Por Gonzalo Martner.- El pueblo se ha pronunciado en medio de la pandemia, con una participación de 43,3% (a comparar con el 50,9% en el plebiscito de octubre pasado). Ha sido muy sabio para impedir un nuevo bloqueo institucional por parte de la representación política de la oligarquía dominante. Y para evitar confrontaciones mayores, las que hubieran resultado con alta probabilidad de la persistencia del veto del 1% más rico sobre las preferencias de la mayoría de la sociedad. En la nueva etapa constituyente, se acabó el veto que se prolonga con distintos mecanismos desde 1990.
La derecha fue castigada por segunda vez, después de haberlo sido en el plebiscito constitucional. No llegó este fin de semana al tercio en la Convención Constitucional, no eligió en primera vuelta ningún/a gobernador/a y elegirá a lo mejor a 1 en segunda, mientras pierde comunas como Santiago, Maipú, Estación Central, Nuñoa, Viña del Mar, Temuco o Valdivia, a pesar de la dispersión opositora. No logró superar el voto por el rechazo que se manifestó en el plebiscito.
La Lista del Apruebo (ex concertación más PRO y Liberales) sumó solo un 14,5% de los votos. Se derrumbaron en la elección de convencionales partidos de centro como la DC (elige 2 con un 3,7% de los votos), el PPD (elige 3 con un 2,6%) y el PR (elige 1 con 1,2%), mientras al PS le va mejor pero con pocos votos(elige 15 con solo 4,8%). El PRO se queda con 0,6% de los votos.
El Frente Amplio (elige 16, con 6,3%), el PC (elige 7 con 4,9%) y el FREVS (elige 4, con 1,8%) mantuvieron básicamente sus proporciones parlamentarias previas y suman el 18,7%). Junto a los independientes que están por los cambios estructurales, están llamadas a unificarse, aunque eso demore todavía en ocurrir.
El Partido Humanista de Pamela Jiles, por otro lado, sacó el 0,5% de los votos, a pesar de toda la farandulización post-moderna de la política que promovió con amplia notoriedad. El partido de extrema derecha de Kast sacó el 1%, sin beneficiarse del colapso de la derecha tradicional, que vuelve a su votación de los años 1960.
Ahora lo que sigue es que el 18 de julio deberán realizarse primarias en los dos grandes bloques de oposición (Apruebo Dignidad y Unidad Constituyente). Dado que en tres días más se deben inscribir esas primarias, probablemente no habrá tiempo para realineamientos. Pero deberá construirse un sólido compromiso previo de apoyo mutuo en la segunda vuelta presidencial de diciembre y sentar las bases de un gobierno coherentemente progresista y de transformación incluyente para una nueva etapa en la vida del país, a la altura de lo expresado por el pueblo en las urnas y previamente en las calles.
Gonzalo Martner es economista y Director del Magíster en Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad de Santiago de Chile.