Por Juan Pablo Queupil.- El mes pasado se celebró en Chile el día de las y los profesores. Esto, sumado al 18 de octubre, que conmemora la denominada crisis o estallido social, y su posterior derivación en un proceso constituyente en curso; llama la atención cómo ha sido la dinámica de los liderazgos que han emergido en los últimos años, considerando además un contexto de pandemia inédito a nivel mundial.
La primera fecha está relacionada con una serie de reconocimientos que reciben las y los docentes del país, momento paradójicamente marcado por una paralización previa por parte de estos profesionales, pues sus demandas contemporáneas e históricas continúan siendo postergadas. Este hecho se cruza con la forma en que, por un lado, se ha abordado la educación en las campañas presidenciales, en las que prácticamente no se ha tocado el tema en instancias como los debates, y por otro lado en la convención constitucional, en donde se está construyendo con una visión bastante diferente a la que ha dominado en el país desde varias décadas, que exacerbó la segregación y contribuyó de una u otra manera a la mencionada crisis social.
Es en este contexto en que emergen una serie de liderazgos de todo tipo, tanto en la macro y en la micropolítica, como otras instancias. En las elecciones presidenciales, y dado el poder de los medios y redes sociales, y al alero de una polarización y crispación de posturas, la manera de destacar no es resaltando las propias virtudes, sino que en base a los defectos del contrincante. Ciertamente, el electorado es testigo de una batalla campal sin tapujos. No obstante, para los que trabajamos en Educación, es importante que se destaquen en estos espacios las propuestas concretas en ésta y otras áreas. Pues si bien se pueden encontrar en los sitios webs de las candidaturas,
Por otro lado, la segunda fecha, asociada a la convención, no ha estado exenta de polémicas. Allí, los liderazgos que emergen son más bien asociados a un cargo o papel específico, desempeñado por constituyentes que previamente han destacado por su rol en instituciones de educación superior. Otros liderazgos han resaltado por posicionar temáticas transcendentales para el país, como las ciencias y la investigación en la futura constitución, etc. Sin embargo, esto parece desvirtuarse nuevamente por asuntos mediáticos. A medida que avanza el tiempo, pareciera que otros aparentes liderazgos están más preocupados de enlodar el proceso constituyente que de sostenerlo, por lo que puede que surja otra batalla de ideologías a imponer que, a la larga, afecta a toda una nación, con escasos líderes que estén a la altura de las circunstancias.
Es aquí cuando es posible retomar los saludos y afectos más que merecidos a las y los docentes del país, y que representan a la micropolítica nacional. Diversos estudios e investigaciones han mostrado que su trabajo ha sido indispensable durante la pandemia y la crisis social, continuando con sus labores contra viento y marea, y con muy poco reconocimiento de las dificultades y desafíos que han tenido que sobrellevar. Al contario de los liderazgos de la macropolítica, podría decirse que el profesorado ha encabezado un liderazgo más bien silencioso, aunque positivo, a la luz de la colaboración, la confianza y el apoyo mutuo, que ciertamente podría ser un modelo a seguir por los actores mencionados en los párrafos anteriores.
La evidencia que queda en estas efemérides es que, aparentemente, no hay mucho que celebrar. Más bien, la invitación es poner atención a lo que depara el futuro inmediato en el país, basado en las lecciones y aprendizajes de los últimos años, ya que, si bien las crisis son oportunidades, dependerá del rol de los liderazgos involucrados que aquello sea realmente de esa manera.
Juan Pablo Queupil es doctor en Educación, Director del Centro de Investigación para la Transformación SocioEducativa (CITSE) en la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)