Señor Director:
Supongamos que, como dicen sectores conservadores, existe un enemigo con gran capacidad de organización y acción. Un grupo antisistema que fue capaz de quemar, no sólo una estación de metro, sino 18, al mismo tiempo, utilizando elementos que no se encuentran disponibles en el mercado.
Supongamos que efectivamente existe un grupo anarquista o antisistema, cuyo objetivo es generar el caos, desestabilizar el país, detener la producción, etc… toda esa verborrea de los sectores conservadores.
Pues, ¿por qué se detuvieron luego de desactivar la red de metro? ¿Por qué no siguieron con ferrocarriles (incluyendo las vías mineras)? ¿Por qué no se echaron un par de puentes carreteros? (tenemos caleta) ¿Por qué no sabotear un par de mineroductos?
Ninguna infraestructura productiva crítica fue atacada en más de 4 semanas de movilización (cuando hubo más oportunidades).
Ni siquiera con los militares cuidando áreas urbanas se habría podido evitar la destrucción vial del país, si realmente hubiese habido una organización con la voluntad subversiva y la capacidad de acción que se le imputa (y requerida para destruir el metro como ocurrió).
Chile es particularmente frágil desde un punto de vista de conexión vial. ¿Por qué parar entonces?
Ningún árbol plantado por una forestal ha sido quemado. Mucho menos una hectárea. ¿Por qué no atentar contra las forestales que son símbolo de la preferencia estatal por los privados?
¿Se les acabaron las ganas de destruir el sistema y prefirieron concentrarse en las barricadas, peleando con los gases lacrimógenos, químicos del zorrillo y destruir supermercados?
Si estos grupos fuese anti sistemas y anti imperialistas, ¿no habrían atentado contra algún Mc Donald’s o Starbucks? Mucho más cercano al imaginario de las últimas décadas.
En medio de esta sobredosis de información y datos, un tema importante es diferencia la destrucción estructural, de la destrucción comercial (donde hay mucha pyme y negocios familiares), de la violencia perimetral a las marchas y concentraciones (primera línea), del movimiento social; incluso de las demandas sociales.
Como también, dado que grupos que se oponen al sistema existen, hay que separar el deseo de acabar con el sistema, de la posibilidad de hacer algo al respecto, de ejecutar acciones consistentes, de tener éxito, de desaparecer luego.
Objetivamente, no estamos en guerra. No hay daño estructural al sistema productivo, ni al energético.
Hasta ahora, a lo únicos que he escuchado hablar de guerra y confrontación entre nacionales ha sido a los sectores conservadores y nacionalistas de derecha.
Mauricio Vargas, Capitán del Partido Pirata