Por Carlos Cantero.- La serie Chile bajo Ataque promueve la comprensión -y reflexión- sobre los nuevos tipos de confrontaciones, guerras y revoluciones, que enfrentan los países, las que se caracterizan por ser asimétricas, de baja intensidad, sin declaratoria, pueden involucrar organizaciones criminales, nacionales o internacionales, agentes políticos o de un Estado, o Estados fallidos (con militares o civiles), motivados por afanes revolucionarios y crimen organizado, ajenos a principios democráticos, bajo el imperio de la violencia (ej: Venezuela, Cuba, entre otros).
En este crisol se entremezclan crimen organizado, narcotráfico (carteles rusos e iraní y múltiples organizaciones criminales de América Latina), además de corrupción, violencia y anomia, que debilitan los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y, la destrucción de la operatividad de las policías y de la inteligencia del país. Esas organizaciones ilícitas y sus acciones criminales, sin contención destruyen los Estados.
Las dinámicas de estos procesos son vertiginosas, con rápidos cambios adaptativos a nuevas realidades sociales, económicas y digitales. Muchas veces el crimen supera por lejos la capacidad de reacción de los Estados. Si se considera la legislación internacional que emerge y la literatura al respecto, se concluye que, este es un procedimiento conocido, estudiado y repetido, por el crimen organizado en América Latina. Este texto integra aspectos de la Convención de Palermo, las guerras asimétricas y el crimen organizado.
La vinculación con el crimen organizado no es patrimonio exclusivo de un sector político o social. Por el contrario, es muy transversal. Llama la atención que algunos sectores señalen su alivio afirmando que el secuestro, asesinato e inhumación ilegal, de Ronald Ojeda, ex oficial venezolano, con asilo político en Chile, corresponde a un acto criminal entre delincuentes comunes. Pienso que tal afirmación es un completo y sospechoso disparate.
Por el contrario, esos hechos son la constatación indiscutible de la instalación de esta explosiva mezcla en nuestro país, con gran nivel de organización, redes de apoyo y complicidades. Falta dilucidar ¿Quién encargó y financió? Si fue el crimen organizado, el narcotráfico, un acto revolucionario, encargo político, o todas las anteriores, reviste la misma gravedad. Son evidentes las redes involucradas, la debilidad de la inteligencia chilena, además de una sociedad y medios que no tienen consciencia de la voluntad de aquellos (seudo-revolucionarios) que pretenden Refundar Chile.
El concepto de crimen organizado, se aplica a la asociación criminal superior, nacional o internacional, creada con el propósito de gestionar recursos económicos por acciones ilícitas, mediante el recurso de la violencia, la corrupción, el terrorismo, empresas ilegales, cualquiera sea el destino final de esos recursos o bienes. Se debe categorizar los tipos de organizaciones criminales: pandillas, grupos paramilitares de apoyo al crimen, terrorismo político o religioso, grupos políticos radicalizados; asociaciones ilícitas para delinquir, etc.
Los enfoques criminológico y penal permiten la tipificación y establecen presupuestos fundamentales, con consecuencias jurídicas, permitiendo distinguir con precisión la figura delictiva. La Convención de Palermo, de las Naciones Unidas, permite desarrollar una estrategia compartida de los Estados contra este tipo de crímenes.
En su artículo 2, define: «un grupo estructurado de tres o más personas que existe durante cierto tiempo y que actúa concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro beneficio de orden material«. Incorpora grupos disímiles que se dedican a lograr beneficios económicos u otros, a través del delito. Estos avances institucionales y globales permiten una conceptualización y tratamiento común para estos delitos, por los distintos Estados, homologando realidades internacionales.
Es muy evidente que Chile está bajo ataque, acechado por elementos exógenos: el Crimen Organizado, el Narcotráfico Internacional, por grupos políticos radicalizados. Además, hay elementos endógenos, políticos e ideológicos, en la izquierda y en la derecha, que afectan la unidad y el sentido de comunidad nacional.
No deja de sorprender el mutismo, la desconexión, o quizás el miedo de los poderes del Estado, la sociedad civil y la elite intelectual. Mientras sumamos centenares de muertos, destrucción, incendios, inseguridad y violencia, la sociedad y los medios de comunicación muestran una actitud permisiva y la TV Basura idiotiza la audiencia con su farándula.
Enfrentamos una sinergia o entropía negativa, que es la tendencia del sistema hacia el desorden y la degradación, dañando la calidad de vida de las personas. Debemos estar alertas, ya están instaladas los males y las autoridades no muestran decisión ni capacidad para enfrentar este flagelo.
La política y los partidos políticos, muestran mediocridad. Si este mal no se contiene, habrá que recordar la triste memoria de quienes, con sus conductas cobardes, condenan el futuro del país. ¡Con unidad, convicción y algo de coraje, aún estamos a tiempo! ¡Despierta Chile!
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