Por Giselle García-Hjarles y Sebastián Muñoz, padre SDB.- El 16 de agosto celebramos el natalicio de San Juan Bosco, quien durante su vida fue capaz de conectar con las problemáticas de su tiempo con una aguda y acertada opción por los jóvenes y la educación, sobre todo en el campo de lo social. Esto contrasta con los tiempos que vivimos, en los que la sociedad reclama una desconexión de la clase política y de las instituciones con la realidad de cada ciudadano, donde prima una mirada desde lo económico, lo adultocéntrico y el rendimiento. Como contraparte, los jóvenes han sido en esto protagonistas, pidiendo de diversas maneras ser escuchados para mirar su futuro y el de su entorno con esperanza, sin ser excluidos en la construcción de esta sociedad.
En ese sentido, en nuestro rol educativo, ¿cómo podemos ser un aporte a este proceso? Desde nuestro sello salesiano, miramos nuevamente a San Juan Bosco, quien se dedicó a acompañar y animar a los jóvenes excluidos y explotados de la Italia del siglo XIX, pero de una manera singular, desde los paradigmas de la fe cristiana. Esto lo llevó a ir a las barriadas y a las fábricas propias de la revolución industrial, y conocer in situ lo que ellos padecían.
Al darse cuenta de la exclusión de estos niños y jóvenes, comprendió que esto era contrario a los principios evangélicos en los que él creía y comenzó, de manera creativa, a dar espacios para ampliar las miradas y horizontes de los jóvenes, y así hacerlos protagonistas de un mejor porvenir. Tan creativo para su tiempo, que fue el primer empleador en hacer un contrato de trabajo con sus jóvenes, que les garantizaba un trato justo y un salario digno.
Si bien Don Bosco no era un teórico de la educación, a partir de su propia experiencia con los jóvenes de la calle elaboró un sencillo pero intuitivo sistema educativo, que conocemos como el sistema preventivo, que hoy sigue siendo un valioso aporte a la educación, pues aunque con paradigmas actualizados, reconoce los pilares en los que se fundamenta: Razón, Amor y Religión.
Es por ello que, en este año en que nos encontramos en un contexto de mucha incertidumbre, en que intentamos resignificar los encuentros, las clases y la manera en que formamos a los estudiantes, hemos propuesto este mes como el de la Educación Salesiana; es decir, abrir espacios de reflexión y diálogo sobre cómo se hace vida nuestro sello identitario.
El sistema preventivo es actitudinal de manera global. Incluso lo cognitivo y espiritual está en función y centrado en el bien de la persona, así integra todas las dimensiones de la persona humana. En ese sentido, durante este año, destacamos tres aspectos de la Educación Salesiana: la Amabilidad, la Presencia y el Acompañamiento.
La Amabilidad como traducción aproximada al italiano Amorevollezza, un amor que implica acogida incondicional, sin juicios ni etiquetas, sino valorando la condición humana y respetando la dignidad de todos sin distinción. La Presencia como sacramento (signo) de la disposición, el servicio, la escucha, el cariño y la atención plena. Estar para un otro, en la misma línea que la amabilidad, sin condicionamientos.
El Acompañamiento, que no hace referencia a un guía, dirección o autoritarismo sin sentido, sino más bien, el caminar al lado de ellos, dándoles espacio, valorando sus aportes y singularidades, escuchando su voz, compartiendo la vida con ellos, desde lo que cada uno es y vive, colaborando en la experiencia de una humanidad como Jesús nos mostró, atento, dispuesto, entregado, respetuoso, humanizando donde se quiebra la mínima dignidad, indispensable para hablar de fraternidad, justicia y equidad.
De esta historia y aspectos de la educación salesiana podemos preguntarnos cómo y cuáles están presentes en lo cotidiano de la vida universitaria. Observemos, estemos atentos a las actitudes diarias, a pensar, sentir o caer en cuenta si alguno de estos aspectos está presente en mí, en los otros, en la manera como nos relacionamos al interior de la comunidad educativo pastoral que conformamos los que pertenecemos y nos vinculamos con la UCSH. El legado de San Juan Bosco a 206 años de su natalicio. Feliz día a todos los que conocemos y hacemos vida su legado.
Giselle García-Hjarles es directora de Pastoral Universitaria en la Universidad Cardenal Silva Henríquez. Sebastián Muñoz es sacerdote Salesiano Don Bosco Capellán en Sede Lo Cañas en la misma casa de estudios
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