Por Alejandro Félix de Souza (desde Panamá).- Mis últimos viajes a Uruguay fueron ocasiones de volver a hacer esos “viajes a uno mismo”, y recordar mi divina adolescencia, ese “Sturm und Drang”, esa “tormenta y pasión”, que fueron esos años inolvidables, de profundización dedicada en el descubrimiento de grandes pensadores, matemáticos, científicos, artistas, creadores, inventores e innovadores, y líderes políticos.
Descubrir a Immanuel Kant a mis 16 años, así como a los grandes íconos de la Ilustración y la Modernidad (quizás la época de mayor concentración de talento multinacional en Occidente), fue como abrir una ventana a un universo nuevo.
Esto fue gracias al fantástico y en cierta medida iconoclasta “Introducción a la Filosofía” del gran maestro de la filosofía argentina, Don Vicente Fatone, que, con gran claridad y precisión, presentó la figura del pensador de Königsberg como un faro en la vastedad del pensamiento filosófico.
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La de Kant, como la de mi adolescencia (años 1983-1984), era una edad de preguntas esenciales: ¿Qué es el deber? ¿Qué es la libertad? ¿Cómo conocemos el mundo? Kant se presentó como un guía en ese laberinto, no ofreciendo respuestas fáciles tipo “Alka-Seltzer” (dame los beneficios en pocos segundos), sino brindando un método fiable para plantear las preguntas adecuadas.
Ahora, tres siglos después de su nacimiento, reflexionamos sobre su legado no solo como un hito intelectual de Occidente, sino como un marco desde el cual América Latina puede comprenderse a sí misma y proyectarse hacia el futuro. Este Alejandrario busca rendir homenaje a su relevancia universal y a su resonancia personal en mi vida.
Y ya comencé a homenajearlo este año (aunque la publicación ocurrirá en el primer semestre de 2025), al incluirlo en la parte II de mi monumental obra “Timeless Insights on A.I.: Artificial Intelligence through the eyes of History’s Greatest” que se publicará en inglés, y que pronto comenzará su etapa de diseño final (aunque aquí les mando un abrebocas de lo que viene).
1.- Kant: El Arquitecto de la Razón Crítica
La obra de Immanuel Kant transformó el pensamiento occidental al ofrecer un sistema filosófico que reconciliaba dos grandes corrientes: el empirismo y el racionalismo. Su “Crítica de la Razón Pura” estableció un «tribunal de la razón», explorando los límites del conocimiento humano y sentando las bases de la epistemología moderna. Kant argumentó que nuestra experiencia del mundo no es una simple copia de la realidad, sino que está estructurada por las categorías del entendimiento y el espacio-tiempo, que son inherentes a nuestra mente.
Más allá de la epistemología, Kant brindó al mundo una ética universalista basada en el imperativo categórico: «Actúa de tal manera que la máxima de tu acción pueda convertirse en una ley universal.» Este principio, que apela a la dignidad y autonomía de cada ser humano, se ha convertido en un fundamento ético para los derechos humanos y la convivencia global.
En el ámbito político, su ensayo “La Paz Perpetua” plantea la idea visionaria de una federación de estados republicanos basada en el derecho y la cooperación internacional. Este ideal resuena hoy más que nunca en un mundo enfrentado a conflictos globales, cambio climático y desigualdades estructurales.
2.- La Relevancia de Kant en el Mundo Contemporáneo
Immanuel Kant vive en los debates filosóficos, éticos y políticos del presente. En un mundo de posverdad, donde las certezas son erosionadas por el relativismo y la manipulación, su énfasis en la razón crítica y el rigor intelectual es un llamado a la lucidez. Kant nos enseña que el conocimiento no es solo un ejercicio de acumulación de datos, sino de reflexión profunda sobre cómo entendemos y ordenamos el mundo.
Asimismo, su ética del deber resulta fundamental en un contexto global donde prevalecen la inmediatez y el utilitarismo. El “imperativo categórico” propuesto por Kant nos recuerda que los principios no deben sacrificarse ante las conveniencias momentáneas. Esto tiene implicaciones directas en la lucha por la justicia, los derechos humanos y la construcción de sociedades más equitativas.
