Por ReporteConfidencial.info.- Los que le dan exagerado crédito al servicio de inteligencia G-2 Cubano (por cierto la misma nomenclatura del servicio inteligencia de Noriega dentro de Panamá), les advertimos que el Mossad, la más respetada agencia de inteligencia de Israel, y una de la cinco mejores del mundo, opera activamente en Venezuela, como contrapartida a la importada por Chávez y Maduro desde la isla caribeña. No es casualidad que Juan Guaidó haya sido reconocido por el gobierno de Israel, tampoco que los medios de ese país hayan informado sobre la intención del joven líder de mover la embajada de Venezuela a Jerusalén, siguiendo la pauta o dinámica impuesta por Trump desde EEUU.
Es obligado considerar que en este quid pro quo -locución latina para indicar el “algo por algo”- una de la más sofisticada oficina de inteligencia en acción encubierta, espionaje y contraterrorismo, tiene un papel asignado en el desarrollo de los eventos que se desarrollan actualmente en Venezuela.
En Israel, sus agencias de inteligencia no tienen el control político que se impone como agenda electoral en los EEUU. El Mossad hace de la “extracción de objetivos» una acción sin límites alrededor del mundo. De igual forma, la eliminación física de sus adversarios ha formado parte de sus actividades desde 1950 cuando, primero nazis y luego sus enemigos en el lado árabe, han muerto o sido ejecutados en cualquier parte del planeta. La única regla que se mantiene es “no asesinar” a jefes de Estado. Ellos son los encargados de los trabajos que la CIA, DEA u otros no hacen, por respetar lo que se conoce como lo “políticamente correcto”.
No debería sorprender a nadie que la seguridad del Presidente encargado, esté a cargo de agentes de EEUU y de Israel. Los más altos funcionarios americanos han advertido que las fuerzas armadas en Venezuela están penetradas por cubanos, rusos e iraníes y han advertido que ese eje es un riesgo para la seguridad del país del norte, por lo que es fácil imaginar que el contrapeso se ha puesto del lado del Presidente llamado a convocar nuevas elecciones.
Con la información que tenemos de primera mano, por haber aprendido de la historia y el leer entre líneas, nos aventuramos a predecir qué hará cada uno el #23F.
El #23f de Juan Guaidó o la “Revolución Amarilla”
La Revolución EDSA logró desalojar del poder a Ferdinand Marcos en 1986. El dictador filipino estuvo al frente del estado por veinte años. Los métodos utilizados fueron propios de una campaña de resistencia civil contra la violencia del régimen y el fraude electoral, logrando restaurar la democracia en Filipina. Se la denomina también la “Revolución Amarilla” por el color de las cintas que portaban los manifestantes.
El día conclusivo se produjo con la concurrencia de millones de manifestantes en todas partes y el alzamiento militar en algunos puntos distribuidos en el mapa nacional. Al final una multitud de en la calle y militares poniéndose del lado de los protestantes pacíficos, terminó sumando la fuerza necesaria para que “sin ríos de sangre y un cielo en fuego”, el tirano huyera junto con su esposa a Guam, una isla que es parte del territorio norteamericano con estatus especial y centro de reciente controversia en Trump y Kim Jong-un.
Los medios de comunicación de entonces calificaron de “sorpresiva” la reacción en cadena en Filipinas y el abandono del palacio presidencial por parte de Marcos, pero lo cierto era que cada escalón había sido colocado a tiempo para producir el resultado final.
Muchos en Venezuela apuestan a la llegada de fuerzas extranjeras en operaciones parecidas a las de «Causa Justa» en Panamá o «Uphold Democracy» en Haití. Hay otros que se burlan de esa presunción. En ambos casos falta un elemento: tiempo. El presidente norteamericano lo ha dicho varias veces: tenemos plan A, B, C, D, y E para Venezuela. Esto que para algunos suena a charlatanería, es en realidad el estar listos para distintas respuestas conforme a cómo se desarrollan los planes que se van ejecutando y el del #23F es uno del tipo “EDSA” (Revolución del poder pueblo Filipino).
Guaidó ha llamado a los ciudadanos a registrarse como voluntarios para la distribución de la ayuda humanitaria, el número para el día sábado pasaba de los 600 mil asistentes, es de esperarse que para el #23F pasen del millón. Eso en teoría, pondría una muy elevada suma de personas en la calle para servir exclusivamente en la operación humanitaria. Pero el presidente reconocido por todas las democracias occidentales, hizo un giro el #16F cuando llamó a “todos a la calle en toda Venezuela”.
