Por Carlos Cantero Ojeda.- Nuestras instituciones tradicionales muestran dificultades de adaptabilidad, se hacen disfuncionales en la sociedad digital, por la lentitud de sus modelos gestionales. Los desafíos del desarrollo requieren una inteligencia territorial, demandando un cambio cultural que involucre a todos los actores. Pero, el desafío de adaptabilidad refiere a competencias duras y las competencias blandas, o habilidades sociales para el trabajo en equipo.
La globalización y la revolución en las tecnologías de información y comunicación, lejos de debilitar el factor territorial han resultado todo lo contrario, la distancia y las variables espaciales (analógicas y digitales) son determinantes para el desarrollo de las actividades, cobrando importancia la dimensión espacial digital, que constituye una revolución témporo-espacial, representada por la virtualidad. Preocupados del desarrollo en su dimensión territorial y social, líderes en todo el mundo estudian las nuevas tendencias y mecanismos de reacción, para actualizar y direccionar políticas y herramientas que potencien su adaptabilidad a la nueva sociedad.
El lenguaje construye la realidad, la que surge de la relación, sigue el principio autopoiético o replicativo, que aplica a lo biológico y socio-cultural: se autogenera, auto-organiza, autosustenta y autoreplica de la misma manera por los medios y las redes sociales. De esta forma se contagian conductas y estilos funcionales. De allí la importancia de hacernos cargo de los nuevos paradigmas y sus marcos teóricos, los cambios que conllevan para orientar la interacción de las organizaciones, empresas y la sociedad civil, para el desarrollo institucional con un enfoque eco-sistémico-relacional.
Este proceso lo recoge el concepto HUB: Se trata de un núcleo concentrador, dispositivo o plataforma que permite centralizar una red para desde allí ampliarla, optimizando las interrelaciones e interacciones. También se entiende como un enrutador o conmutador, un punto de intercambio o centro de distribución y coordinación. Este concepto (Hub) se aplica a la gestión de redes, el transporte, el manejo de terminales o centros de transferencia, especialmente en aeropuertos. Y, ahora se introduce hacia la gestión institucional y territorial. El HubConcepts, como cuerpo teórico surge de la experiencia de dos autores (ambos finlandeses) que, desde su experiencia gestional observaron una realidad común: la necesidad de un marco general que refiriera una aproximación práctica a la planificación y desarrollo con un enfoque complejo e integrado en el territorio (global, nacional, regional o local), recogiendo las mejores prácticas.
La respuesta a este desafío surge como enfoque: eco-sistémico-relacional, de gestión plenamente integrada y coordinada, que busca superar la parcelación propia de nuestra cultura lineal (Cartesiana: las partes del todo), con una mirada transdisciplinaria, multisectorial, holística, abierta a los procesos, promoviendo una real y formal integración público-privada, con amplia participación de la sociedad civil, con una valoración de la inserción en los sistemas de redes globales, enlazando los talentos para compartir y contagiar conocimientos y experiencias. Esta es la cuestión fundamental para ampliar redes, eficientar la gestión y la coordinación.
El Hub introduce una aproximación a la planificación, implementación y desarrollo de un ecosistema, con un marco completamente integrado que define una visión nueva de lo multi y trans sectorial, el valor global del trabajo ecosistémico (público-privado) para beneficio mutuo y general. Es una mirada glocal (endógena), que intenta optimizar lo local y su inserción en lo global, priorizando la colaboración y la coordinación, trabajando junto a otros actores claves del ámbito local y global, aprovechando el conocimiento (tácito y explícito) y la inteligencia que tiene un territorio, todo ello en interacción con la juventud y en coordinación con los mejores liderazgos y reconocidas prácticas de otros espacios territoriales (locales, subnacionales, nacionales o globales). Hay que tomar conciencia -viralizando y contagiando- que siempre hay personas muy competentes con las que se deben construir sinergias, tanto en las organizaciones como en los territorios.
