La vida de Giordano Bruno da luces sobre la osadía filosófica y científica del pensador, así como de la despiadada persecución del pensamiento libre.
Por Jonathan Fernández Figueroa.- En no pocas etapas de la historia personajes sobresalientes han sido silenciados, torturados y ejecutados por la ignorancia e indiferencia de la sociedad en el tiempo que les tocó vivir o, en su defecto, porque sus atribuciones revolucionarias han amenazado con trastocar intereses de poder y que, de una forma u otra, influyeron en el ordenamiento político, económico y/o religioso hasta nuestros días. Este es el caso de Giordano Bruno, filósofo, matemático, físico, teólogo, astrónomo, astrólogo y poeta renacentista italiano, cuya muerte dramática dio un especial significado a su obra. Nació en Nola cerca de Nápoles en 1548, y su nombre de pila era Filippo; pero adopto el nombre de Giordano al ingresar a la orden de predicadores, con los que estudió la filosofía aristotélica y la teología tomista.
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Desde el principio se caracterizó por su controversial actitud en su adoctrinamiento al rechazar imágenes de santos y solamente aceptar el crucifijo. En 1566 tuvo lugar su primer procedimiento en su contra por sospechas de herejía, el que no próspero y en 1572 fue ordenado monje dominico en Salerno y pasó al estudio de San Domenico Maggiore, donde recibió en 1575 el título de Doctor en Teología de la orden. Pero Giordano era un pensador independiente de espíritu atormentado, y abandonó la orden en 1576 para evitar un juicio en el que se le acusaba de desviaciones doctrinales. A partir de entonces inició una vida bergante que lo caracterizaría hasta el final de sus días.
Después de viajar por Italia y Francia llego a Ginebra, donde abandonó los hábitos, desde entonces, pudo decir con razón que toda la Tierra es patria para un filósofo. Posteriormente visito Génova, Toulouse, París y Londres. En esta última ciudad pasó dos años -desde 1583 a 1585- bajo la protección del embajador francés y frecuentando el circulo del poeta inglés Sir Philip Sidney[1]. Para ganarse la vida se dedicó a la enseñanza de la gramática y cosmología para niños. En la Universidad de Toulouse se doctoró en Teología e impartió enseñanza por dos años (1580 a 1581). Posteriormente escribió la Clavis Magna y explicó el tratado de Anima de Aristóteles. Entre sus afirmaciones teológicas que posteriormente se consideraron heréticas estaba que Cristo no era Dios, sino un mago excepcionalmente hábil; y que el Diablo se salvaría; entre muchas otras cosas igual de polémicas para ese entonces. De igual manera, estudio intensamente las obras Nicolás de Cusa[2], Telesio[3] y adoptó el sistema de Nicolás Copérnico, lo que le valió ser combatido tanto por los católicos como por los protestantes, siendo este el periodo más productivo de su vida, ya que durante estos años escribió “La Cena de las Cenizas” así como el diálogo sobre la “Causa, el Principio y Uno”. Posteriormente, en Londres se dedicó también a enseñar en la Universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana atacando al tradicional sistema aristotélico. En el año 1585 retó a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College de Cambray donde fue ridiculizado, atacado físicamente y finalmente expulsado del país.
Durante los cinco años siguientes vivió en diferentes sitios del centro y este de Europa, dedicándose a escribir muchos trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria, también demostró que, con un método equivocado, el sol es más grande que la tierra.
Una época de cambios
El siglo XVI fue una época de grandes cambios. España y Portugal descubrían el Nuevo Mundo al arribar sus flotas al continente americano; la Iglesia Cristiana sufría grandes divisiones por diferentes puntos de vista; en 1517 se inicia la Reforma Protestante por Martín Lutero[4] y en 1531 Inglaterra corta con el papado romano y proclama a Enrique VIII[5] como cabeza de la Iglesia Anglicana; en Francia se desatan las guerras de religión entre católicos y calvinistas siendo una época muy violenta y peligrosa. Pero, por otro lado, en el ámbito cultural e intelectual, al siglo XVI se le conoce como el siglo de los genios por la aparición de Leonardo Da Vinci[6], Miguel Ángel[7] y Rafael[8], reconocidos exponentes del arte renacentista.
