero parece que no lo son, porque juegan como si fuesen un equipo unido por un lado, y los ciudadanos estamos todos acá, callados mirando. Y somos el 90% que no estamos de acuerdo con la política hoy día; el 90% no votamos por los políticos, el 90% no quiere saber nada con la política y, curiosamente, ahora nos empujan a participar en lo mismo. Si uno lograse poner en la constitución la exigencia que los gobiernos de futuro levanten el nivel educativo y cultural del país, todo se nivela. Esos ciudadanos empiezan a ser capaces, ellos mismos, de controlar a quienes los gobiernan, y pueden incluso llegar a crear un sistema, y creo que hay que llegar eso, en que los ciudadanos formen una especie de cuarto poder fiscalizador. No es algo para pedir ahora, hay que tener un desarrollo cultural más elevado para llegar a algo así.

– Este movimiento, como organización, de los creadores de arte y cultura, ¿llegó para quedarse o es solo para la elección de constituyente?

Nuestro objetivo es la constituyente. Yo, al menos, no busco otra cosa, y tampoco he sentido esa sensación en nadie más, de hacer un partido o manejar el poder. No. Si es para quedarse, no es para eso, sino para seguir insistiendo en estas ideas. Si ninguno de nosotros logra ser elegido, el ideal es instalar una semilla con estas ideas, que sin lugar a dudas va a germinar en futuro cercano. Son ideas que nunca se plantean. Nunca he escuchado hablar de cultura. Esto es lo que hay que empezar a hablar ahora. Son ideas que yo creo que no van a desaparecer. Mi experiencia en contacto con la gente es fantástica. Esas ideas van a proliferar, no me cabe duda.