Nuestro lector, Luis Cárdenas Graide, critica la actitud de la iglesia católica, bajo el pontificado de Francisco, en torno a los casos de abuso sexual de eclesiásticos.
Sr. Director:
Ante el deceso del papa Francisco, líder del catolicismo, ciertos sectores elogiaron sus reformas, en especial sobre el abuso sexual de menores por sus sacerdotes. Sólo acostumbrados a los «tiempos de la Iglesia» se las consideraría oportunas; más aún cuando la exageración en las virtudes católicas de la prudencia, esperanza y caridad con los perpetradores las degenerara en vicios contra los tiempos de sus víctimas.
La ONU le indicó (2014) que se obligara a denunciar ante la justicia civil. Cuando obligó (2019) fue a informar ante autoridades diocesanas —jueces y parte—, considerando optativa y sólo aceptable la instancia civil; pero siempre resguardando el secreto de confesión, sí valorado sacrosanto; a diferencia de Alemania o Argentina. La ACNUDH le acusó (2021) de obstruir y no cooperar con la justicia.
Recién ante la renuncia de Hans Zollner —cofundador de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, denunciando opacidad— y el caso Rupnik, tras presiones y fuertes críticas flexibilizó (2023) sus pretensiones de prescripción para salvar a sus colegas en vez de los niños.
Las autoridades y católicos genuina y materialmente dispuestos a proteger a la infancia necesitan de un periodismo crítico que les ayude a desmontar el encubrimiento sistemático amparado institucionalmente por su fe.
Atte.,
Luis León Cárdenas Graide
Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile