Por Edgardo Viereck Salinas.- Conocí a Alfredo a inicios de los años noventa y lo primero que me llamó la atención fue su sobriedad. Este rasgo, que en su caso podía llegar a confundirse con cierta timidez, lo desmarcaba de la tendencia imperante en los primeros años del retorno a la democracia, momento en que muchos luchaban por ubicarse en la escena cultural a costa de cualquier cosa y especialmente…