El cuidado del medio ambiente y por sobre todo del agua debe transformarse en una prioridad para todos de tal manera que podamos alcanzar lo propuesto por la ONU, de llegar al 2030 una cobertura universal de agua potable a un precio asequible para todos los habitantes, dice la académica Nathalie Orellana.
Por Nathalie Orellana.- Si bien es de conocimiento general que la Tierra está compuesta por aproximadamente 70% de agua, sólo un estimado de 0,5% está disponible para el consumo de las diversas poblaciones y, lo que es más grave aún, el 26 por ciento de la población mundial no tiene acceso a agua potable y el 46% no posee correcto saneamiento de la misma, a pesar de que se ha establecido como un derecho humano.
El Día Mundial del Agua nace en 1992 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro y, un año después, la ONU declaró oficialmente esta celebración mediante una resolución pública que ha permitido generar la evaluación del recurso hídrico en el mundo.
Ver también:
Derecho humano al agua y crisis hídrica en el proceso constituyente
Gestión del agua y conocimiento local
El uso del agua con visión de futuro
Año a año se señalan las problemáticas asociadas a este recurso bajo un lema que realza la importancia de su cuidado, destacando este 2024 el lema “Agua para la Paz” que hace alusión a que, dado que es un recurso escaso, es capaz de generar conflictos entre países por su propiedad, especialmente en aquellos en que el agua atraviesa las fronteras.
Este último punto es importante pues, si bien el agua está reconocida como un bien común y un derecho humano, si una nación hace uso indebido de ella por encontrarse en su territorio o los índices de contaminación son altos por la industria, esto afecta de manera directa al país que recibe esa agua post frontera, perjudicando su uso.
Es por ello que las Naciones Unidas han declarado como uno de sus objetivos de desarrollo sostenible alcanzar agua limpia y saneamiento, el cual busca generar el cuidado y bienestar de la salud del ser humano, así como también mejorar la producción agrícola.
A pesar de estos esfuerzos, el agua no está libre de las consecuencias que el cambio climático puede traer. La disponibilidad de agua libre de contaminantes producto de partículas provenientes de incendios forestales, cambios en el pH generado por los gases de efecto invernadero, pueden aumentar el gasto económico que significa el tratamiento de agua para su potabilidad y por ende la cantidad real de utilización por el ser humano, puede verse disminuida.
Asimismo, el aumento en las temperaturas ha estado generando desde hace unos años el crecimiento de áreas desertificadas debido a la escasez hídrica y la disponibilidad de este recurso se hace cada vez menos predecible.
Por lo tanto, el cuidado del medio ambiente y por sobre todo el recurso hídrico debe transformarse en una prioridad para todos de tal manera que podamos alcanzar lo propuesto por la ONU, de llegar al 2030 una cobertura universal de agua potable a un precio asequible.
Para lograrlo, se debe mejorar el tratamiento de aguas residuales, disminuir contaminantes químicos en cauces de ríos y junto con ello, aportar con medidas que retrasen el calentamiento global, buscando alcanzar un aumento máximo de 1,5 grados centígrados en las temperaturas promedio anuales, por ejemplo, evitando la tala de árboles, importantes para la recuperación de agua y disminución en la cantidad de CO2.
Nathalie Orellana Apiolaza es académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Central