Por Grace Agosin.- ¿Qué dirá Carla Cordua de la violencia en Chile? ¿O Gastón Soublette de la elección de un único consejero constitucional mapuche? ¿O Pedro Morandé de la anomia en la que parecemos vivir?
Cuando la Inteligencia Artificial se ha tomado la agenda nacional e internacional, a la vez que en Chile estamos sometidos a una avalancha de información y análisis políticos, parece imperativo plantear el regreso a un modelo en que exista un contrapeso de intelectuales que entreguen una mirada profunda sobre los fenómenos que vivimos.
Hoy, en nuestro país, existen temas centrales relacionados con la política (gobierno, elecciones, Constitución), la economía (empleo, impuestos, crecimiento) y la convivencia, entre otros. Sobre ellos, los analistas hacen lecturas circulares: toman los datos y los exprimen una y otra vez de acuerdo con la audiencia, la agenda o la pauta del día. Así las cosas, parecemos vivir un sueño de la marmota.
Falta sabiduría y sapiencia. Se necesita el talante intelectual de quienes podrían entregar una mirada que nos ayude a comprender las raíces profundas de lo que ocurre más allá de lo que quisimos expresar los chilenos en tal o cual elección; más allá de cuáles podrían ser las ganancias económicas de la explotación del litio; más allá de cómo se concibe la inmigración; por mencionar algunos temas.
Pero salvo honrosas excepciones, como la columna de Ascanio Cavallo en La Tercera, las reflexiones de los intelectuales no están teniendo la cobertura que deberían.
Quizás sea cierto lo que dice la antropóloga, y premio nacional de Humanidades, Sonia Montecino: “Los pensadores críticos y las ideas construidas con el rigor de las disciplinas, han perdido peso en la sociedad chilena”, lo que impacta en quienes podemos servirnos de ellos para profundizar en lo que nos interesa y dar forma a nuestro propio pensamiento.
¿Cómo abordaría Marta Colombo Campbell -primera mujer chilena en recibir el Premio Nacional de Medicina- la salud, en la nueva Carta Magna? ¿Cuál será la opinión del Premio Nacional de Educación, Abraham Magendzo, sobre una educación que ya no es parte de ninguna discusión?
Son voces potentes que deberían estar en los medios, así como están los analistas. A ellas debemos sumar las nuevas generaciones de intelectuales.
El análisis sin fin deja de aportar valor cuando se vuelve repetitivo, el pensamiento crítico, sin embargo, no solo educa, sino que perdura.
Los medios y las personas debemos estar abiertos a entender las maravillas de la Inteligencia Artificial (IA), pero también a conectarnos con aquellos que analizan los fenómenos de forma más profunda, en lo que podríamos llamar: el antiguo arte de la Inteligencia Natural (IN).
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