Por José María Vallejo.- Tras lo ocurrido en Venezuela el domingo pasado, es importante separar el grano de la paja, y analizar frente a qué tipo de régimen estamos. En mi opinión, se trata de una tiranía, un tipo de administración del poder que tiene, a mi juicio, ciertas particularidades. Al entenderlas bien podremos darnos cuenta de por qué las elecciones fueron y serán una estafa en ese país, y por qué el régimen chavista -con o sin Maduro- no soltará el poder.
1.- La guerra permanente
Una tiranía se sustenta en la guerra permanente, y por lo tanto, en tener enemigos. Los internos y los externos vienen siendo parte del mismo relato. La tiranía venezolana iniciada por Hugo Chávez y exacerbada por Nicolás Maduro no puede dejar de tener enemigos y por eso no puede soportar términos medios (es incompatible con el maniqueísmo tiránico), de manera que cualquier cuestionamiento es sinónimo de estar en su contra.
Por eso, por ejemplo, la amenaza permanente de “yo o un baño de sangre”, “yo o el caos”, tiende a ser un tipo de relato típico de las tiranías.
2.- Sistemas de concentración del poder
Las tiranías concentran el poder. No son monarquías, sino mecanismos complejos de sostenibilidad del poder (económico, militar y político) para mantener las prebendas y privilegios de una elite. No dependen del tirano, sino del sistema del que el tirano es sólo un rostro. Esa es la razón por la que Maduro ha llegado a durar tantos años como el mismo fundador de la tiranía, que fue Hugo Chávez. Por eso, además, no prenden las promesas de transición, porque en el caso venezolano no depende de que se vaya Maduro, sino de la desarticulación del complejo sistema de poder.
3.- Los derechos transformados en regalos de la tiranía
El poder de una tiranía es centrípeto, por una parte, al atraer a los marginales al sistema de privilegios y convertir los beneficios económicos en un regalo (de la tiranía), dejando de ser derechos. Por ejemplo, el orden, el acceso a cargos, los permisos para empresas y profesionales… la actividad económica y social en general se transforma en una dádiva graciosa del tirano. Y, por otra parte, el poder también es centrífugo, porque desplaza a todos los que no acaten.
4.- Poder militar
Las tiranías se sostienen sobre el poder militar. Las armas son su fuente de legitimidad. Por eso, el primer movimiento de una tiranía es la reforma de las Fuerzas Armadas, generando una oficialidad leal. Con el control militar y policial, a las tiranías les da lo mismo si el pueblo de desgañita gritando en las calles. Eventualmente, por las buenas o por las malas, el orden será restablecido.
5.- Apoyo de otras potencias
Las tiranías (particularmente las anticapitalistas) se sostienen bajo el paraguas de alguna superpotencia. En el caso de las latinoamericanas, en el contexto de la Guerra Fría (la antigua y la nueva) se basa en los movimientos geopolíticos de Rusia y China. Venezuela en particular recibe el apoyo de la autocracia Rusia.
6.- Disponibilidad de recursos estratégicos
Botar a una tiranía sería fácil si se tratara de un país sin recursos estratégicos. Las tiranías, por lo tanto, suelen sostenerse sobre el control de un recurso clave: petróleo, por ejemplo, en el caso de Venezuela. El control de un recurso clave le da la posibilidad de negociar o de enfrentarse a otras potencias.
7.- Construcción de la verdad
Las tiranías, como en la distopia orwelliana, dependen de la construcción de una verdad propia, sobre la base de relatos míticos y mentiras (hoy, fake news), que sostienen la narración maniquea donde el sostén del tirano son los buenos, poseedores de la verdad, y los contrarios con malos, depositarios de la mentira. Las tiranías, por lo tanto, dependen del control de los medios, de la difusión y del control. La censura y la capacidad de manejar a la prensa son fundamentales en este tipo de regímenes.
8.- Control de la justicia
Las tiranías tejen una red poderosa en torno al poder judicial, o lo suplantan de frentón. Así, no sólo se aseguran de que cualquier intento dentro del sistema para demandar derechos ante la tiranía puede ser frenado, sino también les permite fácilmente la criminalización de los opositores, la mayoría de las veces bajo cargos falsos.
9.- Origen “popular” y legitimidad
La mayoría de las tiranías basan su relato sobre la base de un origen popular. Parten como revueltas contra oligarquías o como una representación “legítima” del pueblo. La masa, por tanto, está en su génesis. Y desde esa plataforma intentan sostener la legitimidad para siempre. Si tuvieron el apoyo del pueblo en el origen, suponen que el pueblo siempre estará con el régimen… o al menos lo argumentan.
De este modo, para buscar la legitimidad por medios democráticos, tienen la obligación interna -en la lógica del complejo entramado de poder- de obtener “siempre” el apoyo del pueblo en las urnas, para lo cual controlan los sistemas electorales, por la fuerza o por medios tecnológicos.
10.- Control legislativo
Las tiranías deben legitimar su construcción de un sistema de reglas. Por ello, o por decreto o por asambleas prácticamente designadas, deben mantener la intervención sobre los representantes populares para que las leyes sostengan la coherencia del régimen.
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