Hace ya 472 años nace uno de los espíritus más inquietos e indomables de la Europa del siglo XVI, Giordano Bruno, filósofo, matemático, físico y astrónomo renacentista italiano, que desarrolló un espíritu universal con el que intentó abrazar las costumbres de otros pueblos y hacer que la filosofía rompiera las fronteras y volviera a su concepción griega como forma de vida. Asimismo, sus revolucionarias ideas sobre el universo le valieron una implacable persecución hasta su condena a muerte por parte de la Inquisición[9]. En este sentido, según el escritor e historiador Isaac Asimov[10], su muerte tuvo un efecto disuasorio en el avance científico de la civilización, particularmente a las naciones católicas pero, a pesar de esto, sus observaciones científicas continuaron influyendo en otros pensadores y se le considera uno de los precursores de la revolución científica en la historia de la humanidad. Pero, ¿cómo se formó intelectualmente Giordano Bruno?, ¿qué nueva visión sobre el universo desarrolló en el siglo XVI?, ¿qué argumentaba para asegurar que el universo era infinito?, ¿en qué sentido aseguraba que la muerte no existe?, y ¿por cuáles ideas Giordano Bruno fue condenado como hereje por la Inquisición?
Esta heroica vida del astrónomo y filósofo renacentista Giordano Bruno, parte en Nola en el año 1548 en el seno de una familia noble y en un pequeño pueblo de la región italiana de La Campania[11] muy cerca de la ciudad de Nápoles. Ejerción influencia en él el hecho de crecer a las faldas del volcán Vesubio, pues era de temperamento bastante vivaz y dinámico -como bien decía, “por su sangre corrían cenizas del Vesubio”- aptitudes que le acarrearían problemas, pero que también moverían a media Europa.
Tras sus primeros años escolares Filippo, que era el verdadero nombre de nacimiento de Giordano Bruno, “a los catorce años fue enviado a Nápoles a estudiar, y en 1565 ingresó como novicio en el convento Dominico de San Domenico Maggiore[12] en Nápoles, ordenado sacerdote en 1572” (Ruiza, Fernández, & Tamaro, 2004), pero desde su ingreso manifestó un tipo de inconformidad ante las exigencias y los dogmas de dicha comunidad. Este acceso al convento es muy interesante, porque eran los centros donde, en la época, estaba el conocimiento, la educación, los libros, las grandes bibliotecas y su espíritu inquieto lleva a su padre a ingresarlo en este convento, pero no conseguía encajar con determinadas imposiciones, como el hecho de adorar a una gran cantidad de amuletos o de reliquias religiosas que él no consideraba que tuviera mucho sentido.
Una vez que se ordena, Bruno comienza el ejercicio del sacerdocio y en sus misas empieza a manifestar ideas heterodoxas sobre los misterios de la Trinidad y otros dogmas de fe, especialmente en cuestiones como la resurrección de la carne y de los muertos. Investigaba, leía muchas cosas cuestionando dogmas impuestos que no le terminaban de convencer. No comprendía la Trinidad, debatía sobre el tema y el asunto de esperar una resurrección de los muertos en un futuro para unir de nuevo el alma con un cuerpo ya muerto. Lo discutía, lo criticaba y eso le acarreó muchos problemas, llevándolo finalmente a la muerte siendo incluso sacerdote dominico. Además, lo lleva a un proceso que ya cuando era estudiante se pasó por alto, pero que siendo sacerdote lo complicaba más por exponerlas en público.
Cuando ingresó al convento dominico de San Domenico Maggiore Giordano Bruno aún se llamada Filippo Bruno. Luego se cambia su propia denominación cuando empieza su función sacerdotal firmando en sus escritos “Giordano Bruno Nolano”. en honor a su pequeño pueblo natal. Sería el nombre que usaría el resto de su vida. En el convento -en las mismas aulas donde impartió clases Tomás de Aquino[13]– conoció la filosofía de Aristóteles[14] y la enseñanza moral, ética y la cosmovisión principalmente de Ptolomeo[15].
