La crisis habitacional está vinculada con la segregación urbana, donde los sectores más vulnerables se ven relegados a zonas periféricas, afirma la académica Andrea Durán.

Por Andrea Durán.– Chile enfrenta un déficit habitacional significativo, que ha sido un desafío histórico para el país. Según datos recientes del Ministerio de Vivienda y Urbanismo hay una carencia estimada de más de 650.000 viviendas que afecta principalmente a familias de menores ingresos.

Este problema no sólo se refiere a la falta de viviendas nuevas, sino también a la calidad y seguridad, ya que muchas personas viven en condiciones de hacinamiento o en asentamientos precarios.

Algunas de las causas principales del problema incluyen la desregulación del mercado de los suelos; el crecimiento urbano acelerado; el acceso desigual al espacio urbano; una oferta de vivienda segregada e inaccesible y finalmente la falta de viviendas sociales.

Ver también:
Una crisis habitacional sin fin
Descontento habitacional

¿Qué pasa si no tenemos una vivienda digna? ¿Es realmente tan importante? Pues sí.

La falta de acceso a una vivienda adecuada tiene un impacto significativo en la calidad de vida de las personas. Las familias que viven en condiciones de hacinamiento o en asentamientos informales enfrentan problemas de inseguridad, falta de servicios básicos, y dificultad para acceder a oportunidades educativas y laborales.

Además, la crisis habitacional está vinculada con la segregación urbana, donde los sectores más vulnerables se ven relegados a zonas periféricas con menos acceso a servicios públicos y transporte.

El gobierno ha lanzado diversas políticas para enfrentar el déficit, siendo una de las más recientes el Plan de Emergencia Habitacional, que busca construir 260.000 viviendas durante el período gubernamental actual.

Asimismo, se han implementado programas para rehabilitar residencias existentes y mejorar la calidad de las mismas, enfocándose en soluciones que no solo aborden la cantidad de viviendas, sino también su calidad.

Es posible advertir que existen tensiones y desafíos que complican la solución del déficit habitacional. Por ejemplo, se debe prestar atención a la falta de coordinación intersectorial; el aumento de precios del suelo y los materiales y, la segregación socioespacial.

El resultado de esto es la falta de integración social que ha llevado a la creación de barrios periféricos segregados, que aumentan la desigualdad y descontento, reducen el acceso a servicios de calidad y limitan las posibilidades de desarrollo social.

Ante este escenario se hace urgente contar con nuevas medidas y políticas. Por ejemplo, la vinculación con universidades, quienes, desde el trabajo interdisciplinar, a través de instancias de voluntariado y proyectos que permitan la recuperación y mejora de hogares posibles de habitar con dignidad.

En la idea de que el anhelo de la casa propia, sea un sueño… alcanzable.

Andrea Durán es académica de Trabajo Social en la U. Central

Alvaro Medina

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