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Disectando las “tradiciones republicanas”

Editorial.- Es interesante que tras el rechazo del Presidente Boric a formar parte de la última gira internacional de Sebastián Piñera hubiera medios que criticaran la decisión apelando a que habría roto una “tradición republicana”.

Según La Tercera, hay algunos gestos de “tradición republicana” que se han ido repitiendo tras las elecciones . Visitas al comando después de la elección (lo hicieron Errázuriz y Büchi a Aywin y lo repitió discretamente Kast), el llamado al presidente electo por parte del presidente aún en ejercicio (lo hicieron Frei Ruiz-Tagle a Piñera y ahora Piñera a Boric). Guillier a Piñera.

¿Es la actitud felicitante hacia el adversario ganador el símbolo de las “tradiciones republicanas”? ¿Se trata simplemente del gesto (por demás de sentido común) de aceptar la decisión de la mayoría? Si es así, ¿el simple acto de no negarse a admitir una derrota es un gesto republicano?

¿Qué exige la república para ser tal? Eso es un primer asunto a reflexionar. Un segundo tema es, ¿qué aspectos se requieren para que sea una “tradición”? ¿Basta con que los medios lo bauticen de ese modo para que se constituya como tal? ¿Requiere repetirse en más de una ocasión?

Qué es ser republicano

Si bien en la práctica la idea de República es propia de Roma (Cicerón se refiere al pueblo organizado, es decir, a un poder público organizado) y Maquiavelo la define por lo que no es (no es una monarquía), Rousseau lleva la idea a la forma que toma: “Llamo República a todo Estado regido por leyes, cualquiera que sea su forma de administración, ya que sólo entonces es el interés público el que gobierna y la cosa pública se concreta en algo”. Tiene que ver, por tanto, con la noción de que la organización de la polis no se realice sobre la voluntad (siempre voluble, siempre cambiante y, por tanto, siempre peligrosa) de una sola persona o de una minoría de personas. Tiene que ver con establecer -entre todos- reglas que sean respetadas por todos.

Desde el punto de vista ético, ello supone debatir, dialogar, conversar, acordar. El reconocimiento de un vencedor en una elección, por lo tanto, no es tanto un gesto republicano, como un deber republicano, pues es el piso sobre el cual se realiza el diálogo.

Lo que se califica en los medios de comunicación (y en la soft política local) como republicano es el gesto público, llevado al extremo: el acto en que el derrotado acepta sonriente la derrota y promete apoyar al vencedor en las cosas que sean necesarias “por el bien de la república”. “Es más allá de las diferencias políticas, es la demostración de lo republicano”, afirmó el ministro Bellolio. Pero tal manifestación de buena voluntad, no es real. Y no solo porque se produce después de enconadas campañas, con descalificaciones y denotaciones mutuas, sino también porque detrás de ello hay posiciones contrapuestas en lo ideológico y en la praxis política. ¿Es, entonces, la sonrisa pública y el apretón de manos un gesto republicano o un significante vacío, un show mediático? Si la voluntad de diálogo, en vez de la de confrontación, no se produjo antes de las elecciones, ¿por qué podríamos suponer que se producirá después de ellas? Lo verdaderamente republicano sería que en los cuatro años posteriores hubiera una conducta política que llevara a la construcción común de la res-pública.

Qué es una tradición

Desde la lógica de la conservación, pareciera que es una tradición todo aquello que queremos mantener. El diccionario la define como la transmisión de ritos y costumbres. En Chile, era una tradición que las mujeres no votaran y que ganaran menos que los hombres por el mismo trabajo; que votaran solo aquellos que tenían una renta; era una tradición el Festival de Viña; la gala en el Teatro Municipal durante las Fiestas Patrias. Pero hemos visto que se ha reconocido el derecho de las mujeres a participación política y a la igualdad salarial; a la calidad de ciudadano de todos, sin importar su riqueza; y en pandemia dejamos de disfrutar del Festival de Viña y de la gala del Teatro Municipal sin extrañar estos ritos demasiado. Se podría decir lo mismo de muchas cosas que creíamos una costumbre adquirida.

¿Por qué una sonrisa post electoral o una invitación a una gira internacional son una “tradición”? ¿Porque lo dice un ministro o un medio?

Un rito o tradición de la cosa-pública debiera, en esencia, debiera ser aquello que permitiera y refrendara el diálogo y la toma de decisiones colectiva en torno a las reglas que nos permitan vivir juntos como país. Votar es una tradición republicana, así como la mantención del Estado de Derecho. ¿Sonreír en público después de una elección está al mismo nivel?

Alvaro Medina

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