Por Juan Medina Torres.- Esta es la historia de un hombre que apresó a su tío quien, después de un proceso (que fue una farsa), fue decapitado.
Para una mejor narración de los hechos de esta curiosidad histórica, empezaremos relatando que el sucesor del Gobernador de Chile, Alonso de Sotomayor, fue Martin García Óñez de Loyola, noble hidalgo guipuzcoano, caballero de la orden de Calatrava, probablemente sobrino carnal del San Ignacio de Loyola, quien llegó al Perú en 1568 como capitán de la guardia del virrey Francisco de Toledo.
En 1572, el virrey organizó una expedición militar contra Túpac Amaru, el último descendiente de los incas, quien mantenía una tenaz resistencia a la dominación española.
Como parte de dicha expedición, se cuenta que Óñez de Loyola, encabezando una partida de 25 soldados españoles, asaltó el campamento del inca, que era su tío. ¿Cómo? Debemos recordar que Óñez de Loyola se había casado con una de las sobrinas de Túpac Amaru la que luego fue bautizada con el nombre de Beatriz Clara Coyal.
Cono resultado del ataque, Óñez de Loyola tomo prisionero al inca, con sus mujeres, hijos y servidores, y lo condujo al Cuzco donde llegó en medio de una fiesta triunfal. Túpac Amaru fue decapitado después de un proceso que fue una farsa.
Este hecho aumento la reputación y fortuna de Óñez de Loyola, ante lo cual el rey Felipe II le confió el mando de Chile, por ser el general más competente de la Indias y el que podía poner fin a la guerra de Arauco.
Así, Óñez de Loyola entró solemnemente en Santiago el 6 de octubre de 1592 y después de prestar el juramento de estilo, inició su gobierno con la ilusión de la pronta pacificación del país.
Pasaron los años, y a mediados de diciembre de 1598, estando en La Imperial, recibió una noticia del corregidor de Angol, quien le comunicaba que los mapuche de Purén habían reiniciado sus ataques a aquella ciudad y habían dado muerte a dos españoles.
Óñez de Loyola, el mismo que había vencido al último de los representantes del Imperio Inca se enfureció e inmediatamente se puso a la cabeza de sus soldados y 300 indios auxiliares. El camino a recorrer eran solo unas veinte leguas de un terreno accidentado que pasaba forzosamente por las ciénagas de Purén y de Lumaco.
Óñez de Loyola, al parecer, no tomó ninguna precaución, y llegó junto a sus tropas a un sitio llamado Curalava (piedra partida) a orillas del rio Lumaco. Allí, dicen las crónicas, acamparon sin cuidado cerca de una loma. Pelantaro, caudillo mapuche experimentado junto a Anganamón y Guaiquimilla, encabezaron el ataque de las fuerzas mapuche. Era la madrugada del 23 de Diciembre de 1598 cuando cayeron sobre el campamento español matando al Gobernador Martín García Óñez de Loyola quien ni siquiera alcanzó a vestir su armadura. El desastre de las fuerzas españolas fue total y muy significativo porque desde la muerte de Pedro de Valdivia en 1554 los españoles no habían sufrido una derrota tan importante que en la historia se conoce como el “desastre” de Curalava.