Para entonces, toda la escolástica[16] aristotélica influía y esa influencia luego también la recibe, la acepta y la adopta de Marsilio Ficino[17], Giovanni Pico Della Mirandola[18] de todo ese fuego renacentista que había emergido en Florencia en la Europa del siglo XVI. La fuente del conocimiento era el aristotelismo y en él la tierra era entendida como el centro del cosmos. Giordano Bruno había estudiado a Aristóteles desde muy niño y sin duda admiraba sus tratados sobre lógica y ética. No obstante, planteaba otras posibilidades cosmológicas. Sin duda admiraba a Aristóteles por todo lo que conllevaba a nivel de ética y el estudio exhaustivo de la física. Sin embargo, cuando se explicaba el universo, el sistema solar, veía grandes errores. Ya los Pitagóricos[19] habían hablado que había un fuego central y que la tierra circulaba en una órbita alrededor de este fuego; Aristarco de Samos[20] en el siglo II, plantea que el sol estaba en el centro del universo y que la tierra se movía a su alrededor. Pero todo esto cambia, a través de la concepción aristotélico-ptolemaica. Para entonces también estaba Copérnico[21] que por aquella época también influye enormemente sobre Bruno, planteándose que la concepción del mundo, como la tierra estática, se debe una falsa utilización de los sentidos y de la mente.
Es por ello que la mente inquieta de Bruno le llevó desde muy joven a indagar y a consultar otras fuentes incluso aquellas que estaban en la lista de libros prohibidos. Posteriormente, va a citar a los Pitagóricos, a Platón[22], Plotino[23] a Ovidio[24], a Lucrecio[25], Virgilio[26] Séneca[27] y especialmente los textos egipcios atribuidos a Hermes Trismegisto[28], los Libros Herméticos[29], empezando a plantearse y cuestionarse la educación del momento y considera que no sólo se ha subvertido la imagen del universo reduciéndolo a una arquitectura finita y limitada, sino que se ha falseado la relación del ser humano con Dios. Es, a juicio de Bruno, una especie de alienación que considera que hay uno arriba (que es bueno, divino y perfecto) y uno abajo de la tierra donde está la decadencia, la corrupción. Nuestro sabio veía una contradicción, pues ese “abajo” es en realidad el centro de todo el universo. Más contradictorio si se describe este universo como heterogéneo y jerarquizado.
Cuando estudia la filosofía atemporal de los griegos, de Plotino, de Platón, de Pitágoras, y cuando lee los Textos Herméticos, habla de una vida que lo traspasa todo, de un universo inteligente. “Esta falta estaba considerada de tanta gravedad que el Prior Ambrogio Pasque, quien ya se había hartado de su díscolo pupilo, no vaciló en comunicar lo ocurrido al padre provincial para que Bruno respondiera a la acusación de herejía, un crimen que conllevaba la excomunión y, en casos extremos, a la muerte por el fuego” (White, 2002, p. 11).
Célebre en toda Europa
Giordano Bruno abandonó el Monasterio motivado por el riesgo de vida frente al peligro de que fuera acusado de herejía por sus ideas. Cuando se entera de que en Nápoles hay un proceso en su contra, deja esa ciudad y se va a Roma. Pero sus amigos le dicen que ya hay noticias de lo que ha dicho y ha divulgado y, por lo tanto, se ve obligado a dejar los hábitos y comenzando su periplo por diferentes ciudades de Europa durante los siguientes 15 años.
En primer lugar se traslada a la ciudad suiza de Ginebra, donde apunta a que la filosofía es una empresa noble que no hay que confundir con la pedantería. Entra en contacto con los círculos de la educación, con la universidad, y se da cuenta de que los profesores dictan las clases desde el estrado, los alumnos toman nota y tiene una actitud pasiva. Entonces, Bruno revoluciona también la educación postulando que el estudiante debe moverse hacia el conocimiento y no debe conformarse de una forma pasiva, debe reflexionar, debatir y cuestionarse. Bruno señala, crítica, y luego en sus diálogos refleja la figura del pedante, que es aquel erudito que lee mucho, que conoce muchas citas latinas y que siempre está presto a enunciarlas pero que es un saber vacío, que para aquella época no era políticamente muy correcto.
