¿Educación financiera?… sí, pero el problema de la economía es estructural

El problema no es la ignorancia financiera. El problema es un modelo que favorece el endeudamiento como forma de supervivencia, mientras concentra la riqueza en pocos y privatiza derechos sociales como la salud, la educación y la vejez., afirma el economista Bernardo Javalquinto.

Por Bernardo Javalquinto.- Escuchaba recientemente en la radio a varios ingenieros comerciales y autodenominados economistas discutir con entusiasmo sobre la necesidad de implementar clases de finanzas personales desde la infancia. Se hablaba de incluir estos contenidos desde kínder, reforzarlos en colegios, liceos, institutos y universidades.

Y aunque es cierto que la educación financiera debería ser una herramienta transversal en la formación de las personas, ésta no es, ni de cerca, la raíz del problema que enfrentamos como país.

El sobreendeudamiento de los chilenos no se debe principalmente a la falta de conocimientos sobre tasas de interés o presupuestos familiares. Su causa profunda está en los bajos sueldos que reciben la mayoría de los trabajadores.

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Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y de la Superintendencia de Pensiones (2024) el 50,8% de los trabajadores chilenos gana menos de $550.000 líquidos al mes. Más del 70% gana menos de $700.000 líquidos. Sólo un 15% de los trabajadores chilenos supera el ingreso mensual de $1.000.000.

¿Y qué pasa con los precios y el costo de vida? La inflación acumulada entre 2021 y 2023 fue del 22%, y aunque ha tendido a moderarse en 2024 y 2025, el poder adquisitivo no se ha recuperado. Los arriendos, los medicamentos, la canasta básica y los servicios básicos han seguido aumentando.

Además, las tasas de interés asociadas a productos financieros como tarjetas de crédito y créditos de consumo son desproporcionadas. En 2024, la tasa promedio anual para una tarjeta de crédito de retail fue de 43%, mientras que los créditos de consumo bancarios promediaban un 26%. A esto se suman los créditos hipotecarios, que han vuelto a cifras de más del 5% anual a tasa fija, dificultando el acceso a la vivienda.

El problema se agrava aún más al mirar las jubilaciones. De acuerdo con la Superintendencia de Pensiones la pensión autofinanciada promedio de los hombres jubilados en Chile es de $314.000 mensuales. En el caso de las mujeres, esta cifra es aún menor: $194.000 mensuales. Más del 80% de los jubilados recibe una pensión por debajo del salario mínimo.

Frente a esta realidad, el endeudamiento de la población se convierte en un recurso de subsistencia. No es un fenómeno de “mala administración del dinero” como argumentan algunos; es una respuesta forzada ante un sistema que no entrega ingresos dignos ni cobertura social suficiente. Por ello, más de 4,6 millones de personas están actualmente en DICOM, es decir, casi uno de cada tres adultos en Chile tiene algún tipo de morosidad registrada.

En este contexto, la educación financiera es importante, sí, pero no es el problema central. El verdadero obstáculo es el modelo estructural que rige nuestro sistema económico: uno que reproduce desigualdades desde la educación, continúa en el sistema de salud y culmina en un sistema de pensiones profundamente injusto.

No se trata, entonces, de seguir culpando a las personas por su falta de conocimientos financieros. Se trata de reconocer que el sistema no está diseñado para protegerlas, sino para exigirles sacrificios que muchas veces resultan inhumanos. Mientras no cambiemos las bases de este modelo, enseñar finanzas desde kínder será apenas una aspirina frente a una enfermedad crónica y sistémica.

El problema no es la ignorancia financiera. El problema es un sistema que permite estas cifras. Un modelo que favorece el endeudamiento como forma de supervivencia, mientras concentra la riqueza en pocos y privatiza derechos sociales como la salud, la educación y la vejez.

Por supuesto que se pueden y se deben enseñar finanzas personales. Pero no confundamos los síntomas con la enfermedad. Sin un cambio estructural profundo, sin una reforma al sistema de pensiones, sin salarios dignos y sin frenar los abusos financieros, ninguna clase de economía en kínder va a salvarnos del sobreendeudamiento.

En vez de repetir recetas cómodas desde la comodidad del estudio de radio, miremos la realidad de frente. No se trata sólo de educar, se trata de transformar.

Sí, la educación financiera es crucial. Pero pensar que este es el principal problema económico de Chile es, francamente, una distracción conveniente. El verdadero problema está en otro lugar: en el modelo estructural que rige nuestra economía, y que condena a la mayoría de los chilenos a vivir con lo justo o menos.

NOTA: Según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) correspondiente a 2023, aproximadamente el 2,8% de los trabajadores en Chile perciben ingresos mensuales equivalentes o superiores a $3.000.000. Si bien la encuesta no proporciona un desglose específico para el tramo de ingresos entre $2.000.000 y $3.000.000, se puede inferir que el porcentaje de trabajadores que ganan más de $2.000.000 mensuales se sitúa ligeramente por encima del 2,8%, pero sigue representando una proporción reducida de la población ocupada.fundacionsol.cl+4latercera.com+4regiones.ine.cl+4

Este dato refleja una significativa concentración de ingresos en los tramos más altos, evidenciando las desigualdades salariales existentes en el país. Mientras una mínima fracción de trabajadores accede a remuneraciones elevadas, una amplia mayoría percibe ingresos considerablemente menores, lo que plantea desafíos en términos de equidad y distribución de la riqueza.