Sr. Director:
Hay conceptos cuya definición literal se remite meramente a describir hechos, pero dependiendo del uso social que se haga de determinados vocablos, se les puede cargar de valor, intencionalidad y juicio. Tal es el caso del concubinato, que refiere la relación marital de dos personas sin estar casadas. Su utilización descalificadora revela el podio moral conservador de quien lo espeta, al repugnarle la forma en que terceros viven legítimamente su intimidad alejados del canon marital; también su machismo, por cuanto no deja de subyacer ese anhelo que las religiones suelen exaltar por mujeres virginales, cuyo fecundo terreno ha de preservarse inmaculado e indisputado para labranza de quien resulte su señor, cuyo dominio ejercerá una vez casados.
Pudiendo haberlo fundado, el desprecio no requiere sabiduría. Ante la falta de mayor sustancia en su crítica, el pobre recurso del desprecio personal debe alertar tanto sobre el real fundamento del despreciador, como del taburete valórico sobre el que descansa sus pies, de soberbia embarrados; escandalizándose por quienes se aman sin haberse casado, mientras que intelectualmente impúdico, al no molestarse demasiado en haber pensado. ¡Ya quisiéramos menos mácula en tantas y tantos casados!
Atte.,
Luis León Cárdenas Graide, Ingeniero Civil en Computación, Universidad de Chile