Su siguiente estancia será en la ciudad francesa de Toulouse en la que consiguió una plaza en su importante Universidad como lector ordinario, un trabajo con el que da muestra de su gran oratoria y donde empieza a enseñar con pasión uno de los principales temas de su carrera como es el arte de la memoria, disciplina que durante la Edad Media y el Renacimiento era muy popular. Se trata de un tema de mucha divulgación y que ya venía de la época antigua. Por ejemplo, hay un tratado de Cicerón[30] sobre la memoria, que se describe un método que consiste, entre otras cosas, en imaginarse la construcción de un edificio y edificar estancias, espacios en los cuales almacenar información, con herramientas nemotécnicas para recordar, lo que obviamente era muy necesario en una época donde los libros eran manuscritos y estaban en sitios retirados y de difícil acceso. Era un tiempo que sólo se tenían dos alternativas: tomar nota o memorizar. Por otro lado, la memoria también es vista como un desarrollo de facultades mentales que nos llevan a un contacto más profundo con el alma y que los griegos llamaban mnemosine[31], la madre de las musas: son aquellos recuerdos de lo que es realmente importante y trascendente en nuestra vida, aquello por lo que vale la pena vivir.
Giordano Bruno habla desde un sentido regulado. Así, relacionado con estas facultades mentales decía que era un mal o un torpe empleo de la mente el quedarnos con lo que los sentidos nos transmiten, con la experiencia primera. Es decir, por ejemplo, la idea de que la tierra es plana, quieta y que todos los astros giran a su alrededor. Para él, es necesario ir más allá y desarrollar la imaginación donde hay un sentido regulado, un sentido común, usar la razón, el juicio, del que también hablaron griegos y romanos, esa facultad de la mente superior de reflexionar, indagar y no quedarse con verdades establecidas como dogmas de fe, sin constatar por uno mismo.
El Universo Infinito
En París, Giordano Bruno se interesa por diferentes textos herméticos como los de Hermes Trismegisto en los que se habla de una religión de la sabiduría y de un conocimiento no basado en la fe, sino en la razón natural. Asimismo, se convierte en el único filósofo del siglo XVI que buscó darle una fuerza conceptual al hecho de que la tierra no era un planeta estático, sino que existía un movimiento terrestre, una visión del universo empezó influenciada por las ideas del astrónomo polaco Nicolás Copérnico y el concepto de sistema heliocéntrico. Bruno reúne en sí muchas vertientes: por un lado, parte de una tradición, pero consideraba también un saber profundo de la ley en la naturaleza, a través de Platón, Pitágoras, los misterios de Egipto y los textos herméticos.
Aquello de que “todo está en el todo” y “el todo está en todo”, lo divino, lo eterno que está en todas las cosas. Visto así, se pregunta por qué el ser humano quiere limitar lo universal, lo eterno, lo divino y, luego conjuga su reflexión con la idea de Copérnico -rescatada a su vez de Aristarco de Samos- que pone al sol en el centro del universo y una Tierra que se mueve a su alrededor. Pero aún seguían estando solo los siete planetas y la esfera de estrellas fijas equidistantes de la Tierra. Era un universo limitado y Bruno va más allá de esa visión. Dice abiertamente que Copérnico es la aurora que abre el cielo a un nuevo amanecer del saber y la recuperación del antiguo conocimiento, pero se pregunta por qué Copérnico se queda en la limitación de un universo finito, cuando lo que nos sugiere el sentido regulado, el sentido común o la inteligencia, es que esas estrellas no son puntos o farolitos colgados por Dios para iluminarnos por la noche, sino que son soles. Por lo tanto, a su alrededor deben girar planetas y no hay una heterogeneidad sino más bien una homogeneidad: todo universo está vivo y hay vida por todas partes. Así, entonces, piensa que no hay un hijo único de Dios, sino infinitos. Si nos trasladásemos a esa época, después de la contrarreforma y el concilio de Trento hace falta mucha imaginación.
El razonamiento del que parte Bruno para defender la existencia de un universo infinito tiene relación también con la propia religión. Como todos los filósofos y grandes pensadores bebían de la tradición y de la cultura de su momento, y todas las religiones hablan de que ese dios o esa potencia o energía es infinita entonces, el razonamiento de Bruno es que, si la causa es infinita, es erróneo asumir que su efecto es finito y limitado. Ha de haber una relación entre causa y efecto o entre potencia y acto. Además, esa limitación que atribuimos al universo se debe a una falsa de concepción o interpretación de los sentidos, y así, si asumimos de que hay vida y que esa vida es inteligente, es eterna y es omnipotente, no hay que limitarse. No es allá arriba y aquí abajo. No llega, sino que está en todo, en todos los seres, en todas las cosas y en todo lo manifestado.
