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Por qué un nuevo Pacto Social (o una nueva Constitución)

Por Hugo Cox.- En varios artículos he planteado la necesidad de elaborar un nuevo contrato social, o pacto social, en el entendido que el actual ya está agotado. En las siguientes líneas intentaré explicar por qué.

Asistimos en el último tiempo a una serie de actos delictivos y de corrupción, en una serie de instituciones como en el Poder Judicial, la Iglesia, Fuerzas Armadas y de Orden, el sistema político, que lesionan gravemente la fe pública, y por lo tanto al sistema democrático. Esto en un contexto en que el sistema que no da cuenta de los conflictos que se dan en el seno de la sociedad, y que el modelo imperante no está en condiciones de solucionar.

En términos concretos existen cuatro fenómenos que pueden ayudar a explicar el por qué:

  1. Revolución tecnológica, en que se pasa de lo analógico a lo digital, permitiendo, por ejemplo, la democratización de las comunicaciones y ejerce un rol de mayor control.
  2. Cambios profundos en la demografía nacional.
  3. La globalización, que se ha transformado en el marco de referencia, desplazando al Estado–Nación.
  4. La revolución conservadora, hegemónica desde la década de los ochenta del siglo XX, y que plantea las virtudes del individualismo, en que cada uno vela por su situación en desmedro de principios mínimos de solidaridad social.

Las cláusulas de todo contrato social no son inmutables y menos tienen un carácter natural, sino que cambian dependiendo de las circunstancias y transformaciones de cada momento histórico y de las correlaciones de fuerzas entre los componentes de los grupos.

Los efectos del modelo capitalista financiero desarrollado en esta parte de América del Sur, y a su vez producto de la crisis económica del capitalismo en el 2008, (crisis de la cual aún no se sale) han exacerbado las dudas del ciudadano, en la convivencia pacífica entre un sistema democrático y un capitalismo financiero. Los mercados no son eficientes en muchas áreas: el mercado del trabajo es el más ineficiente, crea grandes inequidades en la distribución de los ingresos, y por su parte, el sistema político democrático que obtiene su legitimidad corrigiendo las fallas del mercado, no lo hace, por lo que surge la decepción y desafección frente a la política y al sistema capitalista en su actual versión.

Buena parte de la población está menos protegida y otra, sencillamente, no lo está en lo social, y se vuelve más incrédula y desconfiada, de modo que solo considera a la democracia si resuelve sus problemas. Para ellos, por lo tanto, la democracia es meramente instrumental, y constatan que sus representantes políticos no solucionan sus conflictos para tener acceso a una vida de mejor calidad.

Por otra parte, hoy surge un nuevo elemento que aumenta el conflicto aún más y que hace que actual contrato social sea sobrepasado. Este nuevo elemento es el pacto entre generaciones, donde el mayor desafío que se presenta es recuperar el contrato social entre generaciones y por tanto es el mayor desafío de las democracias,

Hoy en día muchos sienten su futuro roto, ya que en términos muy concretos, se han reducido sus expectativas de un futuro como el que les habían anunciado; encuentran que el futuro es no es de ellos, sus expectativas económicas y emocionales tienen una fuerte tendencia a desparecer, sus escenarios son de precariedad y de inseguridad vital, ya que esa inseguridad no solo es económica sino además cultural, sobreviven en la incertidumbre y sin trabajo estable, por lo tanto el futuro es incierto, es lo que denominan un “proletariado emocional” (J.M.Valle).

En síntesis: Si no se discute pronto qué país queremos construir y traducir eso en un nuevo contrato (Nueva Constitución), que implique incorporar al pacto a esas generaciones olvidadas- con un desarrollo más homogéneo, lo que implica más democracia y una economía con solidaridad social- el espiral de desencuentros será mayor, transformándose en un factor para desechar la democracia que tanto ha costado construir.