Por Alejandro Félix de Souza (desde Panamá).- He leído con verdadera fruición y deleite el libro “Políticamente Indeseable”, de una fascinante, inteligente, y sobre todo, políticamente valiente miembro del Congreso de Diputados de España: Cayetana Álvarez de Toledo, a quien leo, escucho y sigo hace más de cinco años.
Este libro de Cayetana es muy valioso para reflexionar sobre qué podemos hacer los ciudadanos en situación de letargo para detener el lento pero progresivo proceso de declinación de la democracia y la república en muchos de nuestros países hispanoamericanos.
Álvarez de Toledo tiene la nacionalidad española, argentina y francesa: su padre era un aristócrata español nacido y criado en Francia, y su madre, una argentina de uno de los apellidos más viejos y conocidos del Río de la Plata. Hizo su doctorado en Oxford con uno de los más importantes hispanistas del mundo anglosajón, y comenzó haciendo sus primeras armas en el periodismo, para protagonizar después el liderazgo y vocería de “Libres e Iguales”, un movimiento de defensa de la integridad constitucional y democrática de España (la preservación de la inteligentísima Constitución de 1978, que permitió a la península pasar de un orden iliberal autoritario, a un orden liberal y democrático, la admirable “transición española”, que sirvió de modelo a muchas transiciones y restauraciones democráticas en América Latina, Europa del Este y África).
Electa Diputada por Barcelona bajo la desafiante y difícil bandera de preservar la integridad territorial de España en un momento de fervor nacionalista centrífugo en Cataluña, tuvo su pico de visibilidad pública en la pandemia, durante su hoy famosa interpelación parlamentaria a Pablo Iglesias, el ex Viceprimer Presidente del Gobierno español, y líder de la agrupación política Podemos.
En gira por América del Sur para presentar el libro cuyas fotografías acompañan estas líneas, Cayetana ha tenido muy interesantes entrevistas en Chile y Argentina, con profundas reflexiones sobre la situación de la democracia ante los embates del populismo regresivo e irracional.
Para quienes somos centristas, demócratas, liberales, republicanos, defensores de una nación de ciudadanos racionales, críticos, educados, con actitud evolutiva, reformista y progresista, la entrevista que sigue, que se produjo hace unos pocos días en Chile, es atrapante.
Les recomiendo escuchar los dos primeros minutos, y esta entrevista, como un buen libro que te atrapa desde la primera página, nos dejará reflexiones interesantes a todos los hispanoamericanos, para defender ese Patrimonio de la Humanidad que es la democracia liberal.
Igualmente, les comparto algunas de las perlas más interesantes que surgen de esta entrevista:
¿Es relevante la política? ¿Hay una “política deseable”?
“La política es lo más importante que hay, es verdad que está desprestigiada, que existe una generalizada crisis de confianza de los ciudadanos en los políticos. Pero eso no resta importancia a la política como oficio, y de hecho es de las cosas que más afectan nuestras vidas, y por eso es tan importante emprender procesos de regeneración de la política para volver a conectarla con los ciudadanos”.
“La política necesita una cura de verdad, que los políticos empecemos a decir en público lo mismo que decimos en privado, que no haya miedo a la verdad”.
“Los ciudadanos, cuando ven a sus políticos, notan si hay un político que dice la verdad, que es auténtico, que tiene convicciones, que tiene coraje y que se atreve a encarar los difíciles debates contemporáneos y también ven a aquellos que están cortados con un manual, hechos en fábricas casi de políticos que dicen simplemente lo creen que los ciudadanos quieren escuchar para ganar su voto”.
“No hay alternativa a la política, la alternativa a la política es el populismo y, de hecho, el populismo no es una forma de hacer política, es la anti-política, es la destrucción de la política y por eso hay que volver a ennoblecer el concepto de la política y su ejercicio”.
“Como dijo Valéry Giscard d’Estaing en un famoso debate con Mitterrand, la izquierda siempre ostenta el monopolio del corazón de los sentimientos y las buenas intenciones; y la derecha en cambio tiende a creer de manera equivocada que a los ciudadanos solamente les importa el dinero en el bolsillo y lo material y que basta con ser muy buenos gestores, grandes tecnócratas para que el ciudadano te lo agradezca y entonces se den las ideas, la batalla cultural y la batalla política a la izquierda y entonces se quedan inferiores de condiciones”.
“Los ciudadanos no somos puramente materialistas. Nos importa, evidentemente, la economía, llegar a fin de mes, cosas básicas de la vida, pero también las ideas; tenemos ideales, somos idealistas, tenemos emociones positivas y tenemos objetivos ideológicos nobles y se trata de apelar también a esos objetivos e intentar avanzarlos”.
“La política puede ser un oficio ejercido con la máxima dignidad y de acuerdo con los más nobles principios e ideales, puede ser una política deseable, y esa política deseable es necesaria y para eso hace falta que personas que tengan esta noción de la política sigan en el ejercicio de la misma”.
¿Cómo juegan la razón y la emoción en la política y en la mente de los ciudadanos?
“Hay una efervescencia sentimental del debate público que tiene que ver con la infantilización de la sociedad, es decir, los políticos están tratando a los ciudadanos como menores de edad, como cuidados entre algodón diciéndoles solamente aquello que quieren escuchar, apelando a sus sentimientos y sus emociones porque apelar a las emociones es el camino más directo y más corto para obtener un voto y generar una reacción en la ciudadanía”.
“A los ciudadanos hay que tratarles como adultos que lo que se merecen es apelar a sus razones, apelar a sus argumentos, apelar a su inteligencia y en ese proceso de tratar a los ciudadanos como adultos dignificar también a la política”.
¿Cómo evalúa el uso de las redes sociales para el debate de temas políticos?
“La Twitterización de la política lo está invadiendo todo, en lugar de aquellos discursos -sin ponerse tampoco nostálgico- de hace unos años donde los parlamentarios intentaban hilvanar argumentos, apelar a la inteligencia de la gente, construir razones, ganar adeptos a través de la pedagogía política y no simplemente por la pulsión emocional.”
“En Twitter se da como en la política o el mundo la gran polarización, es decir, es un gran campo de batalla cultural feroz donde se crean ejércitos de mucha gente embocascada en el anonimato y que se lanza a la yugular de unos y otros y especialmente a los que están tomando decisiones políticas. El problema es cuando ese político se siente aludido, interpelado y amenazado y cede ante el chantaje de una turba anónima en Twitter y toman decisiones legislativas o votan en un determinado sentido por la horda que les acosa.”
En general, suelo abstenerme de escribir sobre temas políticos, con esta excepción, ante la alarma por la declinación democrática a la que esta escritora hace alusión en el prólogo de su muy interesante libro.
Más allá de nuestras convicciones políticas (que a veces son como un balde en la cabeza, que no nos permite ver, oír y pensar), espero que se reflexione sobre estos pensamientos que ponen el dedo en la llaga en temas sobre los que nos cuesta, particularmente en América Latina, tener discusiones en un plano racional, y no vocinglero.
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