Por Carlos Guajardo.- Luego de dos años en que el sistema escolar chileno ha estado interrumpido por diversas modalidades de clases, sean virtuales, híbridas o presenciales, llega el momento en que los niños inician su período de vacaciones siendo este más que merecido. Bien sabemos que las y los profesores dieron todo su esfuerzo para responder a las vicisitudes de trabajar remotamente y mantener los estándares curriculares. Alta exigencia también para nuestros estudiantes, quienes padecieron de problemas como insomnio, ansiedad, inapetencia, desmotivación; todos ellos causados por la incertidumbre del aprendizaje fuera del aula de clases y una nueva estructura a la que debíamos adaptarnos. En consecuencia, en el sistema escolar se hace meritorio dedicar unos meses de desconexión académica con tal de retomar conscientemente el año escolar 2022.
El período de vacaciones requiere, por parte de profesores y apoderados, el entendimiento que este es un período alejado de lo académico, una pausa necesaria que brinda nuevas oportunidades de aprendizajes que continuarán fortaleciendo otras habilidades en nuestros niños. Algunas sugerencias: no los obliguemos a una lectura que no despierta su interés o estresarlos con actividades de reforzamiento; ya bastante tuvieron durante un año en donde se les exigió nivelar aquellos objetivos de aprendizaje no logrados en tiempos de cuarentena. A lo anterior se suma la sobrecarga de horas que posee el currículo escolar chileno, el cual genera escasos espacios para “aprender para la vida”. Durante este tiempo, permitámosles que se distraigan con actividades que pueden ser muy sencillas, estimulemos la imaginación, la creatividad, el compartir y sociabilizar en familia.
Hagamos todo el esfuerzo para disminuir las horas de exposición frente a una pantalla. Propiciemos instancias como cocinar con la familia, ayudar con parte del aseo del hogar, salir a la plaza o parques más cercanos, visitar museos, asistir a librerías para que elijan un libro o revista, inscribirlos en talleres recreacionales impartidos por algunas municipalidades y un largo etcétera en el que pueden generar experiencias de aprendizaje que les favorecerán para la vida.
No pensemos que las y los niños se aburrirán por el solo hecho de estar en casa; basta con que seamos creativos a la hora de entretenernos en tiempos de vacaciones. Es tiempo de educar lo socioemocional, de manera colaborativa y entretenida.
Carlos Guajardo Castillo, Director Pedagogía en Educación General Básica, Universidad Central