Por Carlos Cantero.- Quiero que Chile cambie hacia un espíritu de unidad, de respeto, justicia y equidad, que los valores republicanos tengan vigencia, erradicando la violencia, el desorden ético y social. Me hizo ilusión pensar que la nueva Constitución podía generar un espíritu unitario, promoviendo estos valores. Pero, esos deseos de cambio se han visto frustrados. La propuesta Constitucional me parece mal inspirada: “El remedio es peor que la enfermedad”. Me siento defraudado.
Siento que la propuesta constitucional se inspira en un sentido revanchista y sectarista. Algunos constituyentes han promovido un discurso de odio, mostrando ambigüedad respecto de la violencia. Un sesgo que desconoce todo lo obrado con anterioridad, un sentido Adanista, creyendo que la historia y la institucionalidad parte con ellos, incluso respecto de los valores y emblemas patrios. Un radical sentido refundacional que desprecia a un sector del país. Dimos mandato para hacer una Propuesta Constitucional que nos una. Esta que nos presentan divide y segrega aún más al país, que terminará peligrosamente polarizado. Es una lástima que hayan desperdiciado esta oportunidad. No hubo capacidad ni voluntad para establecer límites; se confunde libertad con libertinaje; no hay respeto por el imperio de la justicia; se debilita el orden público; la dignidad de la persona humana tiene un enfoque regresivo. Se debilita la familia como núcleo fundamental de la sociedad y se le quita el derecho preferente a la familia para decidir la educación de los hijos, señalando que es deber del Estado.
Se observa una ruptura generacional caracterizada por la ausencia del sentido común; se intenta segregar constitucionalmente al país; imponer la incerteza jurídica; diferentes sistemas de justicia; se promueve un indigenismo radical; se ha dañado gravemente el sentido del orden; se debilita a Carabineros y se anuncian nuevos tipos de policías; no hay claridad respecto del sistema previsional; se debilita el derecho de propiedad en múltiples dimensiones. Algunos jóvenes, que creen representar a su generación, han roto con los valores y con los adultos, no valoran la tradición, la experiencia ni la sabiduría. Otros se han volcado a la destrucción sin asumir lo difícil que es construir.
Hay compromiso con derechos sociales, pero no bastan las buenas intenciones. Entretanto la economía se desploma, la inflación está desatada, la cesantía, el subempleo, el trabajo precarizado mantienen una fuerza laboral descontenta. No cesa la descalificación a la empresa y a los emprendedores, no se visualizan las condiciones para valorar e impulsar la generación de la riqueza.
La política no logra sintonizar con las urgencias de la gente ni recupera la confianza ciudadana, alejada del bien común, sumida en la mediocridad gestional. Chile sigue sometido a los flagelos de: la violencia, la corrupción, la falta de probidad, la delincuencia, narco tráfico y narco cultura.
Votaré rechazo, porque quiero que Chile cambie el irrespeto por respeto; la cultura del odio y violencia por una cultura de paz; la competencia por la colaboración; el egoísmo por la solidaridad. Rechazo porque buscaremos un acuerdo más amplio y una mejor propuesta. Prefiero quedarme temporalmente con la Constitución modificada más de 20 veces, con amplio grado de acuerdo. Sobretodo, anhelo el reencuentro de los chilenos y estimo que la propuesta de la Convención no apunta a ese objetivo.
Carlos Cantero es Geógrafo, Máster y Doctor en Sociología. Académico, Conferencista, Consultor y Escritor. Ha sido Alcalde, Diputado, Senador y VicePresidente del Senado de Chile.