ElPensador.io.- El hecho de que en los últimos años, en medio de disputas de Estados Unidos con Corea del Norte por su amenaza nuclear, de la crisis con Rusia y de la Guerra Comercial con China, el ahora Presidente electo de EEUU, Joe Biden, se hubiera preocupado preferentemente por la deprimida realidad de violencia y pobreza en América Central, que empuja a miles de familias a buscar refugio en los países del norte, dice mucho de la actitud que tomará hacia la región que tradicionalmente es considerada “el patio trasero” de Washington.
Y su preocupación por esa zona incluso la situó en sus memorias, tituladas, “Promise me, Dad”, admitiendo que es un problema difícil, pero que EEUU podía resolverlo. “De todos los lugares en crisis en el mundo, llegué a creer que Centroamérica tenía la mejor oportunidad”, escribió Biden.
Según un análisis de The New York Times, Biden acumuló miles de kilómetros en viajes a esa región y pasó incontables horas cultivando relaciones con los líderes centroamericanos. También ayudó a convencer al Congreso estadounidense de aprobar un paquete de ayuda de US$750 millones para la región.
Así, ahora como mandatario, se prepara para tratar al resto de América, especialmente la de habla hispana, de otra forma, en base sobre todo a echar por la borda el enfoque nacionalista de Trump, centrado en frenar el flujo de inmigrantes y drogas mediante duras medidas y amenaza de sanciones económicas a los países vecinos, medidas que separaron a centenares de familias en la frontera.
Biden y su equipo de expertos, que incluye a inmigrantes latinoamericanos, dicen que adoptarán un enfoque más amplio sobre el problema de la inmigración, y para la región en general. También dicen que abordarán la pobreza y la violencia, las causas fundamentales de la migración y la inestabilidad, impulsando la lucha contra la corrupción e invirtiendo en la creación de empleos y la mejora de la gobernanza. De hecho propone un paquete de ayuda de US$4.000 millones para Centroamérica con el fin de atender muchas de las causas de la migración no autorizada.
Así, el ex vicepresidente quiere terminar con la imagen de “matón” que tiene EEUU con los países más pequeños, cosa que ha refrendado en sus memorias. Sus asesores habían señalado durante la campaña que Biden intentaría la persuasión más que la imposición, muy en línea con los planteamientos señalados por otro candidato, Howie Hawkins, del Partido Verde.
“El vicepresidente cree que Estados Unidos debe operar con respeto mutuo y un sentido de la responsabilidad compartida”, dijo Jake Sullivan un importante asesor de política exterior de Biden a The New York Times.
También se ha prometido un compromiso continental para desacelerar el calentamiento global, un objetivo que lo contrapone de antemano con el Brasil de Bolsonaro y se anunció una campaña anticorrupción, como la que realizaron en la administración Obama/Biden en 2014, pero que quedó en el desván de Trump.
Tanto así, que en los últimos años muchos países que habían hecho a Washington los países latinoamericanos contra la corrupción, se diluyeron en sus esfuerzos sin ninguna consecuencia de parte de la administración Trump, como fue el caso de Guatemala.
Pese a que tanto entre los demócratas como en el mundo republicano se evaluó negativamente la política exterior de EEUU cuando Biden era vicepresidente -era considerada “pasiva”, y se le acusa de haber permitido el avance de China e Irán-.
Según sus colaboradores, Biden retiraría a EEUU una vez más la Doctrina Monroe, una política del siglo XIX bajo la cual Washington estableció que América era su esfera de influencia exclusiva y los intentos de las potencias extranjeras de intervenir serían considerados como actos hostiles, algo que Trump sólo anunció a través de un programa denominado “América Crece”, pero que apenas se ha concretado.
Venezuela, Cuba y Brasil
Respecto a Venezuela, los asesores en política exterior latinoamericana aseguran que es poco probable que Biden siga apoyando al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, en su intento -que ya lleva dos años- de derrocar al régimen de Nicolás Maduro, especialmente luego que el líder del congreso venezolano no lograra el apoyo que esperaba en las Fuerzas Armadas. Se ve como altamente probable que Biden iniciaría negociaciones con Maduro y presionarlo para establecer elecciones justas.
En cuanto a Cuba, los asesores de Biden han adelantado que retomarán la agenda de Obama y buscarán temas en común con Cuba y se revertirían algunas de las restricciones a los viajes y las transferencias de dinero implementadas por Trump.
Uno de los temas centrales de campaña fue el cambio climático, sobre el cual Biden propuso -en el primer debate electoral- la creación de un fondo internacional de US$20 mil millones para preservar la Amazonía en Brasil y dijo que el gobierno de Bolsonaro enfrentaría “consecuencias económicas” si no logra frenar la deforestación.
Bolsonaro, por supuesto, reaccionó indignado y respondió (igual que Trump) por Twitter: “Nuestra soberanía no es negociable”.