Se debe asumir, adoptar y adaptar las mejores prácticas como proceso constante, asumiendo el valor de las redes de colaboración, y la nueva dimensión de la competitividad que promueve alianzas estratégicas entre competidores para el éxito en la gestión, para liderar la planificación, desarrollo y gestión de la innovación regional, asumiéndola como un ecosistema y centro neuronal (hub) local, regional, nacional y global, aplicando estándares, procesos de auditoria, gestión del conocimiento y marcos de evaluación probados.
Nuestros espacios organizacionales y territoriales requieren incorporar nuevos marcos teóricos que orienten los modelos de desarrollo hacia respuesta efectivas a las problemáticas emergentes, incorporando a todos los actores, en la búsqueda de un bien compartido. Se requiere fortalecer un sistema de coordinación y comunicaciones que rompa la arraigada concentración y centralismo institucional. Enfrentar este desafío requiere aplicar políticas para la construcción de una cultura e identidad propia en cada territorio, que aporte valor institucional y reputacional. Para este propósito resulta básico construir nuevos climas emocionales, formas de mirar, escuchar y conversar, anclados en la confianza, el compromiso, respeto y fraternidad, promoviendo políticas de convergencia para lograr acuerdos.
En la sociedad digital hay múltiples actores compitiendo sistémicamente por comunicar, influir y determinar la percepción de la realidad. Nosotros tenemos compromisos con la preservación y promoción de valores, por lo que debemos implementar políticas explícitas para contagiarlos y viralizarlos en la sociedad. Proceso que debe desarrollarse a partir de un cambio de paradigma, no solo en el contexto de la adopción de nuevas herramientas para la administración y los recursos humanos, desarrollo y difusión del conocimiento en todos los niveles, orientados hacia la innovación en toda la cadena. Buscando fórmulas de relacionamiento amplio, para la gestión del conocimiento en la organización, fórmulas para la resolución de problemas y, principalmente, los modos utilizados para relacionarse con la comunidad, en un enfoque de bien común.
Se requiere construir una inteligencia institucional y territorial, articulada y coordinada, para lo cual se deben desarrollar y consolidar estos centros de gestión del conocimiento y nodos para acoger a los interesados y para contribuir con estilos conductuales participativos y colaborativos.
La sociedad que emerge nos enfrenta a nuevos desafíos económicos, sociales, cultural, de innovación, competitividad, clima organizacional, calidad de vida, gestión territorial y ambiental. En muchas de estas temáticas hay poca o ninguna experiencia, a modo de ejemplo, lo migracional; la conmutación asociada a las jornadas especiales de trabajo; el narcotráfico; el medio ambiente; la gestión del conocimiento; temas en los que se espera nuestro aporte. También está el desafío identitário, para configurar las dimensiones de los personajes y valores que caracterizan nuestra actividad. Cada ecosistema debe definir su propio modelo de desarrollo sobre la base de políticas orientadas al crecimiento, diversificando, fomentando la apertura, con pertinencia y oportunidad. En este proceso general el desafío del HUB consiste en buscar fórmulas para promover el desarrollo, visión prospectiva y planificación estratégica, la definición consensuada de metas que orienten al conjunto de los nodos.
En este modelo de desarrollo debemos involucrar a todos, en un proceso dinámico, para mejorar las posibilidades de alcanzar nuestro propósito. Se requiere capacidad prospectiva y planificación estratégica para orientar la acción en la dirección elegida, previendo la tensión y estableciendo fórmulas para resolver conflictos entre actores y los diferentes intereses. Debemos apropiarnos de las tecnologías y de las estrategias “Smart” aplicándolas a nuestra estructura: Organizaciones inteligentes y Redes Inteligentes.
Nuestras organizaciones deben adoptarse a la lógica de Hub y los ecosistemas, como estructuras inteligentes, en el sentido que gestionan su conocimiento y la innovación, promoviendo la emergencia de acciones disruptivas que estimulan su transformación. Estos conceptos están asociados a la integración de todos los actores y el conjunto de elementos que interrelacionan y generan desarrollo. Este modelo de acción tiene plena vigencia para el CEMI y puede dar lugar a una rica reflexión para acelerar el proceso de adaptabilidad organizacional en la Gran Cadena Universal.
Carlos Cantero es geógrafo (UCN), Master en la Universidad de Granada y Doctor en Sociología en la UNED-España.