La historia de Cleopatra ha llegado hasta nuestros días transformándose en uno de los personajes históricos más famosos, tanto es así que ha sido representada en numerosas ocasiones en el cine. Pero ¿Quién fue? ¿Cuál era la importancia de ella para sus contemporáneos? Estas preguntas son respondidas para tratar de poner en contexto su importancia hasta nuestros días.
Por Jorge Abasolo – Las mujeres de la nobleza egipcia en tiempos de Cleopatra utilizaban todo tipo de desodorantes, tónicos capilares y corporales, mascarillas faciales, blanqueadores, suavizantes y hasta pomadas antiarrugas…hechos con sustancias tales como leche de burra, harina de avena y habas, levaduras, miel, arcilla, lodo del Nilo, aceites de palma, cedro y almendras.
Las romanas (y romanos) de los tiempos de Nerón usaban sustancias como el albayalde y la tiza para aclarar
el rostro; harina y mantequilla para curar espinillas y erupciones cutáneas y hasta piedra pómez, mezclada con orina de niño para blanquear los dientes.
Sus orígenes
Aunque se le considera egipcia, la famosa faraona Cleopatra (69-30 A.C.) nació en Macedonia, hija de Tolomeo XI Auletes. Como era la costumbre de la época, se casó con dos de sus hermanos: Tolomeo XII Dionisio y Tolomeo XIII, y fue amante de Julio César y de Marco Antonio.
Cleopatra, fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto. También fue diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos. Tras su muerte, Egipto se convirtió en provincia del Imperio romano, lo que marcó el final del período helenístico que se había iniciado con el reinado de Alejandro (336-323 a. C.). Aunque su lengua materna era la koiné griega, fue la primera soberana ptolemaica en aprender el idioma egipcio.
Julio César, el más famoso de los cientos de amantes de Cleopatra
Tras la derrota sufrida en 48 a. C. en la batalla de Farsalia por parte de su rival Julio César durante la segunda guerra civil romana, el estadista romano Pompeyo el Grande huyó a Egipto. Pompeyo había sido aliado político del padre de Cleopatra, pero a sugerencia de los eunucos de su corte, Ptolomeo XIII ordenó emboscar y asesinar a Pompeyo mientras César ocupaba Alejandría en persecución de su enemigo. Como cónsul de la República romana, César trató de reconciliar a Ptolomeo XIII con su hermana Cleopatra, pero Potino el Eunuco, consejero principal del monarca egipcio, creía que los términos que proponía el cónsul beneficiaban a Cleopatra, por lo que sus fuerzas sitiaron a César y Cleopatra en Alejandría. El asedio se levantó gracias a la llegada de aliados de César a comienzos de 47 A. C. y Ptolomeo XIII murió poco después en la batalla del Nilo. Arsínoe IV, media hermana de Cleopatra que había liderado el asedio, se exilió en Éfeso. César, ya elegido dictador, declaró a Cleopatra y a su hermano menor Ptolomeo XIV cogobernantes de Egipto.
Sin embargo, el general romano inició una relación sentimental privada con Cleopatra de la que nació Cesarión. Cleopatra viajó a Roma en 46 y 44 A. C. como reina vasalla y se alojó en la villa de César. Cuando este fue asesinado en 44 A. C., Cleopatra intentó que su hijo fuera designado heredero, pero no pudo debido al ascenso al poder de Octavio (posteriormente conocido como Augusto y que sería el primer emperador de Roma en 27 a. C.).
La trasciende al personaje
En otro orden de cosas, el éxito de Cleopatra entre los hombres alcanzó ribetes inimaginables, porque a su belleza poco frecuente, no tenía escrúpulos cuando un hombre le gustaba. La historia señala que se inició en el arte amatorio a los 12 años. Más tarde fue una alumna aventajada de las cortesanas del Ninfeo, el más famoso prostíbulo de Alejandría. Por cierto, la experiencia le resultó grata y se dice que hasta inventó una serie de posturas nuevas en la cama, donde demostraba una imaginación desbordante. Una de esas posturas pasó a la historia como “La Pirámide Invertida”, pero no se especifica en qué consistía.
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Pocos años después mandó a construir un templo como residencia para sus cientos de jóvenes amantes, a quienes se les administraban drogas para aumentar su lujuria que, a juzgar por los testimonios que nos han llegado, llegó a ser una consumada maestra en materias sexuales, tanto en técnica, como en resistencia. Se afirma que era capaz de yacer con cien hombres en una sola noche. No es extraño, a juzgar por estos antecedentes, que tanto Julio César como Marco Aurelio cayeran rendidos (y hasta literalmente) a sus pies.
Aunque han pasado muchos años, los historiadores insisten en que Cleopatra sufría de bulimia sexual incontrolable, lo que le impedía ser fiel a marido alguno. En el libro de Alex Lynn, “Hechos sin explicación”, el autor señala que Cleopatra no era una felatriz, aunque sí practicaba la felación. Lynn asegura que por su virtuosismo en el sexo oral le pusieron muchos apodos, como Marichane, que significa “La Boca de 10 mil hombres” o “Chelión”, que significa “La de los gruesos labios”.