El miedo es un instrumento de poder cuando se utiliza para manipular las emociones y las decisiones de las personas y genera un clima de inseguridad y desconfianza, debilitando lazos sociales, dice Hugo Cox.
Por Hugo Cox.- Hoy no se necesitan golpes de estado, como en la década de los 70, para terminar con la democracia.
Actualmente, el miedo se ha transformado en un instrumento de la política que desestabiliza a la democracia, y la política vehiculiza dicho miedo a través de una comunicación difusa que va alterando los patrones de comportamiento de la ciudadanía, de manera que la sociedad toda internaliza el miedo.
Tanto las filósofas Adela Cortina como Hannah Arendt han profundizado en el análisis del miedo como instrumento de poder y control político. Ambas coinciden en señalar la peligrosidad del miedo como herramienta para manipular a las masas y socavar las libertades individuales.
Las consecuencias que ambas señalan sobre el uso del miedo son negativas: la pérdida de la libertad para imponer una visión de mundo y el silenciamiento de las voces disidentes.
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También afirman que el miedo se transforma en un instrumento de poder cuando se utiliza para manipular las emociones y las decisiones de las personas y, por otra parte, genera un clima de inseguridad y desconfianza, debilitando lazos sociales y dificultando la construcción de una sociedad justa y democrática.
Frente al miedo, el ciudadano normal se transforma en espectador de los hechos y deja de lado el sentido común, la noción de realidad y verdad, para creer lo que le están contando, aunque sean cosas imposibles.
Crear dicha situación es el rol que juega una comunicación difusa.
Los antídotos
La comunicación difusa de la realidad es el motor que genera el miedo y por lo tanto, lo que queda es construir herramienta políticas para combatir estas prácticas, promoviendo sociedades más libres y justas.
Las principales herramientas son la educación y la formación de ciudadanos críticos.
Y en lo referido al miedo que genera el narcotráfico y el crimen organizado -donde ha ido permeando la tensión y la sensación de impunidad e indefensión- se deben fortalecer las instituciones vinculadas a combatir esos fenómenos.
Sin embargo, asistimos constantemente a un proceso que intenta horadar dichas instituciones. Ejemplos sobran.
La información veraz es básica y debe ser oportuna sobre la situación de seguridad, desmitificando rumores y fomentando la confianza en las instituciones.
Además, se deben integrar al combate del miedo a todo los sectores de la sociedad: gobierno, Poder Legislativo, Poder Judicial, sociedad civil, sector privado y ciudadanía. Además es básica la rendición de cuentas y la transparencia y fortalecer los mecanismos de control ciudadano.
Enfrentar el miedo que origina, por ejemplo, el crimen y el narcotráfico, es un proceso complejo y a largo plazo que requiere la participación de todos los actores de la sociedad.
Al fortalecer las instituciones, prevenir el delito atender a las víctimas, promover la comunicación veraz, incorporar a la ciudadanía en forma real, abordar las causas profundas de la violencia que genera miedo, es posible construir sociedades más seguras y justas.