Guaidó, también el mismo sábado, instó enfáticamente a los militares a sumarse a los voluntarios elevando el tono de voz y soltando tres preguntas: «Soldado venezolano (…) ¿Con qué rostro quieres ver a tu madre, a tu hijo, a tu hija, a tu esposa, a tu abuela? (…) Con la cara y el orgullo de que ayudaste a que ingresara una ayuda, que apoyaste el movimiento más grande, noble y pacífico de las historia de Venezuela o con la vergüenza de apoyar a un usurpador que ya se le acabó el tiempo y los aliados?».
Venezuela el #23F verá las más grandes concentraciones en su historia. Un concierto internacional programado para el día anterior creará el ambiente emocional necesario, mientras un sinnúmero de países arriman su ayuda a un pueblo que sufre una crisis humanitaria.
Es evidente que Guaidó estará monitoreando la respuesta de los militares en cada punto de entrada de la ayuda humanitaria. La avalancha de gente y de insumos harán presión sobre los que sean colocados en esos puntos fronterizos. No dudamos que el Presidente encargado tiene en sus manos varios escenarios. Él también tiene un plan A, B, C, D y E, sabe que es el momento de mostrar quién es el Presidente que manda en Venezuela.
Lo que veremos el #23F no será Panamá (por ahora), pero puede parecerse a Filipinas, a todo evento el artículo 187. 11 de la Constitución Nacional, entre las competencias de la Asamblea Nacional, establece: “Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”.
Guaidó tiene el botón rojo en la mano y conforme a lo que ha dicho, no dudará en apretarlo si es necesario.
El #23f de Maduro
Lo dijimos en la Carta Semanal anterior y lo repetimos ahora. El tiempo corre contra Maduro: a medida que van pasando los días va perdiendo más y más poder. Poco a poco se va quedando sin armas para negociar. Maduro está prácticamente solo, las convocatorias del PSUV a la calle han resultado un fracaso que nadie puede ocultar.
El último llamado a concentración fue el 12 de febrero. Una plaza en Caracas tan solo mostraba la asistencia de lo que no sobrepasaba la mitad de su superficie. Si buscan en redes y medios oficiales se darán cuenta que desde el partido oficial hasta distintos organismos públicos se hicieron llamados a contrarrestar la convocatoria de calle de Guaidó, pero mientras por un lado las fotos mostraron un llenazo del lado opositor; del otro, nunca hubo una sola imagen.
A estas alturas Maduro sabe que Diosdado Cabello (responsable del partido) no tiene fuerza para imponer su agenda, por lo que pudiera también estar negociando un acuerdo a su conveniencia. En ninguno de los tuits que salen de las cuentas de los responsables de la estrategia americana para Venezuela, se nombra a Cabello por ningún lado, por lo que para muchos poco importa de qué lado se ponga, o simplemente, ya saben dónde buscarlo a la hora de colgar el último out.
El próximo sábado Maduro ocupará su puesto de comando en el mismo sitio donde se instaló Chávez durante 11 de abril, o con mayor éxito cuando el paro petrolero. Con un celular satelital y un radio militar, en cada mano, estará monitoreando los eventos, pero la agencia NSA de EEUU también lo hará. El habitante en el Palacio Presidencial tiene confianza que todavía los militares en el alto mando entienden que para una buena negociación lo mejor es estar juntos. Hasta ahora los rusos, los chinos y los jefes militares no lo han abandonado, pero el tiempo sigue dándole más y más poder a Guaidó y la tendencia para ser invariable. Maduro ha puesto a su canciller a negociar con Elliott Abrams, el responsable de la operación Venezuela, pero también de la operación “causa justa” que se llevó encadenado a Noriega.
Maduro sabe que si el flanco militar cede el #23F, su última línea de defensa habrá caído y en minutos tendrá que tomar una de estas tres decisiones: ser un Allende inmolado, un Chávez entregado, un (Ferdinand) Marcos o Marcos (Pérez Jiménez) huyendo en una “vaca sagrada”. Ante tan ingrata encrucijada le es importante negociar rápido, si es posible antes del #23F.
Él sabe que si ese día no deja entrar la ayuda humanitaria, los medios de comunicación del mundo entero los mostraran, una vez más, como un gobernante maléfico, de esos que le niegan comida y alimentos a su desesperada población. Pero su decisión no es fácil, ya que si la deja transitar, el triunfo será para Guaidó y seguirá sumando aliados.
Maduro pudiera convenir en recibir la ayuda por medio de sus militares. De todas, esa sería la menos mala de sus opciones, pero como antes hemos dicho, la lógica política no ha sido una virtud en una revolución que teniendo votos, dinero y todo el poder en su mano, ha terminado siendo polvo machucado. Por otra parte, Guaidó ha advertido que los “militares leales» a Maduro, se quieren «robar la ayuda”, por lo que es de esperar que nunca convendrá que los fieles al hombre en Miraflores, administren lo que en el extranjero han mandado por convocatoria del joven presidente.
Maduro hoy está más débil que ayer y mañana más que hoy, los jefes militares y los rusos saben que el tiempo para negociar se acaba.
El #23f de Padrino
El jefe militar de Maduro, ha estado co-gobernando al país por los últimos años. Siempre permitió que muchos creyeran que Diosdado Cabello era el número dos, pero los hechos han decantado la verdad. Este es un gobierno militar, que descansa en los militares. Diosdado, en la medida que votos y militantes rojos se han hecho menos importantes, ha ido perdiendo la fuerza de negociación que ha ido ganando Padrino López, el jefe militar del régimen de Maduro.
Maduro y Padrino son dos pesos necesarios para un solo equilibrio. Si uno abandona al otro los dos caen al vacío. Esa fue la misma fórmula por la que Maduro y Cabello se mantuvieron unidos, a pesar de sus conflictos internos.
Padrino el #23F se juega su puesto como Jefe Militar, por lo que hará todo lo posible por demostrar que sin él en la ecuación, el resultado será negativo. La oposición ha cometido el error de ver en la transición de Venezuela, un proceso como el chileno. No todos lo saben pero en diciembre de 1989 cuando se efectúa la elección que comenzaría el régimen democrático, también se acordaba que el General Pinochet debía permanecer en la comandancia en Jefe del Ejército hasta 1998, casi como un líder de la oposición.
Padrino convertido en el militar que más años tiene frente al Ministerio de la Defensa, se ha acostumbrado a gobernar, y siente que si la oposición quiere seguir los pasos del país sureño, pudieran verlo a él como el militar imperecedero. Por esta razón, no solo negocia la permanencia de Maduro, también lo hace para que la influencia militar que existe en Venezuela desde 1830, no sea borrada como sucedió en Panamá al apresar a Noriega.
Padrino el #23F se juega a Rosalinda. Si el pueblo desborda su línea militar, es poco lo que podrá hacer luego.
EEUU y el pueblo del #23F
Estados Unidos tiene los satélites apuntando a puntos estratégicos en Venezuela y coordina con la más alta tecnología los movimientos de tropas propias y ajenas, no importando dónde se encuentren. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) es la agencia de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos que se encarga de todo lo relacionado con la seguridad de la información, y es la que recibe la data de comunicaciones alrededor del mundo.
Ya dijimos que Trump fue consultado por un periodista en la Casa Blanca, sobre si tenía un plan B en caso de que Maduro se quede en el poder, a lo que el mandatario respondió: «Siempre tengo un plan B, C y D. Yo probablemente tendré más flexibilidad que cualquier hombre en este puesto».
Por su parte, Iván Duque no descartó que tropas estadounidenses entren en territorio colombiano ante la crisis venezolana, aunque en entrevista con Bricio Segovia, de la Voz de América, el mandatario antepuso el «cerco diplomático» a la «opción belicista» en el país vecino.
Ya durante la presidencia de Álvaro Uribe, en el denominado “plan Colombia”, fuerzas del norte se asentaron en el país vecino en la “guerra contra el narcotráfico”, es decir no es difícil imaginar una nueva colaboración entre ambas naciones, quedando la duda de si ambos presidentes pudieran mover sus soldados más allá de las fronteras.
De lo que Maduro haga el #23F con el pueblo, que se va a concentrar por decenas de miles en todas partes de Venezuela, va a depender cómo respondan las otras fuerzas internacionales. Tropas de por lo menos tres países estarán alertas.
El pueblo tiene en su mano la mayor de las responsabilidades. El secretario general de la OEA ha dicho sobre el #23F lo siguiente: «El concepto es el siguiente: es el pueblo que debe ayudar a llevar la ayuda humanitaria a donde tiene que llegar. Los venezolanos deben de seguir principios gandhianos, deben hacer desobediencia civil, romper con las prohibiciones de la dictadura. Desbordar a la dictadura de tal forma que las fuerzas militares no puedan resistirse a la movilización de la gente«.
Quizás en un futuro muy cercano el #23F sea conocido como el día de la “revolución humanitaria” o quizás como el de la “evolución humanitaria” y la historia hablará de cómo un pueblo en una acción y a un solo grito, empujó su país hacia un nuevo destino democrático y próspero.
Trump sabe que no puede pasarse meses hablando de lo que va a hacer en Venezuela, sin hacer algo. Sus peticiones y advertencias al gobierno de Maduro son un cuchillo que corta por los dos lados, por uno intenta disuadir pero por el otro, ya ha cumplido sobradamente con el protocolo de todos los presidentes de EUA, antes de ordenar algún tipo de acción militar.
Si el #23F se realiza una perturbación a la entrega humanitaria, se ataca al Presidente (encargado), se ataca a la población, o algún opositor de nivel alto, pudieran cambiar las cosas de palabras a la acción.