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Una esperanza frente al calentamiento global… ¿está en Chile?

ElPensador.io.- La científica británica Katie Lamb publicó un artículo en un medio especializado llamado The Conversation, en el que propone una tecnología que puede convertir el Dióxido de Carbono en otro gas, pudiendo disminuir su presencia en la atmósfera y combatir el calentamiento global. ¿El problema? Según Lamb -doctora en Química en la Universidad de York, es una tecnología demasiado cara aún.

Según señala, un estudio reciente realizado por un equipo de científicos japoneses, destacado por la Royal Society of Chemistry del Reino Unido, describió cómo un catalizador basado en el metal llamado Renio convierte el Dióxido de Carbono (CO2) en Monóxido de Carbono (CO). El Monóxido de Carbono, aunque es venenoso, es útil ya que puede usarse para formar químicos y combustibles como el Hidrógeno y el Metanol.

De hecho, el catalizador es extremadamente activo y puede funcionar con Dióxido de Carbono en concentraciones muy bajas, pero el sistema aún no es ideal. El Renio es muy raro: se encuentra principalmente en Chile y Kazajstán, y se estima que tiene una abundancia de menos de 10 partes por billón en la corteza terrestre (equivalente a 0,000001%). Para poner eso en perspectiva, el aluminio es 8 millones de veces más abundante y representa aproximadamente el 8% de la corteza terrestre.

El propio Renio se utiliza principalmente para fabricar álabes de turbinas en motores a reacción de aviones. Si este metal se utilizara para enfrentar el cambio climático a nivel mundial, los recursos disminuirían y su precio aumentaría. Esto tendría un efecto en cadena en la fabricación industrial.

Su baja abundancia también significa que producir este catalizador sería caro. Por lo tanto, es poco probable que se siga un modelo de negocio global para la utilización mundial de Dióxido de Carbono basado en Renio.

Según Lamb, es posible desarrollar catalizadores que sean más sostenibles y amigables con el medio ambiente. Esto se relaciona con los principios de la «química verde» que ha existido desde la década de 1990 y se ha ido fortaleciendo.

“Soy uno de los numerosos investigadores de todo el mundo que utilizan metales relativamente abundantes y, por lo tanto, más sostenibles para la conversión del dióxido de carbono. Colegas y yo recientemente desarrollamos un catalizador de aluminio, por ejemplo. Tiene sentido usar aluminio, ya que es uno de los metales más abundantes en la corteza terrestre y se ha mostrado prometedor en la utilización del dióxido de carbono. Este catalizador puede convertir el dióxido de carbono en carbonatos cíclicos, productos comercialmente valiosos utilizados en baterías, productos farmacéuticos y polímeros. El catalizador también se puede «regenerar» una vez que su reactividad se ha ido y se puede reutilizar varias veces”.

No obstante, dice que “la investigación de metales raros sigue siendo un área interesante para explorar y conducirá a nuevos descubrimientos químicos que los metales abundantes no podrían producir. La impresionante actividad catalítica de los catalizadores de renio no debe ser ignorada”.

“En última instancia -concluyó- debemos desviar más esfuerzos hacia la reducción sostenible del cambio climático lo antes posible. Como dijo David Attenborough en la reciente cumbre de la COP24 en Polonia: ‘Si no actuamos, el colapso de nuestras civilizaciones y la extinción de gran parte del mundo natural están en el horizonte’».