Cuánto tenemos que agradecer a figuras como Giordano Bruno que murieron en la hoguera o fueron ajusticiados. , algunos por tener estos pensamientos críticos con lo que había por naturaleza asumida en aquellas épocas, pero que desde luego gracias a sus trabajos hoy podemos disfrutar de mucha tecnología, gracias a aquellos recursos que ellos empezaron a destapar, sobre todo a los que antes de romper con una tradición, con una inercia, lograron abrir ventanas a nuevas posibilidades.
Bruno influyó en Kepler[32] que primero reconoció influencias de Galileo[33]. Pero no lo reconoció por lo que implicaba. Sabía que también había un proceso en su contra, del que luego también tuvo que responder, pero que también abrió las puertas a la filosofía moderna y a la ciencia que, a partir de ahí, cambió por completo.
Vida extraterrestre
Giordano Bruno formuló la idea de vida extraterrestre y de que podían existir otros planetas en el sistema solar todavía desconocidos y no visibles a simple vista, como fue el caso de Urano, descubierto en el siglo XVIII o Neptuno en el siglo XIX, o algunos otros muchos planetas enanos, como Plutón.
Bruno también en sus escritos desarrolla una visión orgánica del universo y en este contexto aseguraba que la muerte no existe, recuperando esa sabiduría antigua que inclusive se emparenta con la China con el Taoísmo y con ese Hermetismo. Todo está vivo y en continua transformación. Es una idea también muy contemporánea, basada en que la energía no se destruye sino que se transforma. Bruno, entonces, decía que no había que temer a la muerte, que el temor a la muerte era por ausencia de la filosofía y que lo que había era transformación, que la vida continuaba, que es eterna, por lo tanto, el verdadero filósofo está dispuesto al cambio, a la transformación.
Hermetismo
Al estudiar a Hermes Trismegisto, se da cuenta de que se mezcla el mito con la leyenda. ¿Existió o no existió?, ¿era verdaderamente un sabio o fue un dios?
El interés por los textos herméticos es tal que Cosme de Médici[34] solicita dejar de traducir de momento a Platón y ponerse a traducir los tratados de esta doctrina que vienen de Constantinopla, libros que se “bebían” en la Villa Medicea de Careggi[35] en Florencia, y que luego pasaban a formar parte de la cabecera de Leonardo Da Vinci y de Giordano Bruno. A partir de esa idea, esa visión natural cosmológica del ser humano como un ente vivo consciente y en armonía con el universo, esa relación de microcosmos y macrocosmos y toda esa noción atemporal de la vida que lo traspasa todo, el esoterismo le abrió a Bruno una serie de puertas antes impensadas, hizo que perdiera parte de la fe y se dispuso a estudiar escritos esotéricos, herméticos, desde “Kybalion” hasta “La Piedra Filosofal”, dándole una visión del mundo totalmente diferente.
El comienzo del fin
Tras un periplo por varios países, en el año 1592 Giordano Bruno, realiza un retorno más que arriesgado a su querida Italia, dadas las ideas que había defendido hasta entonces. ¿Por qué lo detuvo la Inquisición en Venecia? El proceso seguía latente y Bruno se había ganado enemigos -y también muchos amigos- por toda Europa. De hecho, cuando está en Frankfurt (Alemania), recibe la invitación de un noble veneciano llamado Giovanni Mocenigo[36], que aspira a ser su discípulo. Quiere que le enseñe el arte de la memoria, entre otras cosas. Pero Bruno mantenía un anhelo por volver a la península itálica. De modo que se arriesga y regresa a Venecia.
