Por Guillaume Guy-Paul.- Sin perjuicio a las labores que establece la Constitución Política de la República a los congresistas, uno de los objetivos cruciales de los parlamentarios es la consecución del bienestar común, y esto debe justificarse en el control equilibrado del mercado económico. Para lograr este importante objetivo, es necesario contar con una agencia de inteligencia que le oriente en la anticipación de problemas y/o acontecimientos futuros.
Sin duda que la inteligencia estratégica surgió por la preocupación de defensa de los Estados, y una de las inquietudes majestuosas de nuestros sistemas de estados de hoy es la protección de sus territorios frente a eventuales actos terroristas internos/externos y/o invasión de fuerzas extranjeras. A través de la inteligencia humana, los hombres han desarrollado muchos instrumentos agresivos que facilitarían mejor el camino para invadir otros Estados menos equipados bélicamente, con el único y primordial objetivo de atracar sus recursos naturales.
Los hombres que constituyen nuestra sociedad moderna son cada vez más impúdicos ante sus propios semejantes. Para algunos, frente a cualquier arreglo económico, el fin puede justificar los medios, asimismo la vida humana no cobra relevancia, sobre todo cuando se trata de la conquista de riquezas materiales. En muchos casos, se trata de la introducción de terroristas en territorios ajenos para estallar bombas, destruyendo infraestructura nacional, para posteriormente someter al país victima con la ayuda internacional o bajo endeudamiento directo del Banco Mundial para su «refundación».
Podemos especular que si los hombres que controlan casi todas las actividades económicas de una nación y sin siquiera tener la conciencia de compartir ni una décima parte de sus patrimonios para que el Estado pueda ir en auxilio de los más desprotegidos, no es de alguna manera, el epítome del terrorismo. Intentando evitar o prever estos tipos de fenómenos, muchos Estados han desarrollado sistemas que les permiten lidiar con aquello, entre ellos, la inteligencia estratégica. Aun así, nuestra intranquilidad radica en que determinados países han estado considerando al producto de la inteligencia estratégica sólo en el ámbito militar, el cual pretende asegurar la seguridad nacional. Sin embargo, si se habla de seguridad nacional, se debe considerar al concepto “seguridad” en su más amplio y elevado sentido del término, es decir, no puede centralizarse sólo en la táctica militar, también hay que aplicarla en todas las áreas que hacen funcionar el Estado-nación.
El término “inteligencia estratégica” parece circunscrito exclusivamente a lo militar, pese a que ello no es exclusivamente así, por cuanto «la inteligencia estratégica sirve a la conducción político-estratégica del Estado y, en consecuencia, también a la inteligencia de nivel nacional» (Bull 2002, p 54). En suma, los Estados han considerado la importancia de una Agencia Nacional de Inteligencia en su conducción político-estratégica para proporcionar seguridad a la nación en todos los sentidos, como -por ejemplo, en el caso de Chile, la ANI-, para pensar constantemente sobre posibles acontecimientos que podrían afectar la defensa de su territorio. Pues en el mismo caso de Chile, se percibe que el trabajo de la ANI está limitado a posibles efectos bélicos, tanto externos como internos. En cuanto a lo interno, la ocurrencia del 18 de octubre de 2019 es el centro paradigmático para hundir en interrogaciones y reflexiones sobre si la percepción de dicha agencia ha fallado durante aquel periodo o desde mucho antes. ¿Advirtió a los gobiernos las posibles consecuencias venideras? Ya que lo ocurrido estaba latiendo muchos años atrás hasta manifestarse, para luego convertirse en un conflicto institucional. ¿O tal vez lo que han propuesto los analistas de la ANI no se ha considerado simplemente por decisión política?
Por otro lado, recientemente en plena pandemia, hubo una controversia respecto a un desorden económico muy significativo que favorece a unos cuantos, producido por algunos personajes locales; tampoco se ha podido prever por parte de la ANI para proponer estrategia de freno. Dado que la inteligencia estratégica no es meramente un trabajo de prevención bélica sino que también se interpreta a nivel sociológico y, especialmente en la eventual conducta humana en la economía entre otras categorías, de los cuales debieran regular a través de la legislación, se propone la existencia de un estudio de inteligencia estratégica propia para el Congreso Nacional, que tenga una influencia sólida en las agencias ya existentes.