En un nivel político, su visión de una comunidad internacional basada en el respeto mutuo y el derecho resuena en el actual esfuerzo por preservar instituciones globales como la ONU, necesarias para enfrentar problemas que trascienden fronteras, como la migración, las pandemias y el calentamiento global.
3.- América Latina y el Pensamiento Kantiano
En América Latina, el legado kantiano tiene un potencial transformador. En una región marcada por la desigualdad, la corrupción y la polarización política, Kant ofrece herramientas para reimaginar un orden social y político más racional, menos populista, y más ajustado al objetivo del bien común. Su insistencia en la autonomía y la dignidad humana contrasta con las estructuras paternalistas y autoritarias que han caracterizado parte de nuestra historia.
La filosofía kantiana puede servir como un marco para repensar la educación en América Latina. Su llamado a la ilustración —»Sapere aude«, atrévete a pensar por ti mismo— es un desafío para empoderar a los ciudadanos a través del pensamiento crítico y la participación activa. Esto resulta crucial en un continente donde la educación a menudo se reduce a la memorización y la obediencia (que se manifiesta en “plegarse al”, o “no irritarlo”) al docente.
4.- La Herencia Kantiana en mi Propia Trayectoria
Kant no ha sido solo una figura distante en mi formación intelectual, sino una presencia constante en mi vida personal y profesional. Como diplomático, asesor de empresas privadas y organizaciones del sector público, analista social y escritor, encuentro en sus ideas un marco para navegar las complejidades del mundo contemporáneo.
En el ámbito de las relaciones internacionales, su visión de una paz basada en el derecho y el respeto mutuo inspira mi trabajo en la construcción de puentes entre Panamá y Uruguay, y, desde mis dos países, al mundo. En mi labor de investigación, de asesoría y de acción empresarial y social, la filosofía crítica de Kant me ha impulsado a cuestionar los supuestos y buscar soluciones éticas, disruptivas y prácticas a problemas concretos, en los que se juega muchas veces la supervivencia de una organización, como en las situaciones de crisis y emergencias. Y en mi papel como escritor, su claridad y rigor me sirven como un estándar a alcanzar.
5.- Celebrando a Kant en su Tricentenario (1724-2024)
En este tricentenario del nacimiento de este pensador fundamental para el mundo, no solo celebramos al filósofo, sino al ideal que representa: la búsqueda incesante de la verdad, la justicia y la libertad. Kant nos recuerda que, aunque imperfectos, somos seres capaces de progreso moral e intelectual. Su filosofía no es un sistema cerrado, sino una invitación a pensar, actuar y soñar con un mundo mejor.
En un mundo fragmentado, su ética y cosmopolitismo nos ofrecen una brújula para navegar los desafíos del siglo XXI. En América Latina, nos inspira a construir sociedades más ilustradas y justas. Y en mi vida, sigue siendo una fuente de claridad y propósito, un recordatorio constante de que la filosofía no es un lujo, sino una necesidad.
Conclusión
Hace 300 años nació un hombre cuya influencia sigue moldeando el mundo. Kant no nos dio todas las respuestas, pero nos enseñó cómo buscarlas. Su pensamiento resuena en las grandes luchas de nuestro tiempo y en los pequeños dilemas cotidianos que enfrentamos.
Descubrirlo a los 16 años fue uno de los momentos más transformadores de mi vida, y en este aniversario, celebro no sólo su legado, sino el privilegio de haberlo encontrado.
En mi biblioteca tengo dos de los “best-sellers” que Kant publicó en vida, ambos en edición original. Uno es la “Crítica de la Razón Práctica” publicado en 1797, y el otro, su último libro (unos años antes de fallecer en 1804), la 2ª edición de su “Antropología desde un punto de vista pragmático”, publicada en 1800. Tener estos libros en mis manos es una manera de tenerlo aún más presente en mi vida y en mi pensamiento. Claro que Kant no sólo pertenece al pasado; vive en cada acto de razón, justicia y libertad. Y al recordarlo hoy, reafirmamos nuestra fe en un mundo donde el pensamiento crítico
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