Por Juan Medina Torres.- Para el año 2050, un 32,1 por ciento de la población chilena corresponderá al grupo etario de los adultos mayores de 60 años y, de ese porcentaje, un 28 por ciento será de personas mayores de 80 años. Así lo da a conocer el estudio “Envejecimiento en Chile, evolución y características de las personas mayores”, entregado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
El aumento de la expectativa de vida significa, según el documento, “ que las relaciones de dependencia se modifiquen de manera importante, impactando en los mecanismos de sostenibilidad, protección, seguridad social y cuidados que serán necesarios fortalecer en el contexto de una sociedad más envejecida”.
Para los expertos, Chile no está preparado para enfrentar este cambio demográfico, porque el problema está directamente vinculado a su calidad de vida. Es sabido que los adultos mayores son vulnerables a sufrir diversas enfermedades, algunas de ellas graves. Además, muchos viven socialmente aislados de su familia y la sociedad.
Lo descrito los hace proclive al consumo de drogas, fenómeno que muchos califican como una epidemia oculta.
Un estudio realizado por SENDA y SENAMA el año pasado reveló un aumento en el consumo de medicamentos sin receta médica que alcanzó a un 8,9 por ciento, siendo las mujeres las que registran una cifra mayor con un 9,3 por ciento a diferencia de los hombres con un 8,5 por ciento.
Otro dato importante es el aumento en el consumo de alcohol en más de un 40% con los efectos que ello que genera en el organismo, sumado al riesgo de caídas, trastornos del sueño y graves problemas de salud mental.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo dependiente de las Naciones Unidas, en su informe anual del 2020 llamó la atención de los gobiernos sobre el consumo de drogas en los adultos mayores e identificó tres áreas que los gobiernos y la comunidad internacional deben abordar:
En primer lugar, recomienda que se amplíe el rango de edad incluido en las encuestas sobre el consumo de drogas y se mejoren los sistemas de vigilancia de prescripción de medicamentos controlados, para así medir la naturaleza y el alcance del uso de drogas entre personas adultas mayores.
En segundo lugar, prevenir y reducir el consumo de drogas por parte de las personas mayores y eliminar la estigmatización. Esto implica incluir la opinión de adultos mayores en el diseño de campañas para combatir el estigma hacia esta población y
En tercer lugar, generar políticas de atención integral y adecuada a la edad, centrada en las necesidades de las personas, sus familias y comunidades.
Los gobiernos, dice el informe, deben desarrollar respuestas que incluyan el tratamiento conjunto de múltiples problemas relacionados con la salud física, mental y adicciones. Se deben incluir servicios domiciliarios y por teléfono o internet.