Por Juan Medina Torres.- Vestía como ermitaño y recorría las ciudades de nuestro país haciendo actos de caridad, pero manteniéndose al corriente de cuanto pasaba. Y sólo era conocido con los nombres de “hermano Bernardo”, “Bernardo pecador” o de “el gran pecador”.
¿Era un agente secreto de la corte encargado de darle informes seguros sobre lo que pasaba en estos países? ¿Sería realmente un pecador arrepentido que buscaba en una vida de mortificaciones y de caridad el perdón de sus antiguas faltas?, se preguntaba Diego Barros Arana en su “Historia General de Chile”.
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Lo cierto es que en 1604, el Gobernador de Chile, Alonso García de Ramón enfrentaba una difícil situación económica. El Real Situado o Situado de 140 mil ducados anuales, fijado por la corona para Chile, no le alcanzaba para satisfacer las necesidades más urgentes de la guerra de Arauco y, por ello, consideraba que debía aumentarse a 212 mil ducados.
Aquí entra en acción nuestro misterioso personaje, porque el Cabildo de Santiago, consideró que el único que podía obtener dicho aumento, por parte del rey de España Felipe III, era el hermano Bernardo, quien ya había estado en Chile en 1601 y había regresado a España para volver a nuestro país con la expedición de Antonio de Mosquera.
Para que cumpliera su misión, el Cabildo lo recomendó ante el rey en los siguientes términos:
“A este reino llegó hará tiempo de cuatro años un ermitaño que ya Vuestra Majestad ha visto, que es que esta lleva. Intitúlase ‘el gran pecador’. Su vida ha parecido a todos muy buena y de grande ejemplo, porque el tiempo que aquí estuvo, se ejercitó en obras de gran virtud, yendo en personas a las ciudades de arriba y trajo servicios (sirvientes domésticos) para el hospital de esta ciudad de indios de guerra, y llevando limosnas a hombres y mujeres necesitadas, que padecían muchos trabajos, y por su persona en el hospital a los enfermos con gran humildad y otros muchos ejercicios.
El cual, viendo los trabajos y miserias del reino, informó a Vuestra Majestad de ellas, y ha vuelto a dar razón de lo que hizo con el socorro de los 1.000 hombres que trajo el Gobernador Antonio de Mosquera, y ahora nos ha parecido volviese a darla del estado de esta tierra, e informar de lo que será necesario para ella, a quien hemos dado poder para que en nuestro nombre lo pida, porque como esta ciudad no tiene posible para pagar una persona que vaya a los pies de Vuestra Majestad se le crédito en lo que informase, porque como celoso de vuestro real servicio y tan buen cristiano, dirá verdad”.
El gobernador Alonso García de Ramón, por su parte, también le escribió al rey con fecha 23 de noviembre de 1605, diciéndole: “Envió este despacho a Vuestra Majestad con el hermano Bernardo que vuelve a España por orden que Vuestra Majestad le dio cuando partió para este reino en compañía de los 1.000 soldados que a él han venido; y por ser hombre a quien se debe dar crédito por el ejemplo de su vida, he sido de parecer lleve algunas relaciones de los sucesos que ha habido después de la muerte del Gobernador Martin García Óñez de Loyola hasta ahora para que allá se sirva Vuestra Majestad darle crédito, pues lo que en las dichas relaciones se contiene es a la letra lo que ha pasado”.
Las cartas expuestas, nos permiten deducir que este misterioso personaje, que viajaba a expensas del rey, era un agente privado de la corte. Lo cierto es que el 5 de Diciembre de 1606, el rey aumentó el situado de Chile a la suma de 212 mil ducados y modificó algunos sueldos de los oficiales y soldados del ejército.
El hermano Bernardo, Bernardo pecador o el gran pecador, cumplió la misión que le fuera encargada ante la Corte y, aunque entrado en años, hizo un tercer viaje a Chile en los últimos días de 1607 trayendo algunas comunicaciones oficiales, visitó la frontera de guerra para llevar al rey informes seguros de lo que allí pasaba, y partió de nuevo para España en marzo de 1608, perdiéndose su rastro en la historia.
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