Por Juan Medina Torres.- Llegó a Chile con don Pedro de Valdivia y tenía 19 años. Se radicó en el sur del país como encomendero y en 1553 se trasladó a Santiago. Así comienza la historia de Gonzalo Bazán, más conocido como el bachiller Bazán, quien se hizo famoso por sus desaciertos y aplicaciones de mercurio en sus prácticas médicas, ocasionando graves perjuicios a sus pobres enfermos.
Se desconoce cuándo comienza a ejercer como médico del Hospital del Socorro, pero el 11 de enero de 1557, Alonso de Córdova -procurador síndico de la ciudad Santiago- denunció ante el Cabildo presidido por Juan Fernández Alderete y el capitán Juan Jufré, los desaciertos terapéuticos del bachiller: “Me parece cosa conveniente mirar y requerir el hospital; que Bazán lo cura y unta muchos indios de ellos, los cuales como no se guardan, se mueren todos».
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El Cabildo acordó «que el dicho Bazán no unte en el Hospital ningún indio ni india sin que primero tome parecer e vea otro médico que lo atienda e sepa curar, para que lo vea si lo ha menester o no» y «que el dicho Bazán no pueda usar ni use de oficio de boticario ni de médico, sino conforme a sus títulos y fueros que tiene…».
Bazán se decidió a continuar como boticario bajo la condición de que «en la Botica no recete cosa alguna de la Botica» y se desprendió de su cargo hospitalario.
Pero el hecho más grave que se le atribuye al bachiller Bazán es haber ocasionado la muerte del Gobernador don Francisco de Villagra por el tratamiento a base de mercurio que usó para su curación.
Francisco de Villagra, luego de las graves derrotas militares sufridas en la guerra de Arauco y la muerte de su hijo Pedro de Villagra, el mozo, cayó gravemente enfermo, con grandes dolores y sin poder caminar.
Contra el parecer de sus amigos decidió ponerse en manos del bachiller Bazán, quien asumió el tratamiento de la máxima autoridad, ordenando poner al enfermo en un aposento que estuviese abrigado por ser época de invierno e inmediatamente inició las unciones con mercurio.
Como éstas le provocasen sed y estando el bachiller Bazán ausente, Mazo de Alderete, casado con una hermana de su mujer, le dio agua.
Cuentan que una vez que Francisco de Villagra terminó de beber se sintió mal. Llamaron al médico, quien dictaminó que el agua que había bebido le quitaba la vida.
El Gobernador se confesó y recibió los sacramentos de la iglesia. Moribundo, pidió ser vestido con el hábito religioso franciscano falleciendo en Concepción el 22 de julio de 1563, a la edad de 56 años.
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