Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Chile, destino abierto

Por Hugo Cox Morán.- Como destino abierto, más que certezas, hay dudas y preguntas con respecto a lo que viene. Las variables tanto nacionales como internacionales son, a lo menos, convulsas.
Hoy el país necesita respuestas a preguntas concretas, al orden que se quiere o los cambios que se esperan, o a cuál será el rol que jugará el Estado y el mercado, el rol que debe jugar la sociedad civil en la creación de un nuevo orden, cuál será el rol del nuevo gobierno frente a la construcción de una nueva constitución… Estas y muchas otras preguntas exigen respuestas de quienes disputan la primera magistratura.

Un debate que dé cuenta de las preguntas planteadas permitiría elevar un diálogo que debería tener en cuenta la libertad como elemento base y como se podría reconstruir un tejido social dañado. ¿El país seguirá permitiendo que un grupo de personas entiendan a la libertad como un individualismo llevado a su máxima expresión, elevando las ganancias a costa de evadir impuestos o dañar el medio ambiente? Por otra parte, también toca a la constante impugnación al orden como forma de “acelerar las contradicciones” por lo tanto avalando “todas las formas de lucha”.

La historia de este país tiene varias coyunturas críticas y sus soluciones han surgido por los acuerdos políticos, los que lentamente fueron abriendo espacios de libertad (entre los acuerdos de separación de la Iglesia del Estado y fortalecimiento de la educación pública por mencionar dos importantes). Por otra parte, Chile aparece divido entre dos polos: el orden, la restauración del orden perdido, por un lado; y los cambios que Chile necesita, por el otro. Pero entre estos dos polos existen varios matices, que van desde el aggiornamento al modelo, al cambio con orden y libertad. Mirado en esta perspectiva, hay un camino por recorrer para la consolidación de un sistema democrático lo más representativo posible.

Nunca se debe perder de vista que la dictadura conculcó la libertad y los derechos, y que en los 30 años posteriores que muchos miran con vergüenza, con sus claros y oscuros, se recuperó la libertad, y la democracia fue un medio para recuperar y afianzar derechos y dignificar la vida de las personas más carenciadas de la sociedad. Por ejemplo, el programa puente y los avances en la infraestructura necesaria para el país, recuperación de aguas servidas, etc.

Los espacios de libertad conseguidos permitieron la emergencia de nuevos temas muy en línea con el resto del mundo occidental, que marcan una inflexión en el devenir histórico del país. En síntesis, el paso de la dictadura al cambio no fue un fin en sí mismo, sino que este se transforma en el medio para redefinir y ampliar los caminos de libertad.

Cuando se equivoca el camino, los peligros asoman con más fuerza. Un ejemplo de eso son las protestas que se tomaron un camino de rutina y radicalidad, y lo masivo se pierde en qué es lo que permite acelerar el cambio. El ejemplo más claro fue la masividad de la protesta (con más de un 1 millón de personas) en la Plaza Baquedano que obliga a la estructura política a dar respuesta con un llamado a crear una nueva constitución, y diseña un camino institucional para esto.

El que la protesta se transformara en cada vez más violenta provocó un cansancio en la población y la derecha hizo una buena lectura y le habló al sujeto que pedía orden, que quería volver a su rutina diaria, una rutina agravada por la crisis sanitaria. Chile debate hoy entre el orden militarizado y el cambio casi refundacional, la sociedad es más amplia que eso y, por tanto, los discursos deben tener un destinatario definido (un sujeto claro), ya que el cambio por el cambio se agota y, por lo tanto, la sociedad debe co-crear un camino en la unidad y transformar la unidad coyuntural en una unidad estratégica que permita dar respuesta a los conflictos del siglo XXl.

Hugo Cox es Dr. en Comunicaciones y autor de «Bitácora de la(s) crisis»