Por Hugo Cox.- Noam Chomsky, filósofo y sociólogo norteamericano, tiene un estudio sobre el rol de los medios para distraer de los problemas de fondo y la forma en que recurren a la información que apela a las emociones.
Todos los días asistimos en forma recurrente a la creación de “hechos” en la agenda política que recurren al camino emocional. El mensaje va destinado a desactivar los lados pensativos de las personas, despertando emociones, y llegar al inconsciente. Es por eso que estos mensajes están llenos de contenido emocional.
Utilizan las emociones para ser capaces de captar solo el significado general del mensaje, pero no los significados específicos. Esta es otra forma en que se cercenan las habilidades de pensamiento crítico de las personas.
En Chile asistimos hoy en día a discusiones vinculadas, por ejemplo, al control de identidad de menores de catorce años o la admisión “justa” en los colegios, o el uso de la política exterior en función de la política interior, cuando toda la experiencia empírica disponible no avala el tomar decisiones como las antes mencionadas.
Estos casos son un ejemplo de que la comunicación se ha convertido en publicidad, y la comunicación política en propaganda. Para oponer esa conversión, ha sido necesario que la información se transforme en desinformación, es decir, que el conocimiento y transmisión del acontecer real no fuesen posibles debido a que los datos disponibles se refieren a otra realidad, producida por falsificación.
Desinformar no es solo informar mal o manipular la información, haciendo imposible que pueda existir cualquier otra que ofrezca contenidos distintos a los suyos. Se trata de un proceso de falsificación progresiva que desemboca en una falsedad radical.
Cuando el discurso hegemónico se vale de la desinformación como información en defensa de intereses que también son hegemónicos, estos “sí o sí” se contraponen con un sistema democrático. Por este motivo es necesario el pluralismo en la información, la posibilidad de que la opinión pública decida libremente, esquema en que es esencial evitar la concentración de los medios y el control de la información.
El informar es un derecho humano al igual que ser informado. La esencia de la democracia no es el consenso, como desean quienes defienden los intereses de los grupos económicos hegemónicos, que lleva a la verdad única, al mensaje único.
En síntesis se camina por una línea muy delgada, esta es una arista más de la falta de tolerancia de ciertos grupos y un desprecio a la democracia, y una ética pública muy débil y que forman parte de una larvada crisis de credibilidad y confianza pública.