Al poco tiempo se ve que la relación entre maestro y discípulo no era lo que se esperaba. Mocenigo lo traiciona: esperaba que Bruno le enseñara magia y poderes ocultos, y los intereses del filósofo eran muy distintos. El discípulo, entonces, lo acusa ante la Inquisición y le tiende una trampa. Bruno se enfrentó a siete años de cautiverio, un proceso muy duro y que tuvo dos partes. Una en Venecia, donde llega a asumir su “error” al enfrentarse a la religión del momento y dice “si he faltado el respeto pido perdón y me arrepiento”. Reconoce que es su batalla, su lucha, no es contra la Iglesia ni contra la fe, sino contra la idea tergiversada del mundo y de la relación con nuestra parte más importante y trascendental. Entonces dice que la fe es importante, que las iglesias cumplen una función de reconocimiento ético y moral para gran parte de la población y, por lo tanto, son útiles. Frente a eso, Roma lo reclama, y el proceso se encauza por otros caminos: la “nueva herejía”, eso de hablar de infinitos universos, infinitos mundos, una afirmación que no era aceptable. además, habla de la metempsicosis recuperando la enseñanza pitagórica de la transmigración de las almas, y la concepción de que el alma es eterna y viaja de cuerpo en cuerpo, evolucionando durante toda la eternidad. En su última audiencia ante la inquisición Giordano Bruno se mantuvo firme y asegurando textualmente “que no tengo, no quiero, ni debo arrepentirme de nada”.
“El papa Clemente VIII[37] tuvo muchas dudas sobre la sentencia impuesta a Giordano. Y no por su contenido sino por sus posibles consecuencias. Reflexionó mucho, antes de dictarla, porque entendía que se podría convertir en su contra si, como consecuencia de la misma, llegaba a considerarse a Bruno como un mártir. Pero, finalmente, el 8 de febrero se leyó la sentencia. En ella se declaraba a Bruno de impenitente, herético, pertinaz y obstinado. Fue excomulgado y sus trabajos se quemaron en la plaza pública” (Desconocido, 2020).
En la lectura de su sentencia, Bruno se dirigió a sus acusadores buscando uno a uno su mirada para decirles: “Tembláis más vosotros al pronunciar esa sentencia que yo mismo al escuchar”. Con carácter y con temple después de un largo proceso, se mantuvo firme en lo que consideraba que no podía ceder. Sólo dio un paso atrás en la primera instancia, pero cuando le dijeron que renunciara a lo que afirmaba sobre el universo y la naturaleza, no podía retroceder, porque consideraba que era una verdad.
Colgó la sotana, dejó los hábitos como sacerdote, viajó mucho y también habló del amor, del amor profundo, de las relaciones con otros grandes personajes como Leonardo. No se le conoce una pareja oficial. Podría haberse casado, ya que ya no era un clérigo, pero no lo hizo. Giordano Bruno condenado por hereje impenitente pertinaz y obstinado por hablar de un dios infinito en su bondad de una tierra divina por dotar del alma de vida a todas las regiones del universo.
Más tarde la Inquisición lo transfirió al tribunal secular de Roma para que castigara su delito de herejía sin derramamiento de sangre. Esto significaba que debía ser quemado vivo. Tras oír la sentencia Bruno dijo: «El miedo que sentís al imponerme esta sentencia, tal vez, sea mayor que el que siento yo al aceptarla«.
El 19 de febrero del año 1600, a las cinco y media de la mañana, Bruno fue llevado al lugar de la ejecución, el Campo de Fiori. Los prisioneros eran conducidos en mula, pues muchos no podían mantenerse en pie a causa de las torturas; algunos eran previamente ejecutados para evitarles el sufrimiento de las llamas, pero Bruno no gozó de este privilegio. Para que no hablara a los espectadores le paralizaron la lengua con una brida de cuero, o quizá con un clavo. Cuando ya estaba atado al poste, un monje se inclinó y le mostró un crucifijo, pero Bruno volvió la cabeza. Las llamas consumieron su cuerpo y sus cenizas fueron arrojadas al Tíber (Geographic, 2020). Mientras tanto, Roma celebraba precisamente un año de jubileo, un momento de fiesta y de perdón.
En la actualidad, en ese lugar se levanta una estatua con la imagen del filósofo y cada año hay flores en la escultura en su honor. Cuesta entender la manera de la sociedad en ese tiempo, porque al fin y al cabo Bruno no iba contra la institución en sí, sino contra la sociedad. El crítica, por ejemplo, la conquista y el proceso de colonización en América, porque el proceso representaba la moral de Europa, una concepción ostentadora de un poder para imponer un criterio y pasar por encima de otros. “Mi verdad es la verdad, porque es la mía”. Bruno combatió contra ese paradigma.
