El economista Bernardo Javalquinto da una revisión a la gestión de los gobiernos chilenos en lo económico desde 1990 y extrae lecciones para el futuro.
Por Bernardo Javalquinto.- El crecimiento económico de Chile en las últimas décadas ha sido un viaje lleno de altos y bajos, marcado por decisiones políticas, contextos globales y la capacidad de cada gobierno para enfrentar desafíos únicos. Desde el retorno a la democracia, cada administración ha dejado su huella, con logros y dificultades que han moldeado la economía del país.
Gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei (1990-2000)
Los gobiernos de Aylwin y Frei se beneficiaron de las reformas económicas implementadas durante el régimen militar, que contaron con el apoyo del Banco Mundial. Estas medidas sentaron las bases para una economía más abierta y diversificada, lo que permitió un crecimiento sostenido durante la década de 1990.
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Sin embargo, este crecimiento también dependió de factores externos, como el alza en el precio del cobre y un contexto global relativamente estable. Fue una época de optimismo, pero también de desafíos en la consolidación de la democracia.
Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006)
Ricardo Lagos asumió en un momento complejo, marcado por los efectos de la crisis asiática. Sin embargo, su gobierno supo destacarse por su agenda pro-crecimiento y su habilidad para promover alianzas público-privadas.
Estas políticas no sólo ayudaron a modernizar la infraestructura del país, sino que también atrajeron inversiones y consolidaron a Chile como una de las economías más estables de la región. Lagos demostró que, incluso en tiempos difíciles, es posible avanzar con visión y pragmatismo.
Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014)
El primer gobierno de Sebastián Piñera coincidió con un período de alto crecimiento económico, impulsado en gran parte por la reconstrucción tras el devastador terremoto de 2010.
La necesidad de reconstruir viviendas, infraestructura y servicios básicos generó una gran demanda de mano de obra no calificada, reactivando sectores como la construcción y creando empleos temporales.
Sin embargo, este crecimiento tuvo un carácter más reactivo que sostenible, ya que no estuvo acompañado de inversiones significativas en áreas clave como la innovación, la educación o la diversificación de la economía.
Gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018)
Durante su segundo mandato, Michelle Bachelet se enfocó en impulsar reformas estructurales, como la reforma tributaria, educacional y laboral. Aunque estas iniciativas buscaban reducir la desigualdad y modernizar el país, enfrentaron una fuerte resistencia tanto del sector público como del privado. La falta de consenso y apoyo político dificultó su implementación, lo que se tradujo en un menor desempeño económico. A pesar de sus buenas intenciones, el clima de desconfianza y la falta de diálogo limitaron el impacto positivo de estas reformas.
Gobierno de Gabriel Boric (2022-actualidad)
Gabriel Boric llegó a La Moneda con una agenda progresista y la promesa de un Chile más justo. Sin embargo, su falta de experiencia en la gestión de un país ha sido un desafío. Sumado a esto, la incertidumbre política, la inflación global y la desaceleración económica han complicado su capacidad para implementar políticas efectivas.
Aunque ha intentado avanzar en reformas sociales, su gobierno aún busca encontrar el equilibrio entre crecimiento económico y equidad, en un contexto marcado por la polarización y las expectativas no cumplidas.
Reflexión final
Cada gobierno chileno ha enfrentado su propio conjunto de desafíos, y sus resultados han estado influenciados por decisiones políticas, contextos globales y la capacidad de adaptarse a los cambios.
Algunos períodos se beneficiaron de reformas estructurales y bonanzas externas, mientras que otros enfrentaron dificultades por falta de consenso o experiencia.
Mirando hacia el futuro, Chile necesita un enfoque equilibrado que combine crecimiento económico con inclusión social. Aprender de los aciertos y errores del pasado será clave para construir un país más próspero y justo. La tarea no es fácil, pero con diálogo, visión y voluntad política, es posible avanzar hacia un futuro mejor para todos.