Una reflexión sobre el origen de la vida y la posibilidad de que exista también en otros lugares del universo, además del planeta Tierra.
Por Roberto Fernández.- El conocimiento es una aventura en permanente evolución, no existen la certezas absolutas. Las “verdades” descubiertas son casi siempre transitorias, aunque generalmente sirven de piso a nuevos hallazgos. Lo que hoy sabemos seguramente será modificado mañana.
Así, actualmente podemos decir que en este planeta la vida surgió hace unos 4 mil millones de años. Aparecen las bacterias, organismos unicelulares que representan el primer eslabón en la cadena de lo vivo.
Esto, en el agua que las protege de las radiaciones dañinas para su desarrollo. Se reproducen por simple división o yemación, lo que significa que todas son idénticas a sus progenitores. Esto representaba un freno para su evolución.
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Por mucho tiempo fue así, hasta que -de manera que no conocemos- aparecen los organismos pluricelulares, o sea, bacterias que se reproducen en forma sexuada, que transmiten la información de sus ADN distintos a una tercera, que al nacer es diferente a sus “padres”.
Allí comienza la evolución de la vida, la que nos ha llevado a la increíble variedad de especies que conocemos actualmente, incluidos nosotros.
Tratar de entender su origen, más allá de su aspecto filosófico en la búsqueda de sentido a nuestra existencia, ha sido uno de los objetivos esenciales de la ciencia.
Las principales hipótesis actuales se pueden resumir en :
- La evolución química: la vida habría surgido de la química inorgánica, eventualmente en volcanes hidrotermales en el fondo de los océanos.
- El azar: se han realizado cálculos probabilísticos y esta posibilidad es prácticamente nula, dada la sincronicidad necesaria para que los innumerables factores para crearla hayan interactuando al mismo tiempo.
- La panspermia: la vida habría llegado en meteoritos o asteroides, ya sea de manera dirigida o azarosa.
- El diseño inteligente: sería el producto de un Creador y tendría un propósito difícil de comprender por los seres humanos.
Por ahora la única certeza que tenemos es que la vida proviene de vida, transmitida a través de la información de un ADN anterior.
Cualquiera sea la hipótesis más convincente para cada uno de nosotros, creo que podemos compartir algunos de sus aspectos más maravillosos, como por ejemplo que seres vivos en su evolución adquieran conciencia de sí mismos, de los que los rodea y, a través del pensamiento, den significado al cosmos.
Esto me parece casi un acto de magia. Tal vez podamos deducir de ello que los humanos somos el sentido último de la creación. Si así fuera, pareciera que el Universo es autoconsciente y que se corrige a sí mismo, utilizándonos como una especie de órganos sensoriales al servicio de su evolución. Nuestras experiencias personales ayudarían a esto.
¿La tierra es el único lugar del universo donde la vida surgió y se desarrolló? Por ahora no hay pruebas de lo contrario, pero desde el punto de vista probabilístico es casi seguro que ésta existe en todos los lugares donde aparezcan las condiciones para su desarrollo.
Solo la Vía Láctea, una galaxia más entre al menos 100 mil millones de otras, se estima tiene 200 mil millones de soles y que habría en promedio al menos un planeta orbitando alrededor de ellos.
¿Solos en el universo? Con el desarrollo de las tecnologías actuales es probable que tengamos pronto una respuesta y que ésta nos lleve a cambiar de manera radical la idea que nos hacemos de la vida, el mundo y el universo.