Categorías: Cultura(s)

Curiosidades de la historia: una contienda electoral en el siglo XVII

Por Juan Medina Torres.- Las contiendas electorales siempre han  sido parte de la historia de nuestro país desde sus inicios.

Santiago, a inicios del siglo XVII, estaba dividido en dos bandos, como bien lo relata Benjamín Vicuña Mackenna en su obra “Los Lisperguer y La Quintrala”.

Uno de los bandos lo formaban los Lisperguer y sus aliados, los Ríos; los Flores, los Campo Fríos, los Ordóñez, los Lisperguer, los Pastenes, los González Montero, eran dirigidos por Pedro Lisperguer y Flores, famoso por su arrogancia, sus aventuras y pendencias.

En el otro bando se reunían las familias criollas más antiguas como los Escobar, los Barrera, los Ahumada, los Azócar, los Sánchez de la Cadena, los Cuevas, los Mendoza, los Bravo de Saravia, los Arévalo Briceño, los Jaraquemada, todos quienes reconocían como su jefe político a don Andrés Jiménez de Mendoza, quien era soldado y abogado en la recién restaurada Audiencia de Chile.

Sabemos que los Gobernadores y Capitanes Generales eran nombrados en España, pero cada dos años se realizaban en el naciente Reino de Chile elecciones para elegir alcaldes, corregidores e intendentes.

En la elección de 1614, los Lisperguer presentaron como candidato a Gonzalo de los Ríos y Encío, llamado el Mozo, padre de Catalina de los Ríos y Lisperguer, la Quintrala; mientras que el bando dirigido por don Andrés Jiménez de Mendoza, presentó a don Luis de las Cuevas.  La contienda electoral fue acalorándose poco a poco hasta que la mañana del 10 de Agosto de 1614, a la salida de la misa de San Lorenzo, don Andrés Jiménez de Mendoza, desmontándose de su caballo, en las gradas de Catedral arremetió contra Pedro Lisperguer, quien salía por la puerta del perdón.

Ambos eran expertos espadachines y durante algunos minutos intercambiaron golpes, mientras quienes los apoyaban formaban ruedo en torno a los contendientes. Don Pedro fue herido de gravedad, pero siguió luchando y en un momento determinado tuvo a sus pies a su adversario, que era ya anciano, diciéndole: “¡Levántate viejo, que yo no acostumbro matar a rendidos!”.

La Real Audiencia, donde los Lisperguer tenían poderosos contactos -porque Pedro Lisperguer estaba casado con la hija de un oidor-, terminó este final de contienda electoral condenando a algunos de los integrantes del bando de don Andrés Jiménez a diversos castigos de destierro.

Alvaro Medina

Entradas recientes

Así mataron la presunción de inocencia

La manipulación de un sistema judicial con denuncias falsas revela la fragilidad de la presunción…

2 días hace

Marx y el sueño de la Tierra Prometida: una lectura secular del mesianismo

Aunque Marx rechazó la religión, su visión del comunismo como destino histórico guarda sorprendentes paralelos…

2 días hace

Los posibles escenarios que se abren con la prisión efectiva de Bolsonaro

La prisión de Bolsonaro marca un punto de inflexión en la política brasileña: entre el…

2 días hace

Mercado laboral al Debe

Bajo el peso de la inteligencia artificial, las reformas laborales y un crecimiento global lento,…

2 días hace

El corolario Trump

La imprevisibilidad de Trump como espectáculo político atraviesa fronteras y reconfigura la diplomacia de la…

2 días hace

Trabajadores condenan amenazas contra alcalde de San Bernardo

Los trabajadores de la salud de San Bernardo enviaron una declaración conjunta condenando las amenazas…

4 días hace