Por Hans Fernández Navarro.- La Pequeña Edad del Hielo (PEH) sometió a la sociedad europea a cambios abruptos entre los años 1300 y 1850. La temperatura disminuyó dramáticamente entre -1 y -1.5°C respecto a los datos de referencia (1850-1900). Durante la PEH, lluvias y fríos extremos destruyeron cosechas, lo que gatilló una falta generalizada de alimentos. Sin comida aparecieron hambrunas, enfermedades y, por supuesto, las muertes.
Un clima en extremo frío tuvo respuestas sociales variadas. Quizás una de las respuestas más conocidas fue la “quema de brujas”. La búsqueda de una explicación a la inestabilidad climática llevó a cometer atrocidades contra mujeres que desafiaron el orden establecido. Otra actividad insólita se asocia a las largas procesiones religiosas sobre glaciares. Dicha ceremonia terminaba con el riego de agua bendita sobre los hielos de montaña. Cabe destacar que los avances de los glaciares durante la PEH destruyeron pueblos, iglesias, puentes y granjas.
El escenario climático adverso durante la PEH también abrió las puertas a notables avances tecnológicos. Cultivar, cosechar y acumular alimentos en un contexto en extremo frío no fue fácil. Por lo cual, optimizar e industrializar el proceso agrícola fue clave para la sobrevivencia.
La precaria situación de la sociedad europea dio paso a reflexiones asociadas al cuestionamiento de la autoridad religiosa y feudal. La demanda de secularización de poderes estuvo acompañada por un cuestionamiento a la desigualdad en la posesión de las tierras cultivables. Por otro lado, un grupo de intelectuales desarrolló teorías y pensamientos asociados a la relación entre los seres humanos e incluso a la relación de los seres humanos con la naturaleza. Recordemos que durante la PEH se desarrolló la Ilustración.
La crisis climática de aquellos años en Europa se entremezcló con convulsiones sociales, avances tecnológicos y científicos. Algunos de los resultados de aquellos procesos críticos perduran hasta el día de hoy. Por ejemplo, la idea moderna de Estado. ¿Por qué hablar sobre lo ocurrido en Europa entre los siglos XIV y XIX? Porque es en ese contexto donde existe un registro documental amplio y variado de un comportamiento extremo del clima. Y es justamente ese contexto donde se desenvuelven respuestas políticas y sociales que han marcado la historia moderna de occidente. Ojo: acá no se trata de caer en un determinismo ambiental, sino de dar cuenta de un evento climático extremo que no fue ajeno a bruscos cambios sociales. Sin lugar a dudas que la PEH podría ser un análogo a lo que se vive actualmente.
La temperatura promedio del aire en el planeta ha subido +1.2° C respecto a los años 1850-1900. La inédita acumulación continua de Gases de Efecto Invernadero (GEI) desde el inicio del periodo industrial a la fecha hace inminente que la temperatura promedio de la Tierra llegue a, al menos, +1.5°C en el año 2040. Es un fenómeno inédito porque la actual acumulación de GEI en la atmósfera, como el CO2, no se había registrado en el último millón de años. Esto acorde a los datos obtenidos en testigos de hielo glaciar y sedimento marino. Además, los modelos globales coinciden en que, de mantener el actual sistema de producción, las tendencias climáticas no cambiarán antes del año 2100. Es un hecho: nos veremos envueltos en un mundo más cálido e inestable atmosféricamente. Por lo cual, tomar medidas de mitigación y adaptación es una necesidad que roza la supervivencia.
¿Pero cómo se mitiga y/o se adapta al cambio del clima? Una de las bases de la pertinencia en la gestión y reducción de riesgos climáticos, está en conocer la dinámica histórica de nuestro entorno, ya sea en términos físico-naturales y sociales. La historia ambiental puede dar pistas de los cambios que pueden sufrir los territorios bajo un escenario climático extremo. Sin embargo, conocemos muy poco de esa historia. En este sentido, aproximarnos a la experiencia europea durante la PEH podría darnos ideas de cómo responde el entorno físico-natural y las sociedades a un periodo climático adverso.
La PEH en Europa nos permite aseverar que en periodos climáticos extremos existen giros sociales, económicos e institucionales abruptos. Haciendo el parangón con la actualidad, podríamos señalar que estamos frente a una posibilidad única de transformación. La incertidumbre climática y social demanda al mundo académico (y político) nuevas teorías y metodologías de abordaje de la realidad.
En consecuencia, la demanda de perspectivas interdisciplinarias y con sentido crítico coloca al pensamiento progresista en una ventaja comparativa a las posiciones más conservadoras. Esto en término de propuestas. Sin embargo, esta ventaja no se puede capitalizar si no se logra una mirada compleja en términos físico-naturales y sociales del pasado. Solo así podemos entender el presente y proyectar lo que se viene en el futuro.
Hans Fernández es Geógrafo, Master en Gobernanza en Riesgo y Recursos. Docente del Diplomado Cambio Climático y Liderazgos para las Ciudadanías del Futuro y Escuela de Geografía UAHC