ElPensador.io.- La crisis en Venezuela, que ya es política y humanitaria, se refleja con dramatismo en una nueva señal dada a conocer desde la economía: el 96% de las empresas del país señaló que paralizó o disminuyó su producción en el primer trimestre de 2019, debido a los apagones, la escasez de combustibles y la restricción de créditos, según una encuesta del gremio industrial.
«El 96% de las empresas encuestadas no produjeron o disminuyeron su producción», dijo Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), según La Nación de Argentina. Un 14% detuvo por completo sus actividades.
La situación es aún más crítica considerando que cuatro quintas partes de las compañías del país cerraron desde el ascenso del chavismo al poder hace dos décadas, señaló Olalquiaga.
El dirigente apuntó que las empresas activas apenas operan al 18% de su capacidad instalada, frente a 81% y 78% de las industrias de las vecinas Colombia y Brasil, respectivamente. Un 84% debió despedir trabajadores.
Olalquiaga vinculó el retroceso con los masivos apagones que golpean al país desde marzo pasado y con la falta de combustible para el transporte.
El desabastecimiento de combustibles de petróleo -en el país con las mayores reservas de oro negro del mundo- es crónico en zonas fronterizas desde hace años, pero se ha extendido a varias regiones del interior.
El problema empeoró tras la entrada en vigor, en abril, de un embargo de Washington que prohíbe negociar petróleo venezolano en el sistema financiero estadounidense y vender al país combustibles y diluyentes para procesar su crudo pesado. La inoperancia de la estatal Petróleos de Venezuela para buscar alternativas, dada su alianza con Rusia y China, también son un factor que agrava la situación.
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«Las navieras han dejado de venir», expresó Olalquiaga, lo que amenaza con profundizar la caída de las exportaciones no petroleras privadas, que pasaron de US$1.718 millones en 2013 a US$699 millones en 2018, según el Banco Central. Es decir, se redujeron a menos de la mitad.
Pero la caída es todavía más drástica en las importaciones no petroleras, en las que el Estado es el principal actor, pues cayeron desde US$44.067 millones en 2013 a sólo US$5.835 millones en 2018, lo que sumado a la deficitaria producción nacional ha provocado una severa escasez de bienes básicos.
La restricción de créditos también impacta a la industria, según Olalquiaga, después de que el gobierno aumentara el encaje, los fondos que los bancos deben colocar ante el BCV para respaldar sus depósitos.
Conindustria reportó además una contracción del consumo, en una debacle económica marcada por una hiperinflación que el FMI proyecta en 10.000.000% para 2019. Hay un «bajo nivel de ventas» en medio de un «proceso de empobrecimiento» de la sociedad, manifestó Olalquiaga.
En este contexto, 68% de las empresas que sobreviven podrían cerrar en un plazo de un año, advierte el informe.
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