Jonathan Fernández Figueroa es Ph.D. en Administración de Empresas e Investigador Académico
Bibliografía
Desconocido. (3 de mayo de 2020). www.encimadelaniebla.com. Obtenido de Encima de la Niebla:
Geographic, N. (4 de febrero de 2020). www.nationalgeographic.com. Obtenido de National Geographic:
Ruiza, M., Fernández, T., & Tamaro, E. (2004). Biografía de Giordano Bruno. Barcelona (España): Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea.
White, M. (2002). Giordano Bruno el hereje impenitente. Buenos Aires, Argentina: Ediciones B. Argentina, S.A.
Notas
[1] Philip Sídney (30 de noviembre de 1554-17 de octubre de 1586) fue una de las figuras más prominentes de la época isabelina inglesa y modelo de hombre renacentista, famoso en su día en Inglaterra como escritor, cortesano y militar, introdujo el soneto en la literatura inglesa.
[2] Nicolás de Cusa: Teólogo y filósofo, considerado el padre de la filosofía alemana y personaje clave en la transición del pensamiento medieval al del Renacimiento, uno de los primeros filósofos de la modernidad.
[3] Bernardino Telesio: Filósofo y naturalista italiano. Su obra más importante es De rerum natura iuxta propria principia, editada en Nápoles en el año 1565, donde anticipa ideas que luego serían desarrolladas por otros pensadores.
[4] Martín Lutero: Nacido como Martin Luder, después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania y en cuyas enseñanzas se inspiraron la Reforma protestante y la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo.
[5] Enrique VIII: Rey de Inglaterra y señor de Irlanda desde el 22 de abril de 1509 hasta su muerte. Fue el segundo monarca de la casa Tudor, heredero de su padre, Enrique VII. Se casó seis veces y ejerció el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses.
[6] Leonardo Da Vinci: Polímata florentino del Renacimiento italiano. Fue a la vez pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.
[7] Miguel Ángel: Michelangelo Buonarroti, conocido en español como Miguel Ángel, fue un arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.
[8] Rafael: Raffaello Sanzio, también conocido como Rafael de Urbino o simplemente como Rafael, fue un pintor y arquitecto italiano del Renacimiento.
[9] Inquisición: El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía, mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás.
[10] Isaac Asimov: (Petrovichi, Smoliensk, 1920 – Nueva York, 1992) Escritor estadounidense de origen ruso que destacó especialmente en el género de la ciencia-ficción y la divulgación científica. Nacido en el seno de una familia judía, fue el primogénito del matrimonio formado por Judah Asimov y Anna Rachel Berman.
[11] Campania: Campania es una de las veinte regiones que conforman la República Italiana. Su capital y ciudad más poblada es Nápoles. Está ubicada en Italia meridional, limitando al norte con Molise, al este con los montes Apeninos que la separan de Apulia, al sureste con Basilicata, al sur y oeste con el mar Tirreno (mar Mediterráneo) y al noroeste con Lacio.
[12] San Domenico Maggiore: La Basílica de Santo Domingo Mayor (en italiano, Basilica di San Domenico Maggiore) es una importante iglesia de Nápoles ubicada en la homónima plaza, de las más interesantes desde el punto de vista histórico y artístico.
[13] Tomás de Aquino: Religioso católico, teólogo y filósofo perteneciente a la Orden de Predicadores, es considerado el principal representante de la enseñanza escolástica y una de las mayores figuras de la teología sistemática.
[14] Aristóteles: Fue un filósofo, polímata y científico nacido en la ciudad de Estagira, al norte de Antigua Grecia, considerado junto a Platón, el padre de la filosofía occidental.
[15] Ptolomeo: Claudio Ptolomeo fue un astrónomo, astrólogo, químico, geógrafo y matemático griego.
[16] Escolástica: Corriente teológica y filosófica medieval que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.
[17] Marcilio Ficino: Sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo renacentista italiano, protegido de Cosme de Médicis y de sus sucesores, incluyendo Lorenzo de Médici, fue además el artífice del renacimiento del neoplatonismo y encabezó la famosa Academia platónica florentina.
