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Lo esencial en las elecciones de abril

Por Roberto Fernández.- El acuerdo del 15 de noviembre del 2019 estableció un itinerario para el establecimiento de una nueva Constitución. La primera etapa era un plebiscito que determinaría si los chilenos queríamos cambiar la Carta Magna de Pinochet. Cerca del 80% estuvo por el Apruebo, con un 85% de apoyo a la opción de que la futura Asamblea fuera elegida al 100%.

El 11 de abril próximo se concretará la segunda etapa del proceso: la elección de una Asamblea Constituyente de 155 miembros, los que elaborarán una Constitución que dará paso a la tercera etapa, un plebiscito de salida, para que sea aprobada o rechazada por los chilenos.

Para la elección de la Asamblea Constituyente, a realizarse el 11 de abril próximo, se inscribieron 3.329 candidatos, de los cuales 2.223 se definen como independientes, que representan el 66,4% del total.

Esta cifra me parece relevante, considerando el rechazo generalizado a los partidos políticos y sus dirigentes que se manifiesta constantemente a través de los medios de comunicación.

Mirado con optimismo, esto tal vez refleja que comienzan a escuchar y entender la situación por la que atraviesan.

Esta crítica implacable, aunque merecida, a todo lo que huela a política partidista conlleva peligros importantes. En primer lugar los partidos políticos son imprescindibles para el buen funcionamiento de la democracia representativa y, llevado a la contingencia, distorsiona el fondo de problema, que es la mantención o la eliminación de la constitución de Pinochet.

Aquí es fundamental recalcar que para que un artículo sea incluido en la Constitución a plebiscitar requiere el acuerdo del 66,7% de los constituyentes. Basta que el 33,3% se oponga para que ese artículo quede fuera de la futura Constitución (esto es un absurdo aritmético, 33,3=66,7).

No habrá una nueva Constitución, democrática y expresión de las mayorías, si los que están realmente por eliminar la de Pinochet no obtienen el 66,7% de los constituyentes. Es más, la probabilidad de que ningún artículo que exprese los temas relevantes en discusión en el país sea incluido en la Constitución a plebiscitar, es alto. Esto simplemente porque el mecanismo establecido lo permite. Las consecuencias pueden ser impredecibles.

En relación a los temas prácticos, es cierto que ir en listas unitarias es mejor que la dispersión de ellas. Pero eso no significa necesariamente el triunfo de los que lo logren. En Chile, alrededor del 50% de las personas con derecho a votar, no lo hace. En parte importante porque no creen y desconfían de los partidos políticos tradicionales. Pero ahora existe la posibilidad real de votar por independientes para que elaboren una nueva Constitución. Es responsabilidad de cada uno participar y lograr ese 66,7%, que es imprescindible para lograrlo.

El resultado de la elección de los constituyentes del 11 de abril tiene un alto grado de incertidumbre. Por primera vez en la historia de este país, las personas podrán participar en la elaboración de una nueva Constitución y por primera vez en la historia del mundo la Asamblea elegida tendrá un carácter paritario entre hombres y mujeres. Nadie tiene idea de quiénes serán esos 155 constituyentes. Lo que está claro es que no será un grupo de expertos constitucionalistas (aunque obviamente habrá apoyo de ellos) los que elaborarán esta Constitución. Además 18 de ellos representarán a pueblos indígenas.

Insisto, lo esencial es elegir personas que realmente estén por eliminar la constitución de Pinochet, vayan en las listas que vayan. Allí hay que centrar los esfuerzos.