Por Carlos Cantero.- Ante el fracaso de la exportación revolucionaria al estilo cubano, se han reinventado estos procesos, con nuevos marcos teóricos. Pero, sin renunciar a la voluntad de desestabilizar a los adversarios y subvertir el orden social y político.
En América Latina existen profundas desigualdades sociales, económicas y culturales, con sistemas políticos ineptos, alejados de la ciudadanía y con corrupción. Eso genera inestabilidad, debilita la legitimidad de los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), desprestigia la democracia y la política.
A esto se agrega la persistente campaña de debilitamiento de las policías y de la inteligencia; además de la acción del Crimen Organizado y el Narcotráfico, con la secuela de violencia y corrupción.
Ese ambiente de incertidumbre, inseguridad e inestabilidades, es fecundo para la agitación y exaltar expectativas ciudadanas. Es en este contexto que se sigue incubando el sueño revolucionario. Esa ciudadanía es vulnerable al populismo, la narco-política o las neo dictaduras, al estilo de Venezuela.
Así se extiende la Guerra de Cuarta Generación, un nuevo tipo de conflicto, asimétrico, no convencional, sin la tradicional declaración de guerra, en plenitud de relaciones diplomáticas y comerciales. Es decir, se realiza desde una estrategia de mismidad, usando poder duro y poder blando, de manipulación comunicacional y subjetiva, aprovechando la falta de legitimidad del liderazgo y el grave desconocimiento de este tipo de confrontación.
Si se ignora este modelo o no hay capacidad de contención, como ha ocurrido en Chile, puede tener efectos muy destructivos. La guerra asimétrica constituye una amenaza a: la autoridad, la legitimidad y la estabilidad de los gobiernos afectados.
El Dr. Max Manwaring, en su estudio del tema, examina cuestiones claves: el contexto del esfuerzo estratégico político-psicológico de desestabilización; componentes claves de la guerra asimétrica de cuarta generación; el modelo operativo paramilitar para impulsar un cambio radical en el Hemisferio Occidental; y, las implicaciones varias de contexto.
En estos días, en Chile hay múltiples frentes activos, en coherencia con este tipo de confrontación, como la transgresión de nuestras fronteras en completa impunidad. También hay derechamente actos de guerra, con distintas motivaciones no convencionales, asimétricas y revolucionarias: por ejemplo en el denominado “Conflicto Mapuche”, que está en desarrollo y violento empoderamiento. Además de aquellas que describo en la publicación anterior a esta reflexión.
En su icónico libro: “El Arte de la Guerra”, Sun Tzu señala: «La guerra es una cuestión de vital importancia para el Estado; ……. el camino hacia la supervivencia o la ruina”. De allí la necesidad de definir estrategias de seguridad y organizar las instituciones y la institucionalidad, para abordar el desafío.
Es de vital importancia conocer y estudiar la evolución de estos marcos teóricos, los principios de las operaciones que intentan la desestabilización de la democracia, el colapso de la política, de la voluntad de la sociedad y su sentido de comunidad.
Saber cómo operan estos neo-combatientes, mimetizados en una estrategia de mismidad con la comunidad a la que atacan, mezclados y actuando en la población misma. Es relevante conocer los efectos e impacto -de mediano y largo plazo- de los conflictos asimétricos, que son guerras igualmente despiadadas.
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