¿Por qué el Congreso Nacional debiera contar con un análisis de inteligencia estratégica? «La inteligencia estratégica se preocupa de escenarios y problemas futuros y para ello aporta conocimiento útil al conductor político estratégico, el cual debe adoptar las decisiones. Es evidente que toda actividad realizada por el Estado exige una planificación político-estratégica que considera, en síntesis, el análisis de situaciones y/o elementos históricos, presentes y prospectivos», (Bull 2002, p. 56).
Se genera confusión y descontento social por parte del Estado actual chileno en cuanto a la planificación político-estratégica hacia las actividades económicas privadas, y eso se fundamenta en lo siguiente: En abril del presente año, diversos portales noticieros han puesto a la luz el desorden económico producido por parte de un grupo de personas inferior al 1% de la población chilena, apoyándose sobre la crisis sanitaria como un camino recto para amplificar sus fortunas en gran porcentaje; esto demuestra claramente una falla de observación anticipada. Ha sido una noticia que generó mucho debate a nivel nacional e internacional; han manifestado preocupaciones hacia el efecto pero no han sentando sobre la discusión del porqué no han podido prever y poder reducir esta catástrofe. La pregunta es, otra vez, ¿la ANI tuvo la posibilidad de visualizar este desplome? ¿O los temas socio-económico internos no van a la par con sus labores? En el caso de que hubiera previsto este desorden, pudo haber sido transmitir la información al Congreso Nacional para que tomen medidas regulatorias (ley de emergencia que controle el mercado) para atenuar lo acaecido. Por tanto, siempre es necesaria una agencia de inteligencia que ayude a prevenir problemas sociales y reducir sus efectos a través de la ley.
Otra razón que sustenta la idea para que el Congreso Nacional de Chile reflexione sobre un estudio propio de inteligencia estratégica: A nivel internacional, al principio del presente año, ha habido un acontecimiento cuestionable en el capitolio de EE.UU., en donde, grupos que se sienten identificados por la ideología de extrema derecha planeaban asaltar al Congreso para caricaturizar la democracia, mientras que los funcionarios policiales de este medio contaban, desde antes, con informaciones al respecto. Por más fundamentos, la policía del Capitolio tampoco distribuyó la información que su propia unidad de inteligencia había recopilado a mediados de diciembre sobre la amenaza de violencia para ese día, pese a que sabían que seguidores de Trump habían publicado en redes sociales y en chats de extrema derecha que estaban preparándose para reunirse con armas para presionar a los legisladores y que revocaran la derrota electoral del ex-mandatario republicano frente a Joe Biden.
Muchas agencias de inteligencia de EE.UU. obtuvieron informaciones relacionadas a lo sucedido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio, sin embargo, no lograron procesar la información, sea por razones políticas u otras equivalentes. A nivel local, Chile está al borde de una transición significativa de su historia que naciera en un cambio constitucional que será legislado en el Congreso Nacional, asimismo, como la extrema derecha, en cualquier parte del mundo, goza de la misma formación genética, desde ya es necesaria una prospección que planifique la anticipación de cualquier ataque, fuera cual fuera su naturaleza.
Los parlamentarios, está claro que sus atribuciones se resumen desde los artículos 48, 49 y 50 de la Constitución Política de la República, desde la Cámara de Diputados hasta el Senado; fiscalizar, controlar los actos del Ejecutivo y legislar son prácticamente la conclusión de sus labores. Por lo anterior, existen grandes probabilidades de que les pasen desapercibidos fenómenos sociales de gran importancia si no tienen un estudio de análisis de inteligencia propia e independiente que les auxilie en sus planificaciones de anticipar problemas que tienden a desigualar la sociedad, como, por ejemplo, la violencia económica descontrolada.
La Agencia Nacional de Inteligencia de Chile muchas veces pasó desapercibida en lo que concierne a procesamiento de información interna que podría ser de gran utilidad para la buena conducción del país. En efecto, siendo el Congreso Nacional un poder del Estado enfocado a controlar no sólo las acciones del Ejecutivo sino que también las humanas y regularlas a través de normas, y por lo recientemente sucedido con la economía del país y en el Capitolio de EE.UU, es indispensable que cuente con un análisis propio de inteligencia para cooperar con el equipo de los parlamentarios en la prevención de delitos de relevancia nacional.
Guillaume Guy-Paul es estudiante de Ciencia Política y Administración Pública de la Universidad Miguel de Cervantes.
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