Por Juan Medina Torres.- Se sabe que el sistema de las encomiendas implementado en nuestro país por los conquistadores españoles se caracterizó por el maltrato a los indígenas.
Miguel Luis Amunátegui, en su obra El Cabildo de Santiago, nos dice que los españoles “recibían las encomiendas, no como cura de alma, sino como recuas de animales humanos dadas en usufructo. Empleaban a los indígenas en la construcción de los edificios públicos y privados, en el cultivo de los fundos, en los quehaceres diarios de la casa, en los lavaderos de oro, en la explotación de las minas, sin remuneración alguna”.
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Y agrega que los conquistadores pensaban que “los salarios insolutos pasados, presentes y futuros estaban más que compensados por haber libertado a los aborígenes de la esclavitud del demonio”. Porque, efectivamente, la corona española estableció que a los indígenas conquistados que estaban en condición de encomienda se les debía pagar un salario.
Un caso emblemático ocurrió a fines del siglo XVI.
Se dice que de los arrepentidos es el reino de los cielos y así parece haberlo entendido el Capitán Diego Nieto Ortiz de Gaete, vecino de Osorno, quien, moribundo, confesó en 1592 que nunca había pagado a los indios sus respectivos jornales, y ordenó que cuatro sacerdotes tasaran los daños provocados.
Luego de diversos estudios los curas llegaron a la conclusión que Diego Nieto Ortiz de Gaete debía por concepto de jornales impagos la suma de 26 mil pesos, que debía ser repartida entre los 15 mil indígenas que conformaban la encomienda del difunto, la más rica del país. O sea, cada uno recibió poco más de un peso de indemnización.
Diego Nieto Ortiz de Gaete, era hermano de Marina de Gaete, esposa de Pedro de Valdivia. Es decir, cuñado del conquistador. Llegó a Chile 1549 y tomó parte activa en la guerra de Arauco como Capitán. A fines de 1553, poco antes de su muerte, Pedro de Valdivia lo envía a España, en compañía de Jerónimo de Alderete, para persuadir a Marina de Gaete de venirse a Chile para estar al lado de su marido.
Para tales fines, Valdivia les entregó la apreciable suma de siete mil pesos de oro para financiar el viaje de Marina y de los parientes que quisieran acompañarla.
En 1555, Diego Nieto Ortiz de Gaete regresó de España acompañado de su hermana Marina de Gaete y un numeroso grupo de familiares y servidores. Entre 1557 y 1564 desempeñó diversos cargos: Regidor, Alcalde, Teniente de Gobernador, Corregidor y Justicia Mayor de Osorno y Alcalde de Valdivia.
Lo curioso de esta historia es que en el mismo año en que murió, en medio de su riqueza, el capitán Diego Ortiz de Gaete, su hermana Marina Ortiz de Gaete (la legítima esposa de Pedro de Valdivia), murió en medio de su pobreza en Santiago.
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