[18] Giovanni Pico Della Mirandola: Humanista y pensador italiano. Es especialmente conocido por los eventos acaecidos en 1486, cuando, a la edad de veintitrés años, se propuso defender contra todo opositor 900 tesis de religión, filosofía, filosofía de la naturaleza y magia
[19] Pitagóricos: Movimiento filosófico-religioso de mediados del siglo VI a. C. fundado por Pitágoras de Samos, siendo ésta la razón por la cual sus seguidores recibían el nombre pitagórico.
[20] Aristarco de Samos: Astrónomo y matemático griego, nacido en Samos, Grecia. Fue la primera persona conocida que propuso el modelo heliocéntrico del Sistema Solar, colocando el Sol, y no la Tierra, en el centro del universo conocido. Esta propuesta la hizo después de estudiar la distancia y tamaño del Sol.
[21] Nicolás Copérnico: Monje astrónomo prusiano del Renacimiento que formuló la teoría heliocéntrica del sistema solar, concebida en primera instancia por Aristarco de Samos.
[22] Platón: Filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, en 387 fundó la Academia de Atenas.
[23] Plotino: Filósofo griego, autor de las Enéadas. Fue el principal filósofo del neoplatonismo, corriente que integró también Numenio de Apamea, Porfirio, Jámblico y Proclo.
[24] Ovidio: Publio Ovidio Nasón fue un poeta romano. Sus obras más conocidas son Arte de amar y Las metamorfosis, ambas en verso; la segunda recoge relatos mitológicos procedentes del mundo griego.
[25] Lucrecio: Tito Lucrecio Caro fue un poeta y filósofo romano, autor de un único texto que se conozca: el poema didáctico De rerum natura, que defiende la filosofía de Epicuro y la física atomista de Demócrito y Leucipo.
[26] Virgilio: Publio Virgilio Marón , más conocido por su nomen, Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri, La Divina Comedia, aparece como su guía a través del Infierno y del Purgatorio.
[27] Séneca: Lucio Anneo Séneca, llamado Séneca el Joven para distinguirlo de su padre, fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moral.
[28] Hermes Trismegisto: Es el nombre griego de un personaje histórico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Tot en griego) y el dios heleno Hermes. Hermes Trismegisto significa en griego “Hermes, el tres veces grande”.
[29] Libros herméticos: Serie de escritos en griego y latín que contienen enseñanzas religiosas filosóficas atribuidas a Hermes Trismegisto. Entre ellos, el Corpus Hermeticum y el Asclepius, son los más representativos y valorados.
[30] Cicerón: Marco Tulio Cicerón fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.
[31] Mnemósine: En la mitología griega, Mnemósine o Mnemosina (en griego antiguo Μνημοσύνη Mnēmosýnē, de μνήμη mnếmē, ‘memoria’), a menudo confundida con Mneme, era la personificación de la memoria. Esta Titán era la hija de Gea y Urano, y la madre de las Musas con Zeus.
[32] Kepler: figura clave en la revolución científica, fue un astrónomo y matemático alemán; conocido fundamentalmente por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol.
[33] Galileo Galilei: astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica. Eminente hombre del Renacimiento, mostró interés por casi todas las ciencias y artes.
[34] Cosme de Médici: Cosimo di Giovanni de Medici o Cosme el Viejo fue un político y banquero italiano, fundador de la dinastía de los Médici, dirigentes efectivos de Florencia durante una buena parte del Renacimiento italiano.
[35] Villa Medicea de Careggi: La propiedad fue comprada el 17 de junio de 1417 por Juan de Médici. Tras la muerte de este, su hijo Cosme de Médici se propone remodelar la villa y su patio central, a villa pertenecía a las primeras villas de los Médici, aunque destaca por ser sede de la Academia Platónica Florentina.
[36] Giovanni Mocenigo: Fue dux de Venecia desde 1478 hasta su muerte. Fue enterrado en la Basílica de San Juan y San Pablo.
[37] Clemente VIII: (Fano, 24 de febrero de 1536-Roma, 3 de marzo de 1605) fue el 231.er papa de la Iglesia católica de 1592 a 1605. El aspecto más sombrío del pontificado de Clemente VIII fue el proceso, condena y ejecución de Giordano Bruno. Acusado de herejía, este fraile dominico murió en la hoguera el 17 de febrero de 1600. Juan Pablo II en el año 2000, ofreció públicas disculpas en nombre de la Iglesia por todos esos hechos y pecados en general de la iglesia.
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