Por Carlos Cantero.- El entorno social y educativo requieren urgente inversión en: Innovación Social, Gestión de Valores Relacionales, Clima Emocional, Salud Mental y Cultura de Paz.
La creciente violencia en el ámbito educacional, no es un problema intrínseco a la educación. Muy por el contrario, es un fenómeno que la trasciende.
Las comunidades educativas son víctimas (y reflejo) de un sistema socio-cultural anómico, debilitado en sus valores, garantista en derechos y débil en deberes, sin límites éticos, lo que ha “normalizando” la violencia, el irrespeto interpersonal e institucional.
Triste legado que heredamos a nuestros sucesores. Paralelamente en la sociedad, se extienden la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico, atacando el cuerpo social e institucional, como un peligroso cáncer en metástasis.
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Amplios sectores mantienen resiliencia. Pero no podemos desconocer que el mal avanza y la institucionalidad es disfuncional para contener la degradación y la violencia. Se normaliza el mal, sin contención estructural. Chile se transforma en emergente corredor continental de narcotráfico. Esta cultura se consolidará o detendrá según operemos con consciencia (realismo) y con conciencia (valores).
Son múltiples los factores culturales, políticos y sociales que gatillan el proceso de degradación valórica y descomposición social, los que debemos abordar con urgencia, desde un enfoque multi y trans-disciplinario: eco-ético-sico-sistémico-relacional, primariamente. Luego, según las complejidades, unos seguirán hacia intervenciones clínicas (sico y siquiátrica) y otros hacia el ámbito judicial.
Es fundamental abordar la violencia social y escolar desde una perspectiva integral, comprometiendo al sector público y privado, antes que sea demasiado tarde. Es relevante gestionar todos los diversos activos del Desarrollo Humano. El desafío es estructural e institucional, requiere gestión de excelencia, liderazgos habilitantes, estrategias colaborativas y cultura de paz. Desde el ámbito nacional se debe regular el contenido violento en medios de comunicación y redes sociales, promover políticas públicas de inclusión, con una justicia que cumpla su rol.
A nivel nacional se requiere autoridades y liderazgos con plena conciencia y sensibilidad por estas urgencias, implementando soluciones oportunas: programas de educación socioemocional; promoción de la cultura de paz; fomentar la participación de las familias en la vida escolar; espacios seguros donde la comunidad pueda encontrarse; atención psicológica y social; mediación para la resolución de conflictos. En estos desafíos las municipalidades y Gobiernos Regionales son fundamentales.
Estamos en alerta por bullying en el ámbito escolar. Debemos enfrentar la violencia, fomentar valores de respeto, tolerancia y diversidad, fortalecer las redes de apoyo, llamar los liderazgos habilitantes, colaborativos y con sentido social, para ayudar a la educación. Los problemas complejos no tienen soluciones fáciles, requieren de todos, actuando con unidad, coordinación y excelencia. Esperamos que pronto esta consciencia social se extienda. Para que no triunfe el mal el bien debe hacer lo suyo. ¡Que así sea!
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