Por Juan Medina Torres.- Psicólogos, sociólogos y antropólogos, entre otros, se han ocupado del tema, y definen al “cahuín” como una herramienta comunicativa , una forma de vínculo social, y pareciera que esas definiciones encierran algo de verdad porque generalmente al iniciar una conversación en que se quiere contar un cahuín, chisme o rumor, se empieza con las clásicas preguntas: “¿Sabías ….?, ¿supiste…?, ¿te cuento la última…?”, y continúa el comentario que generalmente carece de una fuente o validez.
La Real Academia Española define Cahuín como una palabra mapuche que quiere decir “intriga, enredo o alboroto” y los que usan esta forma comunicativa son cahuineros o cahuineras y los hay en todos los estratos sociales, culturales, etarios y de género, es decir, el cahuín, chisme o rumor es socialmente transversal y las redes sociales son la herramienta preferida para su difusión sin dejar de lado a los famosos opinólogos que esconden muy bien sus fuentes.
El cahuín es uno de los medios de comunicación más antiguos porque al ser humano siempre le ha interesado la vida de los otros. La evolución que ha tenido el fenómeno, permite hoy la búsqueda de la validación social a través del cahuín. El mejor ejemplo es el interés por la vida de los famosos o famosas que da vida a la farándula.
El escritor chileno José Miguel Varas escribió en 1947 «Cahuín» un libro de crónicas y anécdotas sobre la vida del escritor en el Instituto Nacional y sus primeros años de estudios universitarios. Para José Miguel Varas, el caballo blanco de Napoleón era color cinco
En Chile el término cahuín ha derivado en rumor. El politólogo francés Jean-Nöel Kapferer –expresidente de la Fundación para el Estudio de la Información en su obra «Rumores», señala: “El rumor vuela, se arrastra, serpentea, se desarrolla y corre. Físicamente, es un animal sorprendente: veloz e inaprensible, no pertenece a ninguna familia conocida. El efecto que tiene sobre los hombres se parece a la hipnosis: fascina y subyuga, seduce y excita». En su investigación clasifica al rumor en tres categorías: el rumor rosa, que es aquel que toma el deseo por realidad. El rumor pesimista o negro, que expresa temor o ansiedad ante una hipotética catástrofe y finalmente, está el rumor perverso, que siembra la división y ataca a personas de la misma sociedad o grupo.
El libro «La Constituyente: historia secreta de Chile», del ex convencional Jorge Baradit,
pareciera ser una contribución deliberada de la industria del cahuín o rumor de lo que fue la convención constituyente. Por ello se ha visto enfrentado a diversas polémicas, especialmente por un fragmento de su libro en el que corrobora la existencia de una fiesta de convencionales en un hotel de Concepción, que fue desmentida en su oportunidad.
En el ámbito del periodismo, sin lugar a dudas el rumor interfiere el proceso informativo porque la velocidad con que se difunden los rumores y la presión por entregar antes que la competencia la noticia permite aumentar los receptores dejando de lado la ética periodística.
Para el periodista Ignacio Ramonet, “la irrupción de internet aumentó el sentimiento de caos, porque estableció definitivamente el tiempo real, la instantaneidad, como ritmo normal de la información. Y porque cualifica el rumor, la noticia no verificada, como una categoría perfectamente natural de la información
José Luis Martínez Albertos, periodista y profesor en las Universidades de Navarra, Autónoma de Barcelona y en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, en un estudio titulado “El Periodismo en el siglo XXI: más allá del rumor y por encima del caos”, aborda el tema señalando: “Como consecuencia de las presiones comerciales, los medios de comunicación periodística están sometidos a una competencia cada vez más feroz, y uno de los resultados de esta lucha sin cuartel es la pérdida progresiva del sentido de la responsabilidad profesional específica del trabajo periodístico, una pérdida del sentido deontológico que hasta ahora ha presidido, en mayor o menor medida, el oficio de los comunicadores especializados en la información de actualidad o periodismo”.
Podemos deducir entonces que hoy internet pone el dato al alcance de cualquiera y lo que tiene que hacer el periodista es agregar un valor añadido, porque a los medios ya no les interesa lo que pasó ayer sino lo que está sucediendo en el momento. De este modo la noticia se convierte en un producto para pasar el rato y la función comunicativa es un espectáculo donde los escándalos, conflictos, desastres son los ingredientes y el rumor o cahuín la parte sustancial.