Por ElPensador.io.- El consultor de datos canadiense Christopher Wylie ha sido la principal fuente para destapar el escándalo de Cambrigde Analytica y la manipulación informativa en las redes sociales que llevó, entre los casos más conocidos, a la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y la victoria del Brexit en Gran Bretaña, mediante la adquisición sistemática de bases de datos de redes sociales.
El joven experto colaboró en la empresa que se ha transformado en el ícono del Big Data, y relató tanto las denuncias efectuadas a través de un libro titulado “Mindfucking: Cambridge Analytica, la trama para desestabilizar al mundo”.
Una de las primeras cosas que explica Wylie es que -pese a que se trata de procesos y herramientas informáticas- no hay nada “automático” en la esencia de la estrategia de manipulación informativa. Su eje es profundamente cualitativo y humano, antes de cualquier algoritmo, con la intención de conocer a los públicos objetivo que con más probabilidad pueden difundir la información que se desea. Lo peligroso, indica, es que la lógica de las redes sociales -y la lógica digital en general- permite la entrega voluntaria de información personal que en circunstancias normales (digamos, en la vida “no digital”) no estaríamos nunca dispuestos a dar. Y no se trata solo del número de tarjeta de crédito, sino también la ubicación personal (que en el mundo “real” es una condena dictada por un tribunal), nuestros gustos, cantidad de hijos, domicilio, conductas de consumo, etc.
“Pronto nos encontramos compartiendo información personal sin dudar ni un segundo. Y a eso ayudó, en parte, un vocabulario nuevo. Lo que en realidad eran redes de vigilancia de titularidad privada se convirtieron en ‘comunidades’, la gente a la que usaba esas redes para su provecho eran ‘usuarios’, y el diseño adictivo se promovía como ‘experiencia del usuario’, o bien ‘compromiso’”, señala Wylie. Explica que, a partir de esa información, se genera un “modelo de la personalidad basado en cinco factores, que representa la personalidad como un conjunto de datos agrupados en cinco categorías: apertura, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neurosis… (el que) puede ser una herramienta inmensamente útil para predecir la conducta. En el discurso político se verá que muchas de las frases usadas para describir a los candidatos, las políticas o a los partidos, se alinean con la personalidad. Obama hablaba de ‘cambio’, ‘esperanza’ y ‘progreso’; en otras palabras, una plataforma de apertura a nuevas ideas. Los republicanos, en tanto, tienden a centrarse en la ‘estabilidad’, la ‘independencia’ y la ‘tradición’, por lo que estamos ante una plataforma de responsabilidad”.
El joven, que denunció la trama de Cambridge Analytica, señala que en las sociedades actuales se maneja la información con una lógica de guerra, y que eso ha influido en los procesos sociales y políticos.
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Guerra psicológica
“El modelo de la guerra psicológica del cual formaba parte SCL (la matriz de Cambridge Analytica), llevaba en funcionamiento tanto tiempo como llevaban los humanos haciendo la guerra. En el siglo VI A.C. los persas aqueménidas, sabiendo que los egipcios adoraban al dios gato Bastet, ponían imágenes de gatos en sus escudos para que los egipcios se mostraran reacios a atacarles en combate. En lugar de saquear y destruir ciudades enemigas sin más, Alejandro Magno usaba tácticas positivas psicológicas, dejando tropas atrás para que extendieran la cultura griega, y asimilaran a los derrotados en su vasto imperio. Durante la Edad Media, Tamerlán y Gengis Kan usaron el terror como arma psicológica: decapitaban a sus enemigos y exhibían aquellas cabezas cortadas clavadas en picas. Y en Rusia, Iván el terrible amedrentaba a las masas para que fueran sumisas poniendo enormes sartenes en la Plaza Roja y friendo vivos en ellas a sus enemigos. Durante la Segunda Guerra Mundial, los británicos perfeccionaron el arte de engañar al enemigo fingiendo invasiones, usando tanques de atrezo e incluso colocando falsos planes de batalla en un cadáver vestido de soldado; aquella maniobra se bautizó con el fantástico nombre de Operación Carne Picada. El uso de información (y de desinformación) bien diseñado es una de las formas más efectivas de conseguir ventajas tácticas en el campo de batalla”, describe Wylie en su libro.
Asimismo, explica que “al diseñar un arma informativa resulta muy útil pensar en los aspectos básicos de cualquier sistema de armamento: la carga útil, el sistema de guía y la selección del objetivo… En el combate informativo, la carga suele ser un relato, un rumor desplegado para introducir una narración general o cultural falsa destinada a pacificar un pueblo”.
“Las armas y las bombas matan a las personas, sean quienes sean éstas, ya que las propiedades de la física son globales. Pero un arma de información las propiedades deben ser adaptadas teniendo en cuenta múltiples factores: lengua, cultura, situación, historia, diversidad de la población… Si estás construyendo un arma no cinética diseñada para un “perspecticidio” a escala (la deconstrucción y manipulación activa de la percepción popular), primero tienes que comprender qué es lo que motiva a la gente profundamente… Esto se optimiza mediante una buena elaboración de perfiles e identificando a los tipos de personas que son susceptibles de nuevas formas de pensar y que están bien conectadas, de modo que pueden inyectar nuestra contranarrativa en su red social”.
Aquí, entonces resume la estrategia de manipulación que no se basa solo en inundar las redes o los medios masivos de determinada información, sino de segmentar e identificar adecuadamente quiénes son los individuos que tienen mayores posibilidades de difundir la información en sus propias redes.
“La forma más efectiva de perspecticidio es la que cambia primero el concepto del yo. En ese sentido, el manipulador intenta ‘robar’ el concepto del yo de su público objetivo, reemplazándolo por el suyo propio. Normalmente esto suele empezar intentando silenciar la narrativa del oponente y luego dominando el entorno informativo del objetivo. A menudo esto implica romper gradualmente lo que se suele llamar ‘factores de resiliencia psicológica’ a lo largo de meses… Se alienta al objetivo a mostrarse catastrofista con respecto a actos de poca importancia o imaginarios; por su parte, las contranarrativas intentan eliminar el sentido, creando una impresión de actos confusos o sin sentido. Las contranarrativas también intentan fomentar la desconfianza para evitar una comunicación con otros que pudiera obstaculizar la evolución del objetivo. Es mucho más duro seguir siendo leal a una jerarquía o grupo existente cuando empiezas a pensar que te están utilizando de una manera injusta, o cuando los acontecimientos parecen sin sentido o carecen de objetivo. Te vuelves menos propenso a aceptar los contratiempos, a correr riesgos o a acatar las órdenes”, analiza Wylie.
Según su análisis, “los objetivos más susceptibles suelen ser aquellos que exhiben rasgos neuróticos y narcisistas, ya que tienden a ser menos resilientes psicológicamente respecto a las narrativas con estrés… son más propensos a los sentimientos de envidia y de legitimidad, que son fuertes motivadores de rupturas de reglas y conducta desafiante frente a la jerarquía… es más probable que esos objetivos desarrollen exageradas sospechas de acoso, persecución, victimismo o tratamiento injusto”.
Sesgos cognitivos
Asimismo, indica una de las claves usadas en la manipulación, que es aplicable a la construcción de cuestionarios de encuestas y sondeos políticos: se trata de los “sesgos cognitivos”, y particularmente uno de ellos, denominado “primado”, en base a lo cual, tendemos a contestar influidos por la información más inmediata que se le pone delante. Por ejemplo, dice, si nos preguntan si nos sentimos felices en nuestra vida como primera pregunta de un cuestionario, la respuesta será diferente a si antes de esa pregunta se nos ha cuestionado sobre nuestro peso o sobre el desempeño de la economía o de nuestras finanzas.
Explica también que se usan otros sesgos para la manipulación informativa, como por ejemplo uno denominado “disponibilidad heurística”, a partir del cual las personas confunden la probabilidad de ocurrencia a partir de la frecuencia de aparición de determinada información. “Debido a ese sesgo la gente que ve más noticias de asesinatos violentos en las noticias, tiende a pensar que la sociedad se está volviendo más violenta, cuando, de hecho, las tasas de asesinatos en todo el mundo llevan declinando el último cuarto de siglo”.
“Fox genera ira con sus narrativas hiperbólicas porque la ira perturba la capacidad e buscar, racionalizar y sopesar información. Eso conduce a lo que se llama ‘heurística de la afectividad’, a través de la cual la gente usa atajos mentales significativamente influidos por la emoción. Es el mismo sesgo que, movidos por la ira, nos hace decir cosas que luego lamentamos. Es el calor del momento. En realidad se piensa distinto… Con la guardia baja, a la audiencia de Fox se le dice que forma parte de un grupo de ‘estadounidenses normales’. Una identidad que se machaca una y otra vez. Por eso hay tantas referencias al ‘nosotros’ y por eso los moderadores se dirigen tantas veces a la audiencia. De forma constante se les recuerda que si eres un auténtico ‘estadounidense normal’, lo que piensas, es decir, lo que pensamos ‘nosotros’, es tal y cual cosa. Y así se prepara a la gente para un ‘razonamiento motivado por la identidad’, que es un sesgo que esencialmente hace que aceptemos o rechacemos información basándonos en si sirve o no para construir o amenazar la identidad del grupo, en lugar de según los méritos del contenido”.
De esta manera, dice, podemos ver exactamente las mismas noticias y llegar a conclusiones diferentes frente a personas que piensan distinto, generando también un “efecto reactancia”, a partir del cual “los puntos de vista alternativos en realidad fortalecen la reacción de la audiencia en su creencia original, porque los sienten como una amenaza a su libertad personal”.
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