Por Braulio Jatar Alonso.- Las elecciones primarias en todo el mundo carecen del poder de convocatoria de las nacionales, incluso en países con sociedades, medios y publicidad libre. Por ello, organizar una primaria democrática en la Venezuela de hoy es toda una hazaña épica.
Los candidatos opositores no pueden desplazarse en aviones comerciales, como le ocurre a María Corina Machado, a quien al mismo tiempo le fabrican un proceso de inhabilitación . Además, son sometidos a ataques personales, alcabalas para interrumpir su libre tránsito y al escarnio público en los medios de comunicación controlados por el Estado.
Sus debates, propuestas y actos sólo pueden difundirse en espacios físicos reducidos, transmitidos por internet o redes sociales, sin acceso a televisoras ni radios convencionales.
La comisión electoral de la primaria debe autofinanciarse y preparar todo el proceso sin ayuda ni colaboración de entidades públicas. No cuenta con medios de comunicación tradicionales para reproducir su labor, hacer convocatorias a votar o informar sobre los alcances del proceso.
Esta primaria en Venezuela no se asemeja a comicios convencionales en democracias. Es un acto de rebeldía democrática de la oposición ante un gobierno cuestionado internacionalmente por constantes violaciones a los derechos humanos y vínculos con el crimen organizado.
A los obstáculos para promover el sufragio en este proceso, se suma que María Corina Machado lidera holgadamente la elección interna con 70-80% de intención de voto. Entre más competitiva es una contienda mayor interés y participación despierta en la ciudadanía.
Esto es válido para un juego de béisbol, vender los derechos en un combate de boxeo o llenar un estadio en el mundial de fútbol. Pero en este caso, tanto dentro como fuera de Venezuela, es ampliamente conocido quién resultará ganador, y esto es un desmovilizador adicional.
Ver también:
Ante tantas trabas a la participación ciudadana, y sin expectativas dentro de la contienda, es previsible una baja asistencia en esta primaria opositora. Sin embargo, el descontento democrático se mantendrá vivo hasta que, potencialmente en 2024, millones de venezolanas y venezolanos salgan a votar masivamente para poner fin a este prolongado drama político y humanitario que ya ha forzado al exilio a más de 8 millones de compatriotas.
En el “arte de la guerra” se nos enseña : “Las oportunidades se multiplican a medida que se toman”. La avalancha de votos (por ahora) se agazapa en la espera.
Nota original publicada